Después de lo que había pasado con Alex, anduve un poco paranoico cada vez que un chico se le acercaba a Liam. No era que creyera que todo aquel que se le acercara fuera gay pero yo era la prueba número uno de que todo podía cambiar de un momento a otro. En fin, llegué a un punto en el que hasta que casi desconfiaba de mi propia sombra. A Liam le parecía divertida la situación de que me volviera loco de celos pero para mí no lo era en lo absoluto. Y lo peor de todo es que todavía no podía salir y decirle a todo el mundo que ese chico era mío. Así que hasta que no lo hiciera básicamente no tenía derecho a quejarme de nada. O por lo menos eso intentaba...
- No sé por qué te preocupas tanto - me decía Liam un día que íbamos caminando juntos por los pasillos de la facultad. - ¿Crees que los chicos se la pasan coqueteándome o algo por el estilo como hacen las mujeres contigo? En todo caso yo soy el que debería quejarme. - rió.
- Ya lo sé...pero si yo me enamoré de ti, ¿por qué no puede hacerlo otro, eh? De hecho todavía no entiendo cómo es que ni tenías novio cuando te conocí...eres demasiado lindo.
- Bueno, ya deja de decirme esas cosas porque me dan ganas de darte un beso y no puedo con toda esta gente por aquí. - dijo en voz baja.
- Guárdalas para cuando estemos en casa. - le sonreí. - Además, deberías saber que a todas esas chicas que dices que se me acercan, las rechazo de entrada. ¿Tú haces lo mismo?
- Ya te dije que nadie se me acerca con esas intenciones, por Dios.
- No importa, deberías aclararles que tienes novio de todas formas.
- ¿O sea que a todo aquel que se me acerque, aunque sea a pedirme la hora, le tengo que decir "Claro, son las 11 de la mañana, por cierto tengo novio"?
- Pues eso me haría sentir mejor. - reí y él me dio un pequeño empujón.
Ya habíamos llegado a un punto dónde teníamos que seguir caminos separados, así que nos detuvimos para poder despedirnos.
- ¿Sabes? No tendrías por qué estar tan celoso, si todos supiesen que soy tu novio. - me miró sonriente pero con unos ojitos llenos de ilusión. Yo me quedé callado, ¿qué le iba a decir? Si tenía totalmente la razón. - Lo siento. - dijo después - No te estoy presionando ni nada, solo fue una acotación.
- Ya lo sé, y ya sé que tienes razón. Como siempre.
- Bueno...tengo que ir a clases. Nos vemos después.
Nos separamos así como si nada, cuando en realidad me moría por darle un beso de despedida, o por lo menos hacerle una caricia, tomarlo de la mano o algo, pero aún no podía hacer nada de eso en público.
Era cierto que Liam me estaba teniendo paciencia con ese tema, pero además de que él se merecía mucho más, ¿cuánto más se iba a poder aguantar esta situación? ¿cuánto más tendría que esperar?
De camino hacia mis clases, me encontré a Michael, quién también se dirigía allí. La gente era tan chismosa que por supuesto ya todos estaban enterados de mi nueva pelea con Alex. Para entonces mi amigo Michael, ya no tenía ganas de dejar pasar el tema de largo.
- ¿Qué es lo que está pasando con ese chico con el que te peleaste? Todos están diciendo que es el mismo que te golpeó en el comedor la otra vez. - fue lo primero que me dijo después de saludarme.
Intenté esquivar el tema lo más que pude pero no hubo caso. Michael estaba muy interesado y ya se estaba poniendo de mal humor al no darle respuestas claras.
- ¿Es amigo de Liam, verdad? ¿Cuándo vas a contarme qué diablos está pasando? - insistió con esa y mil preguntas más.
- Estamos por entrar a clases, hablamos después.
ESTÁS LEYENDO
El chico que detesto
Romance¿Qué pasa cuando es el hetero el que insiste en buscar al chico gay? Nathan, con su personalidad extrovertida, su gusto por las fiestas, salir a divertirse, beber y llevar a la cama a cualquier chica que quiere, no puede dejar de querer obtener la...