El último día de clases fue también el último día de mi vida como la conocían todos, incluido yo.
Completamente decidido con lo que iba a hacer, con ya todos mis compañeros reunidos en el aula donde se iba a tomar el examen, cuando el profesor preguntó si alguien tenía alguna duda antes de comenzar, me paré y dije que tenía algo para decir.
El profesor me miró confundido, al igual que todos. Michael ya sabía lo que ocurriría y podía notar que estaba nervioso cuando posé mis ojos en él. Marco, quien también estaba allí, me sonrió y apoyó con su mirada. No había vuelta atrás. Si no lo hacía ese día, no lo haría nunca.
Me tragué mis miedos e inseguridades y dije la verdad. No por Liam, no por nuestra relación, no por Marco o mi primo o Michael quienes me decían que tenía que ser honesto, sino que lo hice por mí mismo.
- Solo quiero decirles al resto de mis amigos y a mis compañeros, que les mentí. - confesé - Aquella vez en ese estúpido espectáculo que presenciaron muchos de ustedes, nada de lo que dije o hice fue cierto y me parece justo que sepan la verdad.
- Ah...yo pregunté si había alguna duda sobre el examen. - me interrumpió el profesor sin entender para nada lo que yo estaba hablando.
- Solo tomará un minuto, por favor. - le pedí. - Sé que creen que soy un mujeriego que solo juega con las chicas y seguramente lo fui, pero eso quedó atrás porque finalmente me he enamorado de alguien. Y no, no fue una chica. Me enamore del que primero fue mi amigo. Liam.
Mi voz se quebró un poco cuando dije su nombre. Hacía bastante que no lo nombraba en voz alta.
- Fui un idiota por haberlo negado antes. Me costó muchísimo esa estupidez que hice, créanme. Pero sí, era cierto. Liam y yo estábamos juntos. - continué -Teníamos una linda relación. Jamás me había pasado algo así con ningún chico. Con nadie, mejor dicho. Pero fue lo mejor que me pasó.
En las caras de mis compañeros había expresiones de todo tipo, pero confusión y sorpresa era lo que más notaba. Sobre todo en los chicos con los que solía juntarme antes.
- Ahora ya saben la verdad. - dije mirándolos a todos - No sé si enamorarme de un chico me hace gay o qué, pero lo que si sé es que no debería de importarle a nadie, a ninguno de ustedes, excepto a mí. Eso es todo profesor, gracias.
Me senté y el silencio se apoderó del lugar. Nadie decía nada pero me seguían mirando.
- Bueno, este...después de esta inusual y extraña confesión, voy a proceder a entregar los exámenes. - habló el profesor.
Marco me miró y me hizo una señal con sus pulgares haciéndome entender que lo había hecho bien. Michael estaba serio y solo miraba hacia sus hojas en la mesa. El resto de mis amigos me miraban como diciendo "qué carajos acabas de decir".
Ahora era momento de hacer el examen...pero ya me imaginaba la que me esperaba a la salida.
No sé cómo hice para concentrarme en esas preguntas y contestarlas todas después de lo que había hecho. Pero supongo que la paz que me inundó tuvo mucho que ver y entonces me encontré sonriendo como un tonto para mí mismo en medio del examen.
Hora y media después, fui uno de los últimos en entregar y salir del aula.
- ¡Oye! - me llamó Michael - La próxima vez ¿podrías escoger otro momento para hacer confesiones de ese tipo? No pude concentrarme en todo el puto examen. Si me va mal, será tu culpa.
- Lo siento. -me reí.
- Lo cierto es que eres la persona con los huevos mas grandes que conocí en mi vida. Eso fue...muy valiente. - agregó después.
- Gracias. - respondí feliz.
- Sí, bueno...ahora encárgate de darle explicaciones a esos idiotas. - dijo y señaló a mi grupo que miraban de lejos. - Quisiera que me trague la tierra en este momento por las miles de preguntas que vinieron a hacerme todos. Pero...si quieres que me quede contigo hundiéndome en la vergüenza un poco más, lo haré.
Nunca me había sentido tan apoyado por Michael como en ese momento. Entendía si quería despegarse de mí en esa situación pero no lo hizo.
Me acerqué a abrazarlo porque no podía contener mi gratitud.
- Igual será mejor que no me toques mucho por ahora, por las dudas, ya sabes. - comentó y entonces entre risas lo solté y me alejé.
No importaba lo que pasara con los demás a partir de entonces. Tenía a Marco, mi nuevo amigo y a Michael, mi mejor amigo de siempre, a mi lado.
No podía ser mas afortunado. Tenía mas que suficiente para empezar de cero.
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El chico que detesto
Romance¿Qué pasa cuando es el hetero el que insiste en buscar al chico gay? Nathan, con su personalidad extrovertida, su gusto por las fiestas, salir a divertirse, beber y llevar a la cama a cualquier chica que quiere, no puede dejar de querer obtener la...