Ese sábado había sido muy extraño para mí. Liam me había descolocado por completo y no terminaba de entender por qué. Me sentí a la defensiva por un momento y por eso le había empezado a hablar con un tono más molesto.
No era mi intención tratarlo mal ni hacerlo sentir incómodo. Pero no me gustó nada sentirme así de intimidado por él y no supe cómo reaccionar.
No hablamos los siguientes tres días. Recién el miércoles le mandé un mensaje de texto preguntándole cómo andaba ya que él tampoco daba señales de vida.
¿Seguiría molesto conmigo? No lo culpaba si así fuese. Por eso había decidido darle tiempo.
No me contestó el mensaje y ya había pasado casi todo el día. Era de noche y estaba en la casa de mi primo Lucas quien me había invitado a comer.
- Me alegro no haber tenido que rescatarte de ningún problema estos findes pasados. - me comentó mientras nos relajábamos después de comer.
- Te dije que me iba a portar bien. ¿No me habías creído, no?
- Claro que sí, pero bueno tenía mis dudas. Lo que sí me sorprende es que te hayas hecho amigo del chico al que empujaste en la fiesta. Eso sí que no me la esperaba.
- Y eso que el chico me destetaba. - sonreí recordando mis primeros encuentros con Liam.
- Eres un idiota ¿sabes? Tú no aceptas un no como respuesta ¿verdad?
- Nop. ¿Qué puedo decir? - presumí - De todos modos no sé si somos amigos. Quiero decir ahora nos llevamos mejor pero Liam es...es complicado. - volví a pensar en todo lo que había pasado la última vez que nos vimos.
- Pues básicamente lo obligaste a juntarse contigo, no me sorprende. - bromeó.
- No es eso, es...olvídalo.
No sabía si contarle a mi primo al respecto sobre todo lo que me había estado pasando esos días. Pero no tenía otra persona con más confianza que él. Mis amigos estaban definitivamente fuera del mapa para estos casos.
- Ahora quiero saber. Vamos, cuéntame. - insistió.
- Bueno, es que...él es diferente. - dije.
- ¿En qué?
- Es muy sincero con sus pensamientos. Siempre dice lo que piensa y siente sin importar lo que digan los demás. Pero no es desconsiderado. No sé cómo explicarte. Es...muy amable y simpático a pesar de que tiene su carácter. Nunca había conocido a alguien como él antes. No es falso, no es superficial. Es chapado a la antigua además. Es todo correcto y educado...y... - dejé de hablar porque Lucas estaba mirándome extraño - ¿Qué?
- Jamás te había oído describir a un chico así. O algún otro ser viviente. Realmente lo has estado observando ¿no?
- Bueno ¿cómo no hacerlo? Él me llama mucho la atención. - hice una pausa - También es gay.
- ¿Es gay? Vaya... - comentó como si no fuese un dato muy importante. - En fin suena como la clase de amigo que deberías tener. No esas bestias de Michael y los demás.
- Me encantaría ser su amigo pero a veces...
- ¿A veces qué? - preguntó al ver que yo no terminaba la oración.
- De acuerdo, si te cuento esto tienes que prometer que no vas a decirle nada a nadie. Ni siquiera a tu puta sombra. - le amenacé.
- ¡Wow! Está bien. - exclamó - Sabes que puedes confiar en mí, tonto. ¿Qué es lo que te sucede?
- Es que a veces...pienso mucho en él. - confesé.
- Ajá...¿y? ¿Qué piensas?
- Pienso...en él, en qué estará haciendo, por qué no me habla, qué tengo que hacer para que... - callé otra vez sin terminar la idea.
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El chico que detesto
Romance¿Qué pasa cuando es el hetero el que insiste en buscar al chico gay? Nathan, con su personalidad extrovertida, su gusto por las fiestas, salir a divertirse, beber y llevar a la cama a cualquier chica que quiere, no puede dejar de querer obtener la...