2 | Liam

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Como buen cliché, esta historia comenzó con una alocada fiesta universitaria. Una que se realizó un fin de semana cualquiera en un club cerca de la facultad, como muchas otras.

No me agradaban mucho ese tipo de fiestas, ni ningún tipo de fiesta para ser sincero, así que prácticamente Zoe y otros amigos me llevaron en contra de mi voluntad.

Todo iba bien al principio. Estaba hablando con ellos y disfrutando al menos sus locuras cuando los gritos de una chica llamaron las atención de todos en ese sector. Como buenos chismosos, obvio nos acercamos a mirar qué ocurría.

Nunca una reunión tranquila, claro que no. Algo tenía que pasar.

Y obvio también que el popular Nathan también estaba en la fiesta con su grupete y al parecer era el centro del escándalo que atrajo todos. La otra protagonista era la chica que gritaba, discutiendo con él por algún motivo. Y no solo eso, también no dejaba de golpear a Nathan entre insultos. Se la veía muy enojada.

- ¡Eres un imbécil! ¿Quién te c-crees que e-eres? - ella parecía tener dificultades para pronunciar ciertas palabras y trastabillaba cada tanto. Definitivamente estaba ebria.

Nathan por su parte solo se dedicaba a reírse y sus amigos también parecían disfrutar la situación y el espectáculo que estaba dando aquella chica.

Típicos imbéciles.

- ¡Me dijiste que me querías! - insistía ella golpeándolo en el brazo.

- ¡Yo jamás te dije eso! - respondió finalmente Nathan con total tranquilidad. Aún no parecía querer tomarse el asunto en serio - Jamás le digo eso a nadie. ¿Yo qué culpa tengo si te ilusionas por acostarnos un par de veces?

Aquel comentario de mierda que hizo al parecer solo desquició más a la chica y los murmullos y comentarios en el lugar no paraban. Hasta yo me molesté y eso que no tenía nada que ver y solo era un espectador más del drama de la noche.

- Eso fue muy cruel. - comentó Zoe que estaba al lado mío, coincidiendo con mis pensamientos.

- Ahí lo tienes al chico que tanto te gusta. - respondí enojado. No sabía ni me interesaba saber qué había pasado entre esos dos pero me molestaba muchísimo verlo tratar así a una mujer en público y en ese estado. Seguramente él también estaba ebrio. Igual que todos sus amigos, y casi todos en el lugar. Por lo tanto nadie hacía nada. Dios, por eso detestaba tanto esas fiestas.

La discusión entre Nathan y la chica solo parecía ir de mal en peor, y con cada palabra de desprecio que decía él, ella se ponía más y más agresiva.

- ¿Qué acaso nadie les va a decir que lleven sus problemas a otra parte? - hablé indignado.

- Ni se te ocurra meterte. - me respondió Alex, otro amigo que estaba atrás mío.

- Pues entonces vámonos. No soporto estas estupideces.

- ¿De qué hablas? ¡Adoro estos dramas! - rió otro chico de mi grupo.

Fue entonces que volteé un segundo de nuevo hacia la pareja peleando y ví como él con todas sus fuerzas la empujó y la tiró al piso. Algunas chicas que estaban cerca la ayudaron a levantarse pero el resto se limitó a reír.

No lo soporté más. Creo que Alex me había dicho que no me metiera porque justamente me conocía demasiado bien y sabía que iba a meter.

- Oye, idiota ¿Quién te crees que eres? - me acerqué y le exclamé en la cara. Ni siquiera lo pensé. Solo reaccioné.

Nathan volteó a verme y esa fue la primera vez que puso sus ojos en mí. Parecía sorprendido con mi presencia. Seguro se preguntaba de dónde rayos había salido yo.

- La pregunta es quién eres tú. - me respondió con un tono ronco que me intimidó un poco pero no retrocedí.

Para entonces sus amigos se habían acercado y ya no se estaban riendo. Los míos también se pusieron a mi lado e intentaron apartarme de ahí pero yo no tenía intenciones de irme, no hasta que ese imbécil dejara de maltratar a esa pobre chica.

- Te pregunté quién eres y por qué c-carajos te metes en lo que no te i-importa. - su forma de hablar y su mirada algo perdida me indicaba que sí, estaba ebrio. Tal cual lo pensé. Pero no me importó.

- Pídele disculpas a la chica - exigí algo tímido.

Maldita sea, su apariencia cuando estaba enojado, más ebrio, más mirándome a la cara, era de verdad intimidante. Ni hablar del hecho que era más alto y más grande que yo y que tenía un ejército de más idiotas ebrios atrás suyo que lo respaldaban.

- Quítate de mi vista. - me ordenó aproximándose más a mí. Estaba tan cerca que se sentía el aliento a alcohol pero junté valor y no retrocedí ni un paso.

- No... - negué en un tono más bajo.

Esbozó una sonrisita y luego de la nada me empujó y terminé en el piso, exactamente como la chica hacía unos minutos atrás.

- ¡Hey! ¡Basta! ¡Esto no es necesario! - escuché a Zoe hablar, mientras yo me levantaba con ayuda de Alex - ¿En qué rayos estabas pensando? - se dirigió luego a mí, como si estuviera regañándome también.

- Ya, mejor vámonos. - dijo alguien en el grupo de Nathan. - Ya hiciste demasiado lío por hoy, hermano. - lo tomó del brazo y se lo llevó lejos. El resto de sus amigos los siguieron y una vez terminado el espectáculo la gente que se había acercado a mirar se empezó a dispersar. Ya no había nada divertido por ver.

- Tú estás completamente mal de la cabeza. La sacaste barata. - me regañó Alex también momentos más tarde cuando nos alejábamos de la fiesta.

- ¿Y qué querías que hiciera? Nadie estaba haciendo nada. La estaba maltratando enfrente de todos.

- Ella no es ninguna santa tampoco. Déjalos que se arreglen entre ellos, te pudieron haber golpeado. - dijo mi amiga.

- ¿Cómo puedes decir eso? Eso no importa y tampoco el hecho de que estén ebrios, no justifica la violencia. De parte de ninguno de los dos. - les expliqué.

- Cierto. - añadió Alex - Pero terminando golpeado en el suelo tampoco solucionas nada.

- Dime ¿todavía te sigue interesando ese estúpido después de lo que me hizo? - me dirigí a Zoe todavía sintiéndome enojado por todo lo sucedido.

- Ya te dije que nunca me gustó de esa manera. Pero no te preocupes, ya ni lo voy a mirar. Hoy sí que cruzó la raya. - respondió con desilusión en su mirada. Supongo que tenía la esperanza de que no fuera tan idiota realmente.

Pero lo era y esperaba no volver a cruzármelo jamás. Pero claro que eso no iba a ocurrir. Porque aquel solo fue el primer encuentro de muchos con Nathan, y lo más loco era que yo fui el responsable de iniciarlo todo.

 Porque aquel solo fue el primer encuentro de muchos con Nathan, y lo más loco era que yo fui el responsable de iniciarlo todo

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El chico que detestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora