Por alguna razón presentí que si le contaba a Liam sobre Camila, él se enojaría o no le gustaría. Tal cual como pensé, ocurrió. Pero no pude no decirle, o mentirle. Siempre éramos sinceros el uno con el otro. ¿Por qué me tenía que guardar eso?
Lo que si no me esperaba era la reacción tan fuerte que tuvo. ¿Que ya no podía seguir con esto? ¿Que lo nuestro se había terminado? No entendía a qué se refería. ¿Al sexo, a nuestra amistad? ¿A todo?
Estaba preocupado. Y tampoco dejaba de pensar que había metido la pata estando con Camila. ¿Pero qué tenía de malo? Éramos libres de estar con quien quisiéramos. Entonces me lo imaginé a él haciendo lo mismo, estando con otro chico, y no me agradó para nada la idea. Así como tampoco me había agradado el enterarme que su amiguito Alex estaba enamorado de él. Supongo que si lo veía por ese lado, entendía su enojo.
Pero la pregunta era por qué. ¿Por qué nos molestaría vernos o saber que estuvimos con otras personas? ¿No era demasiado ya?
No entendía nada. ¿Qué estaba pasando? Quería hablar con él, encontrar una respuesta, pero no quería hablarme. Había pasado toda esa noche del sábado, y todo el domingo y no había señales de él. No me contestaba los mensajes, ni las llamadas. Pensé en ir hasta su casa pero tampoco quería invadir su espacio. Evidentemente quería estar solo un rato y tal vez si iba a su casa empeoraría todo.
El lunes estaba en el trabajo, esperando que llegaran clientes, mirando el celular como un tonto, esperando que me respondiera. En algún momento iba a tener que verlo en la facultad, eso era seguro pero no podía esperar más. ¿Y si le envíaba un mensaje a Zoe?
Le escribí y le pregunté si sabía algo de Liam, le conté que habíamos tenido una especie de discusión y que no quería hablarme. Ella ya debía saberlo de todas formas. Me contestó un largo rato después diciéndome que no podía decirme nada pero que Liam estaba bien.
¿Bien? Era obvio que las cosas no estaban nada bien. Si estuviera bien, me estaría hablando.
Pero esto no se iba a quedar así. Esa tarde tenía clases, tal vez si iba un poco antes, podría encontrarlo a la salida cuando saliera para su casa ya que él cursaba a la mañana.
Por lo general, luego del trabajo, iba a mi casa, me bañaba, me cambiaba y luego iba a clases. Ese día ni lo dudé, fui directo a la facultad para tratar de encontrar a Liam.
Llegué y lo busqué por las aulas en las que sabía que cursaba los lunes. Su clase todavía no había terminado. Lo vi por una de las ventanas que seguía allí dentro. Lo esperaría afuera, y lo encararía. No podía evadirme por siempre.
Al que no esperaba encontrarme por los pasillos fue a Alex. Justo la persona que no quería ver. Cuando me vió, se acercó a mí con una expresión de furia en su rostro.
- Sabía que tarde o temprano lo lastimarías. - habló directamente.
- ¿Perdón?
- Claro que no tienes ni idea de lo que hablo ¿no?
- Mis problemas con Liam, son nuestros, no sé por qué te metes.
- ¿Qué estás haciendo aquí? Vete, déjalo en paz.
- Tú no vas a decirme qué hacer. - le di espalda y seguí vigilando el aula dónde se encontraba Liam.
- Sabía, sabía que esto pasaría. Ojalá pudiese haberlo evitado. - continuó diciendo. - Eres un imbécil. Sabías perfectamente cómo era Liam, no creo que seas tan imbécil como para no saber dónde lo estabas metiendo ¿o si?
Me di la vuelta y lo enfrenté. Sus palabras un poco de razón tenían. Sabía que Liam era diferente desde el día uno. Pero ambos nos gustábamos. Ambos queríamos la relación que teníamos. Yo no me arrepentía de nada y esperaba que él tampoco.
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El chico que detesto
Romance¿Qué pasa cuando es el hetero el que insiste en buscar al chico gay? Nathan, con su personalidad extrovertida, su gusto por las fiestas, salir a divertirse, beber y llevar a la cama a cualquier chica que quiere, no puede dejar de querer obtener la...