Ayudé a Nathan a levantar la mesa, y luego me preparé para empezar a lavar los platos y ordenar un poco la cocina. La comida le había salido deliciosa, pero eso sí, ese chico había dejado todo hecho un desastre en ese lugar.
- Hey, no hace falta que te pongas a limpiar. - se acercó y me cerró la canilla del fregadero.
- ¿Qué haces? No soporto ver este lío. Déjame ayudarte.
- Iba a hacerlo yo, mañana. No ahora.
- Está bien, no me molesta. Tú cocinaste, es lo mínimo que puedo hacer. - volví abrir el grifo y a terminar de lavar algunas cosas.
- Puedes hacer otras cosas. - insinuó.
La verdad es que me estaba poniendo nervioso. Quería estar con él, pero como un tonto estaba ahí retrasando el momento y no sabía por qué.
Como no le hice caso, se acercó por detrás de mí, y empezó a besarme en el cuello. Sus manos en mi cintura me pegaban más a él.
- Nate... - intenté quejarme pero no estaba haciendo nada para resistirme.
- Liam... - respondió diciendo mi nombre con esa voz tan sensual que tenía. - Vamos a la cama.
Me dio la vuelta suavemente y me miró a los ojos y luego a mi boca.
- No estés nervioso. - dijo. ¿Por qué siempre adivinaba cómo me sentía?
Empezó a besarme nuevamente, pero esa vez fue un beso tan lento y suave que me tranquilizó y me llenó de paz. No necesité pensar más. Ya no tuve más nervios ni miedo. Lo abracé por la espalda mientras nos seguíamos besando y de a poco me fue guiando hasta su habitación.
No sabía si Nathan era así de dulce y romántico en la cama siempre, pero por lo menos conmigo lo fue esa noche. La manera en que me besaba y acariciaba estaban llenas de confianza, complicidad y....amor. En algún momento esa palabra cruzó por mi cabeza pero estaba demasiado ocupado sintiéndola como para procesarla. Me sentía tan cuidado y protegido que no podía estar más feliz de haber aceptado conocerlo y de estar con él.
¿Quién diría que iba a terminar así con el chico que odiaba?
Acostados en su cama, no paraba de besar cada parte de mi cuerpo, explorando cada rincón. Toda nuestra ropa ya había desaparecido excepto la ropa interior. En un momento me acarició por debajo del boxer y yo gemí muy fuerte. Había estado deseando que me tocara allí hacía rato. Estaba tan excitado.
- Es la primera vez que toco un chico así, pero supongo que lo estoy haciendo bien. - susurró con una sonrisa mirándome a los ojos. Se había quedado mirando mi rostro mientras me masturbaba. Sentía la cara enrojecida y mis ojos vidriosos. Me daba un poco de vergüenza que me mirara así pero a la vez era excitante.
Sin previo aviso, comenzó a bajar mi boxer delicadamente dejándome completamente desnudo. Luego siguió tocándome mientras se posicionaba arriba mío.
- ¿Estás listo para más? - preguntó interrumpiendo mi sensación de placer. Intenté hablar pero no pude así que solo asentí con la cabeza.
Subió una de sus manos hasta mi cara y rozó dos de sus dedos en mis labios.
- Chúpalos. - ordenó y yo obedecí. Introdujo sus dedos en mi boca y los lamí como si se me fuese la vida en ello. - Dios, eres tan sexy. - su voz se quebró cuando habló.
Luego cuando los quitó de mi boca llenos de saliva, sentí su mano deslizarse en dirección hacia mi entrada, y abrí más mis piernas para darle más lugar. Introdujo un dedo suavemente y me aguanté las ganas de emitir gemidos. Mierda, hacía tanto que alguien no me tocaba allí. Me sentía muy sensible. No mucho después coló otro dedo más.
- Estás un poco apretado, bebé. - dijo - Me encanta. - Y vaya que sí lo estaba, ¿cómo iba a poder soportarlo a él si ya me estaba doliendo eso que me hacía? - Dime algo, háblame. - pidió luego.
- L-lo haces bien. - hablé como pude.
- ¿Pero te duele? ¿Estás bien? - no dejaba de introducir y sacar una y otra vez sus dedos. Siempre suave y despacio.
- Estoy bien, no te preocupes. ¿Y tú...cómo estás? - no supe qué otra cosa decir. Él sonrió en respuesta.
- Estoy más caliente de lo que creí que iba a estar. Te juro que me encantas demasiado.
Le sonreí entre mis gemidos y luego me besó apasionadamente. Aumentó la velocidad con sus dedos mientras no dejaba de devorar mi boca como loco. Ahora sí que se había puesto más frenético. Ya no me estaba doliendo tanto pero eso fue cosa de un segundo porque rápidamente introdujo un dedo más sin avisar y no pude evitar pegar un grito que se ahogó en su boca. El dolor volvió pero también estaba empezando a sentir mucho placer.
Siguió dilatándome unos minutos más y yo aproveché para disfrutarlos porque sabía que lo próximo que venía iba a dolerme enserio.
- Ya no aguanto más, Liam. - dijo y retiró sus dedos lentamente de mi entrada. - Siente como estoy. - Tomó una de mi manos y la llevó a su muy marcada erección a través de su ropa interior. Estaba tan caliente y mojado allí, y ni hablar de lo duro y grande que se sentía.
- Hazlo. - respondí seguro. Yo tampoco aguantaba más, me sentí tan vacío cuando retiró sus dedos que necesitaba volver a tenerlo dentro de mí.
Se quitó su boxer y su prominente miembro emergió. No sabía cómo iba a entrar todo eso en mí pero lo quería ya.
- Nate, ve despacio ¿sí? - le pedí.
- Está bien. - se volvió a colocar arriba mío y levantó un poco una de mis piernas. Con su saliva lubricó su pene lo más que pudo. Ni siquiera pensé en el momento que no estaba usando protección.
Me estremecí y me tensioné cuando sentí la punta de su miembro empezar a hacer presión.
- Relájate, no quiero hacerte daño. - me dijo con una voz dulce y comenzó a darme pequeños besos tiernos en el borde mi mandíbula y luego por el cuello.
¿Cómo podía ser tan tierno y hot al mismo tiempo en un momento así? Me gustaba, me gustaba mucho Nathan. Pero era más que eso. Lo quería. Mierda, lo quería.
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Sorry por el bad lemon xD
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El chico que detesto
Romance¿Qué pasa cuando es el hetero el que insiste en buscar al chico gay? Nathan, con su personalidad extrovertida, su gusto por las fiestas, salir a divertirse, beber y llevar a la cama a cualquier chica que quiere, no puede dejar de querer obtener la...