30 | Nathan

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Estaba que explotaba. Mi calentura no había disminuido ni un poco durante el viaje a casa. No sé cómo me contuve para no tocarlo en el taxi.

Una vez ya dentro de mi casa no quería perder más el tiempo. Apenas cerré la puerta, lo tomé del cuello y volvimos a los besos.

Nos dirigimos a mi cuarto y antes de acostarnos me saqué toda la parte de arriba de mi ropa. Luego empecé a sacar la de él, quién no opuso ni la más mínima resistencia. Sólo nos quedamos con nuestros pantalones cuando caímos en la cama.

Iba a ponerme arriba suyo, exactamente como la última vez pero Liam decidió tomar el control. Me dejó acostado y él apoyado al lado mío empezó a tocarme por todo el torso mientras me besaba. Sus manos eran tan suaves y se sentían tan bien. Cada vez que bajaba hacia mi abdomen y parecía que iba a seguir bajando, volvía a subir, volviéndome loco. Me estaba desesperando.

- Vamos, tócame. - hablé sonando mitad como una súplica y mitad como una orden.

Liam obediente bajó su mano y me acarició allí dónde tantas veces lo había imaginado. La sensación fue inexplicable.

Había vivido esa situación con chicas muchas veces antes pero no tenía comparación. Y eso que me estaba tocando solamente por encima del jean.

Con una de mis manos desabroché el botón de mi pantalón para hacerle entender que quería más. Y así lo entendió, porque luego de eso, deslizó su mano al interior de mi boxer, tocando toda mi caliente y dura erección. Piel con piel al fin.

-Ahh...Liam. - fue imposible no gemir. No podía aguantarme ni un suspiro.

Había tomado mi pene con toda su mano y empezado a masajearlo de arriba a abajo. Era un poco incómodo porque todavía seguía adentro de mi pantalón.

- Sácala. - le ordené y cuando lo hizo me sentí libre finalmente.

Lo vi agachar la mirada para observar mi miembro y se relamió los labios cuando vio la situación de la que se estaba encargando.

- ¿Te gusta? - pregunté entre suspiros.

Me miró a los ojos y asintió con la cabeza.

- Sí. - respondió.

- Ven aquí. - lo tomé del cuello y acerqué su boca a la mía para seguir besándolo.

Liam seguía masturbandome, mejor de lo que alguna vez me lo habían hecho. Supuse que por ser hombre sabía perfectamente cómo hacerlo. Sabía bien cuando disminuir o aumentar la velocidad, cuándo y dónde hacer más presión. Incluso parecía saber cuando estaba cerca de acabar porque en ese momento frenaba y hacía todo más lento. Estaba torturándome.

- Liam...ya...deja de hacerme sufrir. - supliqué.

- ¿No te gusta lo que te hago? - me provocó.

- Me encanta, bebé, pero ya quiero acabar. Deja de jugar conmigo, o me las vas a pagar.

Volvió a aumentar la velocidad y cuando estaba a punto de acabar, cuando sentía el climax llegar a su punto máximo, otra vez disminuyó los movimientos.

Me sonrió malvadamente.

Con mi mano que estaba en su nuca, lo tomé bruscamente de su cabello y tiré un poco de él.

- No sabes la que te espera, rubio.

Él solo me sonrió y volvió a masturbarme. Si me volvía a hacer lo mismo era hombre muerto.

Por suerte esa vez había sido la última. Cuando acabé emití un gemido tan fuerte, que creo que hasta los vecinos escucharon. Llené mi abdomen y parte de su mano con mi semen. Al fin.

Me sentía tan cansado y aliviado.

Liam se recostó a mi lado mientras yo me limpiaba con una de mis camisetas y recuperaba el aire.

- Eso fue...genial. - exclamé - Aunque eres un maldito. ¿Disfrutaste torturándome?

- Sí, la verdad que sí. - lo escuché reír a mi lado, orgulloso de sí mismo.

- Esto no va a quedar así ¿Lo sabes, verdad? - volteé a verlo pero él seguía riéndose.

Quería intimidarlo, como antes, como siempre hacía, pero estaba muy cansado en ese momento.

Ya obtendría mi venganza. Definitivamente me iba a vengar y lo iba a disfrutar mucho. Mientras tanto solo reí con él.

Me sentía tan feliz.

Mierda, me gustaba tanto este chico.

Esa noche nos quedamos dormidos en mi cama. Los dos juntos. Era la primera vez que Liam se quedaba a dormir...pero por supuesto que no sería la última. 

 

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El chico que detestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora