90. Infierno

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Me balanceo cuando Kyungsoo me suelta después de dejarme en el centro del sótano. La pierna derecha me duele demasiado, así que debo apoyarme únicamente la izquierda. Apenas soy capaz de hacer fuerza para apretar los puños.

—Daos prisa —exijo, sacando las alas para que me ayuden a no caer de bruces contra el suelo de madera.

Ambas brujas me miran en silencio. No parecen sorprendidas ni por mi estado ni por mis exigencias. Agradezco que hayan optado por no esperar a las otras dos, porque no sé si habría soportado el dolor ni si habría sido lo suficientemente paciente. Posiblemente no. Habría acabado haciéndolo yo solo y quién sabe cómo habría acabado eso.

Intento sonreír, mas ni siquiera puedo levantar la cabeza. Odio estar tan débil. ¿Cómo voy a luchar contra Belcebú en este estado? Joder. Meto una mano en el bolsillo de mis pantalones y aprieto la estrella rota del talismán. Me llevo la otra a la boca, besando el anillo de Julio. Lo lograré.

Tengo que lograrlo.

—Toma —Sucy me tiende el mismo trozo de madera que he mordido mientras me dibujaba el símbolo en la piel—. Va a doler.

Abro la boca y dejo que lo coloque entre mis dientes. Entonces posa una mano encima de mi hombro y sus ojos se quedan clavados en los míos.

—Escúpelo cuando te lo pidamos, ¿vale?

Asiento. Sus uñas me acarician la piel de los hombros desnudos con cuidado. Va bajando despacio y yo no entiendo qué es lo que pretende. Si no me he puesto la camiseta es porque me molesta, no porque piense dejar que me toque antes de marcharme. No voy a caer aunque sea la última vez que nos veamos. Aunque le haya tomado cariño en solo una tarde. Aunque me hubiera gustado conocerla mejor porque sé que podríamos haber sido buenos amigos.

Pienso en quitarme el trozo de madera de la boca para decirle que pare, sin embargo, lo muerdo. Sucy me arranca la gasa que cubría el símbolo del pecho. Los ojos se me llenan de lágrimas. Luego me arranca la de la espalda y después la de la espinilla. Tengo que apoyarme en ella para no caer.

—Me debes un beso por esto.

¿Un beso? ¿Un beso por ayudarme a volver con mi demonio de pacotilla? Eso sí que puedo hacerlo. Levanto una mano, de nuevo pensando en quitarme el trozo de madera de la boca. Esta vez es ella misma quien me detiene, negando con la cabeza.

—Ya me lo darás cuando estemos en el infierno.

Me guiña un ojo y vuelve con Byeol. Me incorporo como puedo. Tengo que ser fuerte. Más fuerte que nunca. Soy un ángel que va a bajar al infierno y eso puede ir muy bien o muy mal, me puede ir como a Azrael o como a Lucifer. Bajo voluntariamente como el primero, pero mi situación es totalmente diferente. No hay nadie ni en el cielo ni en el infierno que me quiera allí abajo.

De momento.

Demostraré por qué me tocó a mí ser la última reencarnación de Astoreth.

Todas la velas que iluminan el sótano se apagan excepto cinco, las que se sitúan en la estrella que me rodea. Sucy y Byeol se colocan cada una a un lado de mi cuerpo mientras que el libro yace a mis pies, aunque no sé cuándo lo han dejado ahí. Está abierto por un conjuro en específico. Intento leerlo sin moverme.

"Invocación inversa"

¿Inversa? Van a invocarme a mí dónde está Astaroth. Eso significa que la opción de dudosa eficacia es invocar a Astaroth para que venga a nosotros. Y eso... eso significa que Astaroth no está bien. Que probablemente Belcebú le haya hecho algo.

Pierdo el equilibrio. No por la ira, sino por el intenso pinchazo de dolor que me recorre la pierna. Logro mantenerme en pie unos segundos, antes de que éste suba a mi espalda y me haga caer de rodillas. El conjuro ha empezado. Apenas las oigo, pero lo sé. Lo siento.

Hugs with the Devil [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora