Esto tenía que ser una maldita broma.
Estaba por fin en mi casa, con Liam, empezando de nuevo. Lo había recuperado después de tanto tiempo, y de la nada tenía que aparecer esta persona tan particular. Camila.
¿Estaba teniendo una especie de visión o algo de eso? Ella había sido la causa por la que nos peleamos la primera vez, y allí estaba otra vez apareciendo en mi vida, en mi casa, a las 5 de la mañana, cuando estaba a punto de hacerle el amor a mi novio.
- ¿Qué haces en mi casa a estas horas? - pregunté aturdido por su presencia.
Tenía un vestido corto para salir y por la botella de alcohol que traía en la mano supe que había andado de fiesta y bebiendo por allí. ¿Pero por qué demonios tenía que terminar en mi casa la chica con la que tantas veces me había acostado en el pasado?
- Estaba en una fiesta por aquí cerca. Pero nah, me aburrí y luego recordé que vivías a unas cuadras y dije por qué no voy a visitar a Nate. Tú eres más divertido - respondió intentando meter su mano por debajo del cuello de mi camiseta.
- Ahh no, lo siento. - respondí alejándome de ella enseguida ante la atenta mirada de Liam. Me miraba con el ceño fruncido y sabía que ya estaba en problemas. Diablos.
- No creí que estarías con visitas. Lindas visitas - dijo ella dirigiéndose a Liam con una sonrisa. - Mucho gusto, bonito. Soy Camila.
Incluso hasta tenía el ánimo para coquetear con otro delante de mis narices. A Camila no le importaba nada, pero ya la conocía bien, no sé por qué me sorprendía. ¿Tal vez porque al que miraba con ojos lujuriosos en ese momento era mi propio novio?
Por Dios, qué situación tan bizarra.
- Oh ¿así que Camila? Hola, mucho gusto - la saludó con ironía Liam. Con ese nombre ya debía de saber de quién se trataba exactamente. Ahora sí que estaba en serios problemas.
- No puedes aparecer así como si nada en la casa de la gente a esta hora - la regañé.
- Ay, como si no lo hubiese hecho ya cientos de veces antes. Y nunca te quejaste, querido.
- ¿Ah, sí? Vaya - Liam sonrió falsamente y al mismo tiempo me clavó una mirada asesina.
- Así que...¿qué hacemos? - Camila le dio un sorbo a la botella en su mano y luego se tiró en mi sofá como si estuviese en su propia casa.
- ¿Perdón? Olvídalo. Tienes que irte - respondí.
- Hey ¿por qué esa mala onda? ¿Qué andaban haciendo ustedes dos solitos aquí, eh? - nos miró con perversión en los ojos.
Era claro que los rumores que de que me había enamorado de un chico todavía no le habían llegado a Camila. No tenía problema en decírselo, pero era raro e incómodo luego de la cantidad de veces que habíamos estado juntos. ¿Qué diría? ¿Se sorprendería como hicieron los demás? ¿Se reiría de mí?
La verdad tenía curiosidad por ver su reacción. Y considerando la mirada matadora de Liam, mejor me apuraba en explicarle la situación.
- De hecho, estábamos por tener sexo- le dije así nomás, sin vueltas, con una sonrisa picarona. Ella se rió. Seguramente creía que estaba bromeando.
El otro que tampoco podía creer lo que dije era Liam. Me miró sorprendido ante el comentario.
- Interesante. ¿Puedo unirme a la fiesta? - siguió riendo Camila.
- No creo que a mi novio le guste mucho la idea.
- ¿Novio?
- Este es Liam, es mi novio - se lo presenté oficialmente.
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El chico que detesto
Romance¿Qué pasa cuando es el hetero el que insiste en buscar al chico gay? Nathan, con su personalidad extrovertida, su gusto por las fiestas, salir a divertirse, beber y llevar a la cama a cualquier chica que quiere, no puede dejar de querer obtener la...