81 | Nathan

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Liam estaba raro, podía notarlo. Pero si íbamos al caso yo también me sentía un poco raro. Era extraño tener una cita y coquetear como si fuera la primera vez con el chico que ya había sido mi novio una vez y al cual ya le había entregado todo mi corazón.

Pero iba a tener que pelearla, tenía que intentar recuperarlo porque no me imaginaba estando con nadie más que no fuese él.

Durante nuestra cena de hamburguesas y papas fritas siguió estando bastante callado. No quería incomodarlo ni tampoco apresurar las cosas hablando de sentimientos pero eso era lo que tenía ganas de hacer exactamente. Decirle que todavía lo amaba, muchísimo y que me moría por estar con él.

Soporté lo mejor que pude y me guardé esas palabras. También me moría por saber qué pasaba por su mente. ¿En qué estaba pensando? ¿Sentiría lo mismo que yo? Me estaba sintiendo impaciente y ansioso.

Le preguntaba por sus amigos, sus padres, las vacaciones, las clases, lo que sea para charlar pero nada de lo que decíamos iba realmente a ningún lado. En resumen fue una velada tranquila, normal sin nada serio de qué preocuparme en realidad. Todo iba bien. Aún así...quería hacer avanzar las cosas un poco.

- ¿Te acompaño hasta tu casa? - le propuse cuando salimos del local de comidas.

- No hace falta, debes estar cansado. Hoy estuviste trabajando.

- No, no estoy tan cansado. Y no me molesta para nada acompañarte - insistí.

- Okay...- respondió sonando no muy convencido que digamos.

- Como en los viejos tiempos. - sonreí mientras empezamos a caminar.

Íbamos uno al lado del otro, cerca pero no tanto como me gustaría. Liam tenía las manos en los bolsillos de su chaqueta y eso me impedía siquiera intentar tomar una de ellas.

- ¿Te has divertido hoy? - pregunté luego.

- Claro que sí. A pesar de que me llevaste a ver una película horrible. - rió un poco.

- La próxima tú eliges qué hacer. Si es que...quieres volver a salir conmigo.

- Supongo que lo hiciste bien...y que te mereces una segunda cita.

- ¿Supones o estás convencido? Porque si no lo estás, aún me queda el resto de la noche para convencerte.

- No hace falta. Estamos bien - me miró.

- ¿Lo estamos? - pregunté lleno de dudas. No se oía convencido y eso me mataba.

- Lo estamos - sonrió.

- Okay, entiendo si todo esto te parece raro...considerando que ya hemos estado juntos.

- Sí, lo sé...es un poco raro. Tienes razón - admitió.

El resto del camino fue bastante silencioso, y cuando llegamos a su casa, me moría de ganas por despedirme con un beso o que me invitara a entrar, como antes. Pero cualquiera de las dos opciones se veían lejanas después de cómo me rechazó el intento de beso a la salida de cine.

- ¿Alguna vez...vas a invitarme a pasar? Ya sabes, como antes... - me animé a preguntar.

- Algún día, tal vez...

- ¿Demasiado pronto hoy?

- Eso creo. - se veía algo apenado y tímido y eso solo me daban más ganas de besarlo. ¿Debería intentar una vez más?

- Entiendo que la primera cita sea muy pronto para pasar a tu casa, aunque ya conozco cada rincón del lugar, pero ¿qué hay de un beso? ¿También es muy pronto para eso? A pesar de que también...ya conozco perfectamente esos labios...

- Nathan...

- ¿No extrañas mis besos...aunque sea un poco? - me acerqué a él cerrando la distancia entre nosotros una vez más.

- No sé por qué nuestra relación se siente tan lejana ahora, y eso que no pasó tanto tiempo.

- Pues yo no dejé de pensar en ti, ni un solo día. - confesé. Eso no me lo podía guardar más. - Oye sé que lo arruiné antes, a lo grande, pero deseo con toda mi alma otra oportunidad.

- Yo tampoco me he olvidado de ti, Nate. Pero así como recuerdo todo lo lindo, también recuerdo todo lo que sufrí. - me contó y noté la tristeza en sus ojos.

- Lo siento, yo...- quise disculparme de nuevo por todo pero no me dejó.

- No tienes que pedir más disculpas porque ya te perdoné. No siento rencor ni nada malo. Es solamente que...

- ¿Qué?

- No lo sé, Nate. No sé qué siento exactamente.

Me asustó esa confesión. Fue una puntada directo al corazón. Dolió porque a pesar de lo bien que lo habíamos pasado esa noche, lo sentía más lejos que cerca de mí.

No hice más preguntas. Solo me acerqué más y deje un pequeño beso en su mejilla.

- Está bien. Descansa. - me despedí. - ¿Hablamos mañana?

- Claro - me sonrió.

Era sincero con sus miradas y sonrisas, y aunque terminé esa noche con más dudas con las que empecé, todavía tenía cierta esperanza de volver con él. Eso no lo iba a perder y no me iba a dar por vencido.

 Eso no lo iba a perder y no me iba a dar por vencido

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El chico que detestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora