No sé por qué me había puesto nervioso el hecho de que Michael conociera a Liam. Ya le había hablado de él, tarde o temprano ese encuentro iba a ocurrir y más aún cuando todos estudiábamos en la misma universidad. Pero el hecho de verlos cara a cara fue un tema completamente distinto.
No me sentía cómodo con Liam mezclándose con mis amigos.
Eran dos mundos muy diferentes los que tenía con cada uno de ellos.
Además, aunque Liam no diría nada, podrían terminar enterándose de que me acuesto con él y no quería que nadie lo supiera por el momento. Solo mi primo, y los amigos de Liam sabían sobre nosotros...y ya me parecía demasiada gente.
- ¿Tus amigos...no han estado contando nada sobre nosotros verdad? - le pregunté cuando estábamos acostados en mi cama después de estar juntos por segunda vez. La cual por cierto fue mucho mejor y más intensa que la primera.
- ¿De qué hablas? - preguntó confundido.
- Bueno, sé que ellos tienen otros amigos además de ti. Tal vez podrían haber comentado algo...
- ¡Claro que no! Tienen prohibido contar esto pero no por ti, sino por mí. Esta es mi vida privada también. ¿Y cuál es el problema si la gente se entera? ¿Te da miedo que arruine tu reputación? - me miró con preocupación.
- No hay nada que contar porque no soy gay, Liam. Y tampoco me gustan otros hombres que no sean tú así que no sé qué soy exactamente y no me importa.
- Pero sí te importa lo que piensen los demás...tus amigos al menos.
- Obvio que sí. Ni loco les cuento esto. No sé cómo lo tomarían. Para mal, seguro. ¿Por qué no podemos dejarlo así y ya? ¿A ti no te molesta o sí?
- No... - respondió no muy convincente y me preocupé.
- Si no te sientes cómodo con esta situación quiero que me lo digas ¿sí?
- ¿Y qué pasaría si fuese así?
- Pues...supongo que tendríamos que volver a ser solo amigos y nada más. La idea es que los dos la pasemos bien con esto.
- La paso bien, Nate. Me gusta estar contigo. - me sonrió y acarició suavemente mi cabello en mi frente.
- Mejor así. Porque no sé si soportaría ser tu amigo y no besarte cuando se me de la gana. Como ahora por ejemplo.
Me acerqué y lo besé dulcemente en esos deliciosos labios suyos. Él se dejó llevar y empezamos una nueva sesión de besos, mientras lo acariciaba por todo su abdomen. La manera en que su lengua jugaba con la mía no tardó mucho en calentarme y producirme una segunda erección. Estaba listo para una segunda ronda, sin duda.
- Oye, recién lo hicimos. ¿De dónde sacas tanta energía? - dijo deteniendo mi mano que ya se estaba dirigiendo allí abajo, a su entrada, para estimularlo nuevamente.
- Tú me produces esto. No es mi culpa. - sonreí con mi mejor mirada pervertida.
- Lo dudo, tú eres un calentón por naturaleza. De seguro estás pensando en sexo el 90% del tiempo. - rió él también.
- Bueno...puede ser. ¿Qué hay de malo con eso? - me acerqué y volví a besarlo.
- Eres insaciable.
- Podríamos...probar otra cosa. - me separé de él y me recosté a su lado sin dejar de mirarlo.
- ¿Cómo qué? - tenía esa maldita mirada de inocente que me mataba. Mierda, me calentaba tanto.
- Bueno... ¿Has hecho sexo oral antes? - pregunté directamente.
Su carita se sonrojó un poco y me miró como sorprendido cuando me oyó decir eso.
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El chico que detesto
Romance¿Qué pasa cuando es el hetero el que insiste en buscar al chico gay? Nathan, con su personalidad extrovertida, su gusto por las fiestas, salir a divertirse, beber y llevar a la cama a cualquier chica que quiere, no puede dejar de querer obtener la...