47 | Liam

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Esos días, después de lo que pasó con Nathan, fueron horribles. La bronca que sentía con él al inicio, pasó a ser bronca conmigo mismo, como debería haber sido desde el principio. Luego el enojo se convirtió en tristeza. Y allí seguía, sintiéndome como la mierda. Mis amigos tenían razón, me encariñé demasiado, sin darme cuenta. ¿O es que tal vez si lo sabía pero no quería aceptarlo porque se sentía tan bien estar con él?

El solo hecho de imaginármelo con esa chica, fuese quien fuese, me revolvía el estómago. Pensé que eso nunca iba a ocurrir, que Nate era en cierta forma feliz conmigo, así como yo lo era con él. Pero qué tonto fui, pensando que las cosas iban a seguir así para siempre ¿Qué pretendía?

Hablé con Zoe, le conté todo y ella luego le contó a Alex, ya que yo no quería molestarlo con mis problemas y sobre todo decirle que había tenido razón todo este tiempo. En cuanto se enteró, me llamó y quiso venir a verme a casa pero quería estar solo, a Zoe también le había dicho lo mismo. Ambos me dieron a entender que me apoyaban y que lo mejor era que me alejara de Nathan, al menos por el momento.

Sabía que tenían razón, pero ¿cómo podría ser lo mejor? Si lo único que hacía era pensar en él, extrañarlo y pensar en la última vez que estuvimos juntos riendo y diciéndonos cosas cursis como si fuéramos novios.

Alejarme iba a doler, e iba a ser difícil pero si iba a hacerlo tenía que hacerlo bien. Primero tenía que decirle la verdad a Nathan. No podía desaparecer del mapa así como si nada.

Así que el lunes cuando lo vi, porque sabía que lo iba a ver, junté valor y le dije lo que tenía que decir. Le dije lo que sentía, me guardé algunas cosas pero lo importante ya lo sabía.

Conociendo a Nathan, con lo insistente que era, sabía que no se iba a quedar de brazos cruzados. Iba a volver a insistir para que hablemos y hablemos, y yo tenía que ser fuerte para resistir.

Más tarde en mi casa, llamé a Alex tal cual le había dicho.

- Perdón, sé que querías mantenerte distanciado de mí, y no te la estoy haciendo fácil.

- Te dije ayer que ahora no iba a hacer eso, no cuando te noto así de triste. Además te lo dije ¿no? Hace mucho...que cuando esto pasara allí estaría yo para consolarte. No es que esperaba que te lastimaran así pero Liam, yo me la veía venir. Eres demasiado bueno para él.

- Desearía haberte hecho caso, Alex. Yo diría que soy demasiado tonto.

- No digas eso. Evidentemente tenías que verlo por tu cuenta. Solo lamento que haya sido así. Ese idiota... - lo escuché gruñir del otro lado del teléfono.

- Por favor, no te enojes con él. Nate no hizo nada malo en teoría. Él jamás me prometió nada, Alex. Yo solo creé esto en mi cabezita.

- No importa, deja de defenderlo. Te duele, y estás en todo tu derecho a que te duela esto.

- Lamento esto Alex...tú tampoco debes estar pasándola bien después de lo que me contaste. Y aquí estoy, hablándote del chico que me gusta cuando tú también sientes cosas por mí.

- Eso no importa ahora.

- Sí, sí importa. Desearía sentir todo esto que siento pero por tí. Tú sí vales la pena.

Tarde me di cuenta que había sonado como si le tuviera lástima a mi amigo. Si lo lastimé, no me lo hizo notar porque rápidamente escuché una risita del otro lado, y luego me dijo que estaba todo bien, que todo pasaba por algo.

- Alex...te extraño, amigo. Sé que todo es complicado ahora, ambos tenemos cosas con qué lidiar, tan similares...pero no quiero que te alejes de mí. Ni ahora ni nunca. Te necesito. Perdón si sueno egoísta pero...

- Yo también te extraño. - me interrumpió - Y no te preocupes, aquí estoy y siempre voy a estar para ti, Liam. No importa que clase de relación tengamos. Siempre te voy a querer. Eso nunca va a cambiar.

- Yo también te quiero, gracias por todo.

Tal vez no era lo más correcto del mundo pedirle que estuviera conmigo, sabiendo que lo que sabía de él, pero me sentía tan solo. De verdad lo necesitaba.

Al rato de colgar con Alex, una nueva llamada entró. Por supuesto que tenía que ser de él. No atendí. Pero insistía e insistía. Tal cual como dije que iba a pasar. Estaba dispuesto a apagar el teléfono pero no pude, no me aguanté las ganas de escuchar su voz aunque sea unos segundos.

- Nate... - dije cuando respondí la llamada.

- Rubio...¿Cómo estás? - se lo escuchaba tranquilo y algo apagado.

- Estoy bien. No te preocupes por mí.

- Eso es imposible.

- ¿Tú como estás?

- Muy confundido. Excepto por una cosa.

- ¿Qué?

- Que te quiero, Liam. - el corazón empezó a latirme rápido. Sabía que no se refería de la misma manera en que yo lo quería pero de todas formas me movía todo cuando me lo decía.

- Lo sé, no dudo de eso.

- ¿De verdad....se terminó todo?

- Por ahora...tal vez más adelante podamos volver a ser amigos, amigos de verdad, sin cosas raras. - reí un poco.

- No sé si yo quiero eso.

- Yo tampoco quiero eso. - basta, estaba hablando de más. Tenía que colgar.

- ¿Qué se supone que haga yo ahora?

- ¿Seguir con tu vida? Como antes de que nos conociéramos.

- ¿Cómo se supone que haga eso si tú cambiaste todo en mi vida?

Me estaba muriendo con lo que me decía. Pero tenía que ser fuerte.

- Otra vez estás diciendo cosas cursis. - me burlé de él.

- Pero las digo en serio y solo contigo. Solo tú me haces sentir estas cosas.

- Nate, ya basta... tengo que colgar ¿sí?

No podía, no podía seguir escuchándolo porque me moría...me moría de amor.

Esto iba a ser tan, tan difícil. 

 

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El chico que detestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora