96 | Liam

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Intenté aguantarme aquella noche pero no hubo caso, y tampoco me resistí mucho que digamos, para ser sincero. Necesitaba sentir a Nathan como antes, sus besos, sus caricias, su piel contra la mía, su respiración y gemidos en mi oído cuando lo tenía sobre mí. Lo extrañaba y deseaba demasiado. Era al único chico que quería y ningún otro podía hacerme sentir como él, estaba seguro.

Tratamos de ser lo más silenciosos posibles, pero era difícil contenerse cuando era la primera vez que teníamos sexo en mucho tiempo. Al menos yo no podía hacerlo, Nathan en cambio parecía poder controlarse un poco más que yo. Sus gemidos eran más apagados mientras que los míos eran más ruidosos y él intentaba callarlos con besos para que mis padres no nos descubrieran. Era consciente que ellos estaban durmiendo en una habitación cercana, pero no podía pensar en otra cosa que no fuese en el placer que Nathan me estaba dando estando dentro de mí. La verdad no me importaba nada más, o quizás incluso, estar haciendo algo prohibido o indebido lo hacía todo más excitante. No sé, solo me estaba volviendo loco. Quería hacer el amor toda la noche de ser posible.

- No pares - le pedí cuando noté que empezaba a agotarse y frenar sus movimientos.

Me sonrió e intentó continuar con su ritmo pero el pobre estaba exhausto. Decidí entonces en cambiar de posición, y me coloqué yo arriba suyo esta vez.

- A alguien le estuvo haciendo falta sexo - se burló de mí cuando me notó tan dominante.

- Cierra la boca. Como si no lo estuviese disfrutando tú también.

- Por supuesto, mi amor. Me encanta que te pongas así.

Con sus manos en mis caderas empecé a moverme sobre él, lento al principio y luego encontrando el ritmo que funcionaba para mí.

En algún momento él consiguió su orgasmo y suspiró cansado al terminar, pero yo seguía moviéndome arriba suyo.

- ¿De dónde sacas tanta energía? - me preguntó entre jadeos.

Me incliné para besarlo y hacer que se calle, y también para ahogar mis propios gemidos. Si no lo hacía iba a despertar a medio vecindario.

Básicamente grité en su boca cuando finalmente pude acabar yo también. Eso había sido extremadamente delicioso.

- Este debe ser el mejor sexo que hayamos tenido hasta ahora - comentó mientras acariciaba mi espalda. Me reí en respuesta mientras intentaba recobrar el aliento. - Liam... - pronunció mi nombre.

Estaba tan cansado que ni siquiera podía levantar la cabeza para mirarlo a los ojos, solo me quedé allí apoyado en su pecho, todavía sin quitarme de encima suyo.

- ¿Quieres volver a ser mi novio? - me preguntó.

La pregunta había sonado tan inocente, como si fuésemos dos niños solamente. Me causo mucha ternura y respondí que sí, mientras que mis ojos se cerraban vencidos por el cansancio. El sueño empezaba a invadirnos a ambos pero antes de finalmente caer dormidos, Nathan me colocó sobre el colchón y me susurró que me amaba una vez más.

Lo próximo que vi al abrir los ojos por la mañana, fue el molesto reflejo del sol que entraba por la ventana. Me quejé y hundí mi rostro en la persona que tenía al lado. Hasta que me di cuenta de que esa persona era Nathan. Y entonces reaccioné y recordé todo lo que hicimos la noche anterior.

Busqué mi celular desesperado y revisé la hora. Eran como las 10 de la mañana y ambos seguíamos allí acostados. ¿Qué diablos iban a pensar mis padres? Me moría de vergüenza mientras intentaba buscar mi ropa y empezar a vestirme.

- ¡Nathan! - lo sacudí pero éste apenas si se movió - Levántate.

Lo moví más fuerte y luego le tiré sus pantalones por la cara.

El chico que detestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora