44 | Nathan

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Desperté y me tomó varios segundos darme cuenta de que no estaba en mi cama. Y no solo eso, cuando sentí calor humano a mi lado y un brazo rodeándome por la cintura, no sabía por qué pensé que se trataba de Liam.

- Liam...- lo llamé aún sin abrir por completo mis ojos. Estiré una mano para acariciarlo pero me encontré con un cabello largo y lacio y no con el cabello corto y suave de él.

Abrí los ojos y me encontré con Camila que también estaba despertando.

- ¿Quién es Liam? - preguntó mientras se desperezaba.

- Ah...nadie.

Era ya pasado medio día. Tenía que volver a casa pero Camila insistió en que tenía resaca por todo el alcohol que bebió y me pidió que me quedara a hacerle compañía aunque sea para almorzar juntos. No era nada que no habíamos hecho antes, además sí se veía un poco descompuesta. Tampoco tenía nada de comida en mi casa y estaba muerto de hambre. Así que me quedé.

La ayudé a cocinar algo simple y rápido y luego almorzamos juntos.

Desde que me levanté estuve chequeando mi celular, en busca de mensajes de Liam, pero nada. Y los que les había enviado ni siquiera los había visto. Probablemente se habría juntado con sus amigos en la noche también. Y tal vez seguía durmiendo.

Quería volver a mi casa pero no sé como terminé nuevamente enredándome con Camila en la cama. Supuestamente íbamos a recostarnos un rato nada más pero una cosa llevó a la otra y terminamos besándonos de nuevo. Y ya sabemos a dónde me llevaban los besos...


Más tarde de camino a casa, en el taxi que me había tomado, no dejaba de pensar en todo lo ocurrido. Me era difícil no comparar lo que sentí estando con Camila y lo que sentía estando con Liam. Con ambos tuve sexo, y se había sentido muy bien físicamente hablando pero las sensaciones a nivel emocional eran tan diferentes. Con Liam tenía una confianza y una complicidad que no había tenido nunca con nadie y eso hacía que el sexo fuese muchísimo mejor con él. Iba sonriendo solo como tonto en el taxi. Tenía ganas de verlo. Hacía varios días ya que no estábamos juntos. Esa noche definitivamente sería nuestra.

Llegué a casa, me di una ducha fría y luego estuve varias horas esperando que me responda los mensajes. Cuando me empecé a preocupar decidí simplemente llamarlo. Increíblemente me atendió casi en el momento.

- Dios, así que sí estás vivo. - dije al escuchar su voz.

- Hey...perdón, me levanté tarde y después me olvidé de cargar el celular.

- ¿Estuviste con tus amigos anoche?

- No, estuve estudiando y pensando... - su voz sonaba muy cansada.

- ¿Estudiando un viernes a la noche? ¿Por qué no me sorprende? ¡Nerd! Y además ¿Por qué no me respondiste los mensajes?

- Ya te dije que estaba cargando el celular, luego vino Alex a casa y lo dejé abandonado por ahí.

- Está bien ¿Y qué hiciste con Alex?

- Bueno...hablamos. Le pregunté qué le estaba pasando últimamente y bueno...tenías razón. 

- ¿Con qué? - pregunté confundido.

- Con eso de que estaba celoso porque... porque está enamorado de mí.

- ¡¿Qué?!

Eso era algo que no me esperaba. Sí, lo había estado molestando con eso desde hacía rato pero de ahí a que fuera realmente cierto y que Alex se lo dijera había mucha diferencia.

El chico que detestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora