FINAL

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Liam

Pasaron tres meses desde que Nathan y yo volvimos a estar juntos

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Pasaron tres meses desde que Nathan y yo volvimos a estar juntos. Y dos desde que nos mudamos a su casa. Mentiría si dijera que no tuve algunos miedos por una tan pronta convivencia pero fue increíble lo perfecto que estaba saliendo todo. Nate y yo nos sentíamos más unidos y más juntos que nunca. Ahora sí se sentía como si estuviéramos empezando una verdadera y seria relación.

Y no todo iba genial puertas para adentro, también me sorprendí por lo buen novio que Nathan resultó ser cuándo estábamos en público, sobre todo en la universidad. Me tomaba de la mano, me daba besos y se ponía super cariñoso incluso en frente de su antiguo grupo de amigos. Si me hubiesen dicho que iba a vivir situaciones así con Nathan tiempo atrás, me hubiese reído en sus caras. Pero lo cierto es que se había tomado muy en serio eso de demostrarme todo el tiempo lo mucho que me amaba y yo no podría estar más feliz. Aunque lo que mayor felicidad me daba en realidad era verlo a él tan contento, tan maduro y tan libre. Así quería verlo siempre, sin importar con quién estuviese al lado. Pero por entonces yo era el afortunado de tenerlo y disfrutarlo, y no tenía pensado dejarlo ir.

Ese mismo día en que cumplíamos exactamente dos meses viviendo juntos, Nathan estaba más nervioso que nunca, porque aquel día iba a ser muy importante para él, para ambos en realidad, pero sobre todo para él. Iba a contarles a sus padres sobre nosotros.

Intentaba disimular sus nervios pero lo conocía demasiado bien.

- Nate, ¿estás bien? - le pregunté al ver que no paraba de moverse en su asiento. Estábamos en el comedor de la universidad después de las clases, esperando a nuestros amigos para almorzar todos juntos.

- Estoy perfecto - mintió con una sonrisa totalmente fingida.

- Mi amor, ¿sabes? No tenemos que hacer esto si no quieres.

- ¿Quedarnos a comer? Pero ya estamos aquí.

- Sabes que no me refiero a eso. Me refiero a esta noche, la cena con tus padres.

- Ah, ¿eso? No estoy preocupado.

- Sí, lo estás. Has estado inquieto desde ayer.

- No puedo cancelarlo aunque quisiera. Ya los llamé y ya organicé todo. Y además, no quiero cancelarlo - me aseguró.

- No me enojaré si quieres. Podemos hacerlo en otra ocasión. Y, de última, si no lo cancelas y vienen pero no quieres decirles la verdad, me iré a pasar la noche a la casa de alguno de mis amigos. No tengo problema.

- ¡No te haré hacer una cosa así! ¿Estás loco? ¡No! Además...ya esperé demasiado. Es ahora o nunca.

- Nadie ni nada te está presionando, Nate.

- ¡Sí, yo lo estoy haciendo! - exclamó desesperado y yo reí de la ternura que me dio.

- Solo quiero que sepas que está bien si te arrepientes a último momento.

El chico que detestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora