28 | Nathan

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Esa noche habíamos quedado con Liam para ir a comer juntos afuera, pero después de lo que había pasado con su amigo esa tarde, no sabía si nuestros planes seguían en pie.

Decidí llamarlo ya que no daba señales de vida.

- Hola...- respondió. Sonaba un poco desanimado.

- ¿Cómo estás?

- Bien, estaba por ir a ducharme. - me contó.

- ¿Entonces...sigue en pie lo de esta noche?

- Claro.

- No suenas muy convencido, rubio. Oye, si es por lo de hoy, lo lamento. Sé que no debí meterme y...

- No, yo lo siento. - me interrumpió - Solo querías defenderme y defenderte a ti mismo sobre lo que decía Alex y yo te traté un poco mal. Lo siento.

- Te escucho algo... triste ¿seguro que estás bien? - pregunté preocupado.

- Sí, es solo que no me gusta pelear con Alex. Y tampoco entiendo por qué se pone así.

- Yo ya te dije por qué se pone así. Liam, es obvio que está celoso.

- Claro que no. - negó - Ya te expliqué que no es así. No empieces con tus teorías.

- Pero es la única explicación que le encuentro.

- Tú no lo conoces, Nathan ¿si? Mejor no hablemos de esto.

- Sí, tienes razón. - contesté porque notaba que se estaba empezando a enojar de nuevo conmigo - ¿Te paso a buscar como antes? ¿A eso de las nueve y media?

- De acuerdo.

Definitivamente no iba a volver a hablar de Alex durante la cena porque lo ponía de mal humor. Quería divertirme y reír con él, como solíamos hacer. Quería hacerlo sentir bien y feliz. Sin embargo el tema de su amigo me seguía molestando por dentro...

🌸

Durante la cena las cosas transcurrieron bastante bien. Liam estaba más animado y me sonreía como siempre. Me encantaba compartir tiempo con él, no veía la hora de tenerlo en mi cama, pero esto también lo disfrutaba. Esto también valía la pena.

Hablamos de muchas cosas, entre ellas me contó sobre su familia y sobre cómo les había costado aceptar su homosexualidad cuando salió del closet a los 16 años.

- Yo creo que mi mamá se reiría en mi cara si le cuento las cosas que estuve haciendo contigo. - reí - Y mi papá...bueno, creo que me mataría. Tienes suerte de que al final lo hayan aceptado.

- Yo pensaba lo mismo que tú antes. Tenía mucho miedo pero era algo que tenía que enfrentar tarde o temprano. Fuese cual fuese el resultado.

- Fuiste muy valiente, rubio. - me había puesto a pensar si yo alguna vez podría hacer algo así de ser necesario pero la idea me parecía muy lejana.

- Tú también lo fuiste. - dijo sacándome de mis pensamientos.

- ¿De qué hablas?

- Bueno...cuando te empezó a pasar todo esto conmigo. Cualquier otro hubiese salido corriendo ante esos sentimientos pero tú no lo hiciste. ¿Seguro que no has estado con chicos antes? - preguntó mirándome con una sonrisa traviesa.

- No, te juro que no. Es la primera vez que me pasa esto con otro chico y nunca pensé que me podría llegar a pasar. Pero ya que pasó...me alegra que haya sido con uno sexy y lindo como tú. - le guiñé un ojo.

- Eres terrible. - rió - Pero me gusta eso de ti ¿sabes? Tu actitud para enfrentar estas cosas. Yo siempre soy tan complicado, pienso todo mil veces antes de actuar. Pero tú, eres más espontáneo, simplemente vas y lo hacés. Quisiera ser más así en la vida a veces. Más arriesgado, más valiente.

- A mi me gusta como eres, Liam. Además aceptaste estar conmigo a pesar de que va en contra de tus reglas, yo diría que eso es ser bastante arriesgado.

- Es cierto. Esto también es nuevo para mí. La realidad es que no sé en lo que me estoy metiendo. - declaró.

- Yo tampoco, rubio. ¿Y qué? Me muero por estar contigo y es todo lo que me importa.

Me sonrió y se sonrojó cuando le dije aquello, y luego agachó la mirada.

- Me das mucha ternura cuando te pones así. - agregué.

- ¿Así...como? - preguntó un poco nervioso.

- Así...avergonzado y tímido. Así te imagino cuando te tenga en mi cama.

Se sonrojó mucho más después de decir eso y yo obviamente estaba fascinado.

- Baja la voz, estamos en un restaurante. - miró a hacia todos lados para ver si alguien estaba pendiente de nuestra conversación - Además, estás dando por sentado que me vas a tener en tu cama. Yo no estaría tan seguro. - intentó hacerse el presumido pero ya a esa altura era poco creíble.

- Ya te tuve ¿te olvidaste?

- Eso no cuenta.

- Sí que cuenta. Te juro que cada vez que me acuerdo de eso me pongo muy...

- No quiero saber. - interrumpió mientras reía.

- ¿Ah no? ¿Seguro? ¿No quieres saber y sentir todo lo que provocas en mí? - dije y lo miré a los ojos fijamente.

Lo dejé callado y de nuevo se le ponía la cara roja. Amaba tenerlo así, amaba tener este poder sobre él. Me hacía desearlo tanto.

- No son temas para hablar en un restaurante mientras comemos. - habló luego.

- Vayamos a casa entonces. - propusé.

- No, esta vez no me vas a engañar con ese truco.

- ¿Entonces voy a tener que besarte aquí...en frente de todos? ¿Es eso mejor? - lo desafié.

- Dios, eres imparable. Además no te creo capaz.

- ¿Quieres ponerme a prueba? Estás loco si crees que voy a terminar esta cena esta noche y que no me vas a dar aunque sea un buen beso.

- Nate...

- Te respeté tus días de estudio y te dejé en paz aunque me moría por ir a tu casa a molestarte un ratito y comerte la boca pero no lo hice. Me porté bien. Solo quiero mi recompensa. - sonreí. Puse todo mi encanto, era imposible que se resistiera.

- La tuviste en la facultad hoy, en el salón ¿lo olvidaste?

- Pero fuimos interrumpidos, no cuenta. Quiero más, y lo sabes. - estaba poniéndome intenso y sabía que eso le podía - ¿No te gustan mis besos? - insistí. Sabía que lo ponía nervioso y me encantaba.

- Sí, me gustan. - respondió bajito con sus ojos tímidos. Apenas podía mantenerme la mirada - Me encantan, Nate. - dijo después más seguro y serio y me sorprendí.

Dios, la forma en que lo dijo y me miró fue tan sexy, hizo que mi corazón latiera fuerte en mi pecho y que algo empezara a crecer en mis pantalones.

- ¿Entonces? - hablé con dificultad. Ahora el nervioso parecía yo - ¿Qué vamos a hacer al respecto?

- Tal vez...tal vez te de un beso, pero cuando nos vayamos de aquí, porque no quiero ser el centro de atención.

- De acuerdo. ¿Nos vamos entonces? - dije sonriente.

Había mucha tensión entre nosotros, necesitaba liberarla cuanto antes. Pero no iba a negar que todo ese juego previo era muy muy excitante. 

 

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El chico que detestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora