17 | Nathan

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La noche de ese jueves pasé a buscar a Liam por su casa. Desde allí, fuimos caminando hasta un bar cercano del centro.

- Te prometo no beber mucho. - dije mientras íbamos caminando uno al lado del otro. - Aunque ahora que estoy contigo, me siento más seguro que cuando bebo con mis amigos. Siento que estoy en buenas manos.

- O sea que pretendes emborracharte y que yo me haga cargo de ti. Olvídalo eso no va a pasar.

Reímos. Era lindo volver a reír con él. Lo había extrañado esos días que no nos vimos ni hablamos.

Ya en el bar nos pedimos un trago cada uno. Había poca gente en el lugar ya que era día de semana. Pero al día siguiente ni él ni yo teníamos clases así que por eso aprovechamos esa noche.

Nos habíamos sentado en una de las mesas del fondo del bar.

- ¿Así que trabajaste por la mañana estos días? - preguntó tratando de iniciar conversación.

- Ah sí, odio cuando me cambian los turnos pero bueno me pagan bien. No me puedo quejar.

- Me gustaría trabajar a mi también la verdad...y no depender tanto de mis padres. Pero entre la cursada y el estudio es complicado. No sé cómo haces.

- Me las rebusco. Trabajo desde el primer día en que ingresé a la facultad. Me gusta ser independiente. Pero si yo fuera tú aprovecharía el que tus padres puedan mantenerte y enfocarte en el estudio.

- Si, lo sé. Eso hago. Por suerte me va bien dentro de todo.

- Claro que sí. Ya me di cuenta que eres medio nerd. - bromeé.

- No podían faltar tus bromas, claro que no. - dijo mirando hacía otro lado tratando de esconder una sonrisita.

- Pero si es la realidad. De veras, hablando en serio. Ojalá fuera tan inteligente como tú.

- Pues...yo creo que eres bastante inteligente.

- ¿Acabas de hacerme un cumplido? - pregunté irónico.

- Sí, aprovéchalo mientras dure.

- De acuerdo. - me estaba sintiendo muy feliz - ¿Jamás te hubieses imaginado estar así conmigo hace dos semana, no?

- Claro que no. Eras uno de los seres más despreciables en la faz de la tierra para mí.

- Vaya - exclamé - ¿Tanto así?

- Bueno, tal vez no tanto - me sonrió viéndome a los ojos.

Sentí mi corazón empezar a latir más rápido de que lo debería. Sentía la cara caliente también. Creí que era el alcohol.

- Pero veo que ya no piensas eso ¿verdad? - dije serio. Trataba de sostenerle la mirada pero costaba.

Diablos, se veía tan bien esa noche. Tenía una camisa de un tono azul oscuro que le quedaba muy bien. Hacía que resaltaran su cabello y sus ojos.

Me era imposible dejar de mirarlo pero a la vez me daba vergüenza. Me intimidaba.

Liam al contrario se veía seguro. Siempre se veía así pero esa noche en particular lucía tan confiado. Eso solo lo volvía más atractivo. ¿Pero por qué no podía dejar de pensar en esas cosas mientras hablaba con él? No era normal.

- No, ya no pienso que seas tan imbécil. Tal vez no me convenzo del todo todavía pero...supongo que vas por buen camino. - respondió mientras le daba un trago a su bebida.

- ¿Y qué tengo que hacer para terminar de convencerte entonces?

- No lo sé...el tiempo dirá. - sonrió.

- De acuerdo. Acepto el desafío. - le sonreí de vuelta.

Seguimos hablando de otras cosas y luego su celular empezó a sonar. Liam no le prestó atención durante todas las veces que sonó pero ya se estaba poniéndo denso quien fuese que le estuviese hablando.

- Perdón, mejor lo apago. - se disculpó encendiendo la pantalla.

- Mejor contesta y ya. Tal vez sea importante.

Lo observé mirar la pantalla, leyendo los mensajes supongo. Y luego lo vi esbozar una pequeña sonrisita. Y la verdad es que me molesté. No sabía por qué. Solo quería saber con quién estaba hablando, quién estaba robando su atención.

- Perdón. - se volvió a disculpar. Guardó su celular en el bolsillo de su pantalón.

- Está bien. ¿Quién era? - pregunté directamente.

- Mi amigo Alex. El que te conté la otra vez.

- ¿El que creí que era tu novio?

- Sí, ese mismo. - afirmó.

- ¿Pasó algo importante? Parecía muy insistente.

- No, nada, no te preocupes. Sólo quiere molestarme.

- Pues dile que moleste en otro momento. - intenté que sonara como una broma pero la verdad era que lo pensaba en serio.

- Tranquilo, ya le dije que estaba ocupado. - rió.

- Tal vez le gustes. - comenté de la nada. Ni siquiera sabía por qué dije eso.

- ¿A Alex? ¿Qué? Nada que ver.

- Bueno ¿por qué no? Tiene novio?

- No ¿y eso qué tiene que ver?

- Solo digo...si los dos son solteros. Tal vez podrías gustarle.

- ¿Solo porque los dos somos gays?

- No, porque ¿quién no gustaría de ti? - me arrepentí al segundo de decir eso. Había sonado extremadamente gay. Liam se me quedó viendo extraño pero creo que vi un poco de rubor en sus mejillas. - Quiero decir...supongo que debes tener tus pretendientes. Eres atractivo.

- Ah...no, nada que ver. - negó - Tampoco conozco muchos chicos gay. La mayoría son amigos de Alex. Él es el sociable, no yo.

- ¿No has salido con nadie últimamente?

- No, he estado ocupado con la facultad.

La conversación se estaba tornando seria de la nada y no sabía cómo salir de ella. Me estaba sintiendo muy incómodo. Liam seguía inmutable.

- ¿Tú nunca has tenido una relación seria? - preguntó luego de un breve silencio.

- Cuando era adolescente. Pero como era solo un niño supongo que ni cuenta.

- Sí, claro que cuenta. Viniendo de ti cuenta y mucho. - rió. - ¿y por qué ya no? ¿No te has...enamorado?

- No, nunca. - respondí un poco dudoso de mis palabras.

¿Por qué dudaba? Jamás me había enamorado. Eso era más que un hecho.

- Yo tampoco. Nunca me enamoré. No de verdad al menos. - me contó.

Me miró a los ojos muy serio y de verdad ya no lo soportaba más. Nuestras bebidas ya se habían terminado hacía rato. No había razón para seguir allí.

- ¿Quieres que vayamos a mi casa un rato? - pregunté entonces.

- ¿Quieres que vayamos a mi casa un rato? - pregunté entonces

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El chico que detestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora