42 | Nathan

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Viernes en la noche. Mis amigos me habían arrastrado a alguna fiesta en la otra punta de la ciudad. No tenía ganas de salir con ellos, como desde hacía semanas venía sintiendo. Además, básicamente el objetivo de salir de fiesta siempre había sido conseguir algún ligue por esa noche. Y yo ya tenía a alguien que me satisfacía por completo y del que nunca me cansaba, así que no tenía motivos para salir salvo pasar un rato con mis amigos.

Esa había sido la idea, salir por un rato, divertirme un poco con los chicos, y luego volver a casa, juntarme con Liam, y disfrutar de nuestra hermosas noches de sexo apasionante.

Para mi sorpresa la fiesta había estado más entretenida de lo que me imaginé. Me había encontrado con otros amigos y conocidos que hacía mucho que no veía y me entretuve conversando y bebiendo con ellos.

Entre esas personas estaba Camila.

- ¿Cómo es eso de que no vas a beber más? - se quejó ella al negarle por tercera vez la cerveza que me estaba ofreciendo.

- Me estoy controlando con la bebida hace bastante. - le expliqué. - Me di cuenta que hago muchas estupideces cuando estoy ebrio, así que ahora me estoy portando bien.

- Vaya, vaya...no sé qué tan cierto sea eso. ¿No será que tal vez hay alguien por ahí que te está poniendo los puntos?

- Na. - negué con naturalidad. - Solo me estoy cuidando.

- Mmm - dudó otra vez - Me parece que alguien por fin te atrapó. - me sonrió con malicia.

- ¡Eso nunca! - reí.

Conocía a Camila hacía bastante, era amiga de amigos de Michael. En fin, hubo un tiempo en que solíamos acostarnos bastante seguido. Ella también odiaba los compromisos y era muy segura y sabía perfectamente lo que quería. Esa fue una de la razones por las que fue más que un ligue de una noche cuando la conocí, fue un ligue de muchas, muchas noches.

Luego por diversas cuestiones de tiempo y desencuentros dejamos de vernos y hacía mucho ya que no la veía hasta esa fiesta donde coincidimos.

- ¡Ya sé! - exclamó luego - ¡Te conseguiré uno de esos tragos con vodka que tanto te gustan!

Antes de que pudiera negarme otra vez desapareció entre la multitud. Volvió minutos después con bebidas en sus manos.

- Cami, te dije que no iba a beber más.

- Hey, traje uno para mí también ¿me vas a dejar bebiendo sola? - insistió - Si no te lo tomas tú, tomaré los dos yo y me pondré super borracha y será tu responsabilidad ¿eso quieres?

Bueno no voy a mentir, si tenía ganas de tomar esa cosa. Hacía mucho que no tomaba uno de esos. ¿Qué tan mal me podría hacer?

Tomé el vaso y me bebí hasta la última gota mientras bailaba en grupo con Camila y otros amigos.

El alcohol me había afectado un poco pero aún seguía lejos de mi límite para emborracharme. No sabía si eso pretendía Camila o qué, pero me siguió ofreciendo alcohol el resto de nuestro tiempo en la fiesta. Me negué, por supuesto, en contra de mi voluntad. No podía decaer ahora que venía tan bien.

- ¡¡Estás hecho un aguafiestas!! - se burló mi amiga y Michael y los demás que la escucharon la apoyaron. - Solo hay una explicación para esto y es que te hemos perdido. Mi querido Nathan ¿quién es la malvada que te atrapó? Ya dime ¿estás enamorado?

De verdad se había entusiasmado haciéndome esas y miles de preguntas más sobre mi vida amorosa.

Para colmo estaban mis amigos ahí escuchando y pendientes de mis respuestas. Me sentí acorralado. Claro que no estaba enamorado pero sí había alguien nuevo y diferente en mi vida, y no podía contarles la verdad sobre él.

- Ya te dije que a mi nadie me atrapa. ¿Me viste cara de pokemon acaso? - bromeé para tratar de salir de la incómoda situación.

Camila se rió pero se notaba que no me creía.

- Estás diferente. A mi no me engañas, Nate.

- Bueno, piensa lo que quieras - me hice el ofendido.

Ella me sonrió y se acercó a mí.

- Solo hay una forma de comprobarlo. - me habló al oído.

Me miró a los ojos y luego me besó. Me había tomado de sorpresa, aunque no sé por qué si siempre que nos veíamos terminábamos así.

¿Qué otra cosa iba a hacer? ¿Apartarla? Todos iban a sospechar más todavía si hacía eso. Pero, además, no quería hacerlo.

Sus labios se estaban sintiendo bien. Tenía un piercing en la lengua que siempre me había excitado y esa noche no fue la excepción. La tomé de la cintura y la apreté contra mí.

Ella seguía hermosa y sexy como siempre, eso era innegable. También era muy buena en la cama. ¿Qué tonta razón podía tener para no pasar una nueva noche con ella como en los viejos tiempos?

Si me ponía a pensar no había nada que me detuviese. Nada. Sería divertido volver a estar con una mujer después de tanto tiempo, y más si se trataba de Camila que era una buena noche de placer asegurada.

Después de estar un rato más en la fiesta, me llevó hasta su casa que era la más cercana.

- Tal vez ya no quieras beber pero sigues siendo igual de fogoso que antes. - me dijo cuando caímos en su cama sin dejar de tocarnos.

- Bueno, esta parte de mí nunca va a cambiar. - le sonreí y seguimos besándonos.

No fue sino hasta la mañana siguiente, cuando desperté con ella al lado, que pensé en Liam. 

 

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El chico que detestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora