Durante la cena esa noche mi querido suegro ya no me miraba tan amenazante como antes. Sentía que habíamos roto el hielo de alguna manera. Tal vez ahora me toleraba un poquito más, aunque no podía estar seguro.
- Dudo que eso pase - me contradijo Liam. Ya estábamos en su cuarto preparándonos para dormir.
- En serio. Creo que tal vez ya me quiere un poquito.
- Jamás quiso a ningún novio o chico con el que haya salido. ¿Qué te hace pensar que eres diferente?
- No sé, quizás se dio cuenta de que estás muerto de amor por mí y me quiere dar una oportunidad.
- Sí, claro, cómo no. ¿Puedes apagar las luces por favor?
Él ya se había acostado, así que antes de hacer lo mismo, apagué las luces, quedando el cuarto a oscuras salvo por el reflejo de las luces de la calle que entraban por la ventana.
- ¿Tus padres siempre se duermen tan temprano? - le pregunté acostándome en mi colchón en el piso.
- Sí, casi siempre. Y yo también. Por lo menos cuando estoy en casa. Aunque es difícil...conciliar el sueño sabiendo que estás ahí abajo - admitió.
- ¿Me tienes miedo, rubio?
- Miedo no...pero es raro que estés durmiendo en mi habitación después de todo lo que pasamos. ¿No crees?
- Sí, es un poco raro que esté durmiendo en el piso. Debería estar durmiendo en la cama contigo, como corresponde.
- Nathan, no empieces - me retó.
- Vamos ¿no extrañas dormir conmigo? Y no hablo de nada sexual. Me refiero a cuando nos acostábamos y tú simplemente apoyabas tu cabeza en mi pecho, y yo acariciaba tu cabello o tu espalda hasta quedarte dormido. Era tan lindo.
- Sí. Era...relajante.
- Podría hacerlo ahora...para que puedas dormir.
- ¡Estás loco! No.
- ¿Por qué no? - insistí.
- ¡Porque te conozco las intenciones! Además eso lo hacíamos cuando éramos novios. Ahora...ya no lo somos - respondió con tristeza en la voz. Volteó en su cama dándome la espalda.
- Estás equivocado. Lo hacíamos incluso de antes de ser novios oficiales. ¿Ya lo olvidaste? Siempre fui muy cariñoso contigo, desde el primer momento. Lo sé, porque nunca me sentí así con nadie.
Se quedó callado y no me dijo más nada. Sabía que no estaba dormido pero seguramente estaba batallando internamente sobre qué sería lo correcto para decirme o hacer.
Para hacérsela más fácil, decidí levantarme y me subí a su cama, en el espacio que había detrás de él.
- Nate... - se dio vuelta para mirarme.
- Tranquilo, no voy a hacer nada que no quieras. Solo quiero que duermas en mis brazos como antes. Aunque sea un rato...por favor - supliqué.
Me miró un momento y luego se corrió, dejándome más espacio en su cama. Eso definitivamente era buena señal.
- Te amo - susurré.
- Ya deja de decir eso - respondió.
- ¿Por qué?
- Porque me muero por responderte lo mismo.
- Entonces solo dímelo - giró su cabeza hacia mi lado encontrando nuestras miradas en esa luz tenue que nos alumbraba.
- También te amo... - susurró entonces.
- Dios, no tienes idea de lo rápido que me late el corazón ahora. Y de lo mucho que me muero por besarte en este instante.
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El chico que detesto
Romance¿Qué pasa cuando es el hetero el que insiste en buscar al chico gay? Nathan, con su personalidad extrovertida, su gusto por las fiestas, salir a divertirse, beber y llevar a la cama a cualquier chica que quiere, no puede dejar de querer obtener la...