75 | Nathan

16.6K 1.2K 178
                                    

No sé cómo hice pero me puse a estudiar como loco esos últimos días para aprobar los exámenes que me quedaban. Por suerte los fui pasando con buenas notas pero aún así tuve que hacer un trato con mis profesores y realizar unos trabajos extra para compensar todas las inasistencias a las clases. Gracias a Dios me tuvieron piedad y me dieron esa oportunidad para poder pasar las materias.

También volví al trabajo. Fueron bastante comprensivos por mis faltas y lo consideraron como un descanso por problemas de salud. Obviamente no me iban a pagar los días no trabajados, y también me pusieron a hacer horas extras. Pero ni me quejé, claro está.

Así que entre el estudio, las cosas de la facultad y el trabajo no tenía tiempo casi ni para respirar. Pero se sentía bien tener la cabeza ocupada y empezar a tomar las riendas de mi vida.

Las primeras veces que volví a la facultad me sentía raro. Pensé que ya todos sabían de mi relación con Liam, por lo menos el resto de mi grupo. Pero nada de eso había ocurrido.

Marco me había contado que todo seguía normal, que no había ningún chisme al respecto dando vueltas por ahí. Además, de haberse enterado medio mundo me hubiesen llovido mensajes de texto o por las redes sociales preguntándome si era cierto. Pero no, tampoco pasó.

¿Sería entonces posible que Michael se calló la boca y se quedó con mi secreto? Me resultaba un poco raro de creer. Sin embargo, lo terminé de confirmar cuando lo encontré en la facultad uno de esos días cuando retomé mis actividades.

Me acerqué a saludarlo esperando que ya no estuviese enojado conmigo.

- Hola. - me respondió sonando tranquilo.

- ¿Todo bien? - pregunté.

- Sí, veo que volviste a las últimas clases.

- Sí, un poco tarde pero no quiero quedarme libre en las materias.

- Me parece bien.

- ¿Sigues enfadado conmigo? - me animé a preguntar sin más rodeos.

- Un poco. - admitió pero él se veía bastante sereno.

- Sé que debí contarte todo hace mucho...y en persona. Lo siento. - me disculpé de nuevo.

- Ya, no quiero volver a hablar de eso. Olvídalo.

- Entonces ¿estamos bien o...? Porque no entiendo si seguimos siendo amigos o no.

- No lo sé. Aún sigo un poco confundido con todo lo que me contaste. Siento que no te conozco. - su respuesta me hizo sentir un poco triste.

- Está bien. ¿No le has dicho a nadie sobre todo lo que te conté? - pregunté luego.

- No. Estuve a punto de contarles al resto de los chicos pero decidí no hacerlo.

- ¿Por qué no?

- Porque es tu deber ser honesto con ellos. Además si ellos se enteran probablemente se termine enterando todo el mundo. Y supuse que no estabas listo para eso. ¿O me equivoco?

- No sé, pero...gracias por guardar el secreto. - Estaba sorprendido y emocionado por su actitud.

- ¿Pensaste que se lo había contado a todos?

- Algo así. - respondí apenado.

Negó con la cabeza y me miró decepcionado.

- Soy el peor amigo, lo lamento. - dije totalmente arrepentido por haber pensado mal de él.

- ¿De verdad me tienes tan poca confianza, Nathan?

Bajé la cabeza sin poder responderle ni mirarlo a los ojos. No, no le había tenido esa clase de confianza. Al menos no para estas cosas importantes que me habían pasado en mi vida.

- Mira, si quieres ser gay, es tu vida. - continuó hablando - Sigo sin entenderlo, y tal vez nunca lo haga pero no soy una mierda de persona, no voy a burlarme de ti por eso o algo por el estilo. Tampoco soy hipócrita ¿sí? Sé que he hecho algún que otro comentario homofóbico en mi vida antes pero definitivamente no diría nada malo de ti por eso.

- Lo sé, ahora lo sé. Gracias por no juzgarme. Pero sabes bien que no todos van a tomarlo como tú. Cuando todos se enteren, voy a recibir toda clase de comentarios.

- Bueno, tú elegiste esta vida, te toca aguantártela. ¿Qué quieres que te diga?

- Yo no elegí nada, Michael. - le expliqué - Jamás planeé nada de esto. Simplemente pasó. Lo único que decidí fue aceptarlo.

- Está bien, si tú lo dices... - respondió dándome la razón pero se notaba que no terminaba de entenderlo.

- ¿Crees que podríamos volver a ser amigos alguna vez? - pregunté -  Salir como antes, ir a fiestas, divertirnos y reírnos como antes...

Me miró serio como pensando la respuesta.

- Dijiste que ya no me conocías. ¿Qué tal si volvemos a conocernos de nuevo? - agregué con una sonrisa.

- ¿Vas a decirle al resto la verdad?

- Lo haré. - le aseguré - Ya no quiero mentir más.

- Está bien. Supongo que podemos empezar de cero. Pero no me haré cargo de la reacción de los demás. Si ellos ya no quieren ser tus amigos y no quieren que salgas con nosotros, yo no puedo hacer nada. Seremos amigos por nuestra cuenta y ya.

- El que me digas eso me hace sentir más que bien. Y...me siento afortunado en este momento. - seguí sonriendo. No podía ocultar lo aliviado y feliz que me sentía porque había aceptado darme una oportunidad.

- Bueno ¿y cuando vas a decirles? Porque guardar tu secreto es muy incómodo cuando eres el tema de conversación con los chicos. No estoy apurándote ni nada, solo quiero que todos tengamos las cosas claras.

- No te preocupes. Aún tenemos que rendir un último exámen ¿no?

- Sí, el último día de clases.

- No va a faltar nadie ese día. Van a venir todos nuestros compañeros, y entonces será la oportunidad perfecta.

- ¿Vas a salir del closet delante de todo el mundo? - me miró sorprendido.

- ¿Te parece mala idea?

- No...pero si me empiezan a tratar de gay a mí también por ser tu amigo, te patearé el trasero. - dijo por fin sonriéndome como en los viejos tiempos.

No sabía si había terminado de recuperar a mi amigo definitivamente. Pero tenía la esperanza de que todo iba a estar bien. Con tiempo y hablando tal vez podríamos llegar a ser incluso mejores amigos que lo que fuimos alguna vez.

Así que estaba feliz.

Y nervioso...por lo que me esperaba ese último día de clases. 

 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El chico que detestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora