14 | Liam

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Se sintió bien aunque sea por un momento poner incómodo a Nathan aquella tarde. Tanto que se hacía el gracioso siempre, esa vez recibió una dosis de su propia medicina.

Después de eso seguimos hablando de trivialidades como de música o películas que nos gustaban durante un rato. Yo ya me sentía cómodo con él en cierto sentido, pero ahora era Nathan el que estaba extraño. No tenía ni idea de qué le pasaba.

- ¿Te pasa algo? - aproveché a preguntar en un momento en que hubo silencio.

- ¿Por qué preguntas? - dijo serio.

- Porque te pusiste más callado de lo normal desde hace un rato.

- Nada que ver. - contestó rápidamente. - Solo debe ser cansancio. Me dormí como a las cinco de la madrugada.

- ¿Ah sí? ¿Tanto tiempo duraste con la chica esa? - pregunté curioso.

Era raro. En parte me daba curiosidad lo que había hecho con esa chica la noche anterior pero por otro lado no me agradaba nada la idea de imaginarlo con ella. O con ninguna otra mujer.

- Sí, tuvimos sexo durante horas. - respondió orgulloso.

No supe qué contestar. Esperaba alguna de sus estúpidas bromas. No esperaba que fuera tan directo al respecto...y tan arrogante.

- Me alegro por ti entonces, supongo. - mentí.

- Sí, de hecho cuando hablamos por mensajes hoy temprano ella todavía seguía en mi cama. Y quería volver a hacerlo. - comentó feliz como si se tratara de una gran hazaña.

Estaba empezando a actuar como un idiota presumido otra vez y me sentí molesto.

- ¿Y entonces para qué me invitaste? - protesté - Si ya la tenías a ella aquí. Podrías haber aprovechado el día para seguir teniendo sexo, que es lo que más te gusta hacer ¿o no?

- Como si a ti no te gustara. Lo debes extrañar si hace mucho que no follas.

Me estaba hablando serio y con un tono que hasta entonces no había usado en mí. Como si estuviese enojado o desafiándome. Luego recordé cómo me había hablado en la fiesta y me di cuenta de que era algo parecido a eso. ¿Pero qué mierda le pasaba?

- No empieces a portarte como un idiota. - le advertí.

- ¿Qué dije ahora, eh? ¿Todo lo que digo te va a molestar? Nada te viene bien, rubio.

- Okay ¿sabes qué? Mejor me voy. Ya es tarde de todas formas. - me levanté y entré en la casa. Ya no lo aguantaba más.

Empecé a recoger mis cosas y colocarlas en mi mochila cuando él apareció atrás mío.

- Hey, lo siento. No quise hablarte de esa forma. - parecía apenado.

- No importa. - lo ignoré y seguí guardando mis cosas.

- Sí, sí importa. Lo siento. Ya sabes como soy. Me tomo demasiada confianza contigo a veces y sé que no te gusta. Perdón.

- Está bien. De todas formas ya me estaba por ir.

Sabía que algo más le pasaba pero no me lo quería decir. Y yo no le iba a preguntar porque estaba enojado con él. Al diablo, quería irme a mi casa.

- ¡Liam, espera! - insistió poniéndose frente de mí, bloqueando el camino hacia la puerta.

- ¿Qué? Tengo que ir a casa.

- No te vayas todavía. - insistió.

- ¿Y qué quieres hacer?

- No sé, sigamos hablando. O si quieres podemos cocinar y cenar juntos.

- Es temprano todavía para cenar. - estaba volviendo a ser el mismo Nathan que antes. El amable y simpático.

- Bueno, puedes quedarte hasta la noche si quieres.

- No, mejor no. Quiero ir a casa. - lo rechacé.

- ¿Estás enojado conmigo?

¿De verdad me preguntaba eso? Él era el que había empezado con el cambio drástico de humor.

- Sólo quiero ir a casa ¿sí? Tal vez otro día.

- De acuerdo. - contestó no muy convencido y se apartó. - La pasé bien hoy contigo. - agregó mientras me abría la puerta.

- Yo también. - dije algo seco y tosco. No era mi intención sonar así pero la situación se sentía extraña.

- Bueno...otro día nos juntamos. - me sonrió pero me resultaba difícil sonreírle de vuelta. Mi mente estaba ocupada intentando procesar qué carajos estaba ocurriendo.

Nos despedimos con un saludo de manos y luego me fui.

En el camino a casa seguía intentando pensar qué había pasado. ¿Se habría molestado con algo que dije? ¿Con esa tonta broma que le dije? Definitivamente no le había gustado nada el que yo le haya hecho sentir incómodo. Y entonces me sentí un poco culpable.

¿Pero por qué? Él siempre estaba molestándome y yo me la tenía que aguantar y soportar que me tratara de odioso si me enojaba.

Era su turno de aguantársela. Me convencí de que yo no había hecho ni dicho nada malo y me fui tranquilo a mi casa.

¿Quién se creía que era? Las cosas no iban a ser siempre como él quisiera. 

 

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El chico que detestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora