Como buen amiga que era Zoe obviamente se tenía que poner a coquetear con el chico que detestaba cuando éste se acercó a hablarnos.
Y cuando le contó que yo era gay realmente quise matarla. No me importaba que él se enterara de eso, tampoco es que era un secreto, yo estaba fuera del closet desde hacía años, pero prefería tener mi vida privada de esa manera, privada.
De todas formas la manera en que me miró cuando lo supo fue extraña. No era igual que antes, no sabía bien qué había cambiado pero definitivamente se sentía diferente.
Creí por un momento que tal vez le molestaban los homosexuales pero luego siguió hablándonos y sonriéndonos como si nada. Hasta incluso siguió insistiendo para que saliéramos. Obviamente Zoe se tiró de cabeza a la pileta y por alguna razón que todavía desconozco dejé que me arrastrara con ella...
- No puedo creer que me convencieras para salir con este chico. - le dije mientras la esperaba en su casa a que terminara de arreglarse, completamente arrepentido de todo. Era la noche de ese mismo viernes y habíamos quedado con Nathan en ir a comer una pizza a un bar cercano.
- ¡No empieces otra vez! - me gritó desde el baño.
- ¿Por qué no sales tú sola con él, eh?
- Porque tú eres la razón por la que nos invitó para empezar. Además me da, no sé...miedo quedarme a solas con él. Ya sabes cómo es, ¿qué tal si me ofrece para ir a su casa a hacer ya sabes que?
- ¿Qué no es eso lo que quieres? - pregunté cansado.
- Ya te dije que solo era una fantasía. Una cosa es imaginártelo y otra cosa vivirlo en persona. Yo no soy tan fácil, no quiero acostarme con él así como así.
- ¿Y crees que mi presencia allí le impida hacer tal cosa? ¿Estás loca? Es Nathan de quién hablamos, su reputación lo precede.
- Oye...se disculpó mil veces y fue muy simpático con nosotros. ¿No crees que podrías aflojar aunque sea una noche? - insistió mi amiga.
- De acuerdo. - acepté con muy pocas ganas.
Seguía sin entender como había terminado en esa situación. Está bien, le creía las malditas disculpas a Nathan pero ¿y eso qué? Seguía sin caerme bien. Seguía pensando que era un idiota. No sabía por qué Zoe no lo terminaba de ver. Era atractivo, cierto, con una sonrisa encantadora, cierto. Pero yo no era tan superficial como para dejarme llevar por eso solamente.
La verdad no podía compartir la emoción de mi amiga por esta salida y no sabía con qué cara iba a ver al chico.
Cuando llegamos al bar Nathan ya estaba allí. Lo saludamos con normalidad, nos sentamos e hicimos nuestro pedido.Zoe estaba nerviosa, lo notaba, pero fue ella la que más habló con él esa noche sin embargo. Nathan la trató bien en todo momento pero no sentí que estuviese coqueteando con ella como solía hacer siempre con todas las mujeres. Por un lado, genial. No quería que la engatusara con sus truquitos y ella saliera lastimada luego. Pero por otro lado sentí pena por mi amiga quien estaba esperando algo de atención especial seguramente.
Tal vez sentía que ella no era lo suficientemente linda para él y eso me dio bronca. ¿Cómo no podría serlo? Zoe era una chica preciosa. No podía no verlo. Otra razón más para detestarlo, Dios... ¿quién se creía?
- No eres muy hablador ¿verdad? - Nathan se dirigió a mí en un momento.
- Ah, es que no tengo nada interesante que decir, mi vida no es tan emocionante como la tuya. - respondí con una sonrisa irónica.
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El chico que detesto
Romance¿Qué pasa cuando es el hetero el que insiste en buscar al chico gay? Nathan, con su personalidad extrovertida, su gusto por las fiestas, salir a divertirse, beber y llevar a la cama a cualquier chica que quiere, no puede dejar de querer obtener la...