No me pude deshacer de mi primo ese día que fue a verme. Y no sólo eso, me llevó obligado a su casa a quedarme un par de días con él. Decía que estaba hecho un desastre y que no podía vivir solo así. No lo iba a negar, era cierto seguramente, pero a mí no me molestaba.
De todas formas tuve que aceptar ir con él porque me amenazó con llamar a mi mamá si no lo hacía.
- Más te vale que no ensucies nada mientras no estoy, ya que no vas a ir clases ni a trabajar, por lo menos no hagas el desastre que hiciste en tu casa con mi casa, y cuida a mi gato, por favor. - me dijo a la mañana siguiente antes de irse a sus clases. - Cuando vuelva vamos a seguir hablando.
No sabía qué más quería seguir hablando. Ya no sabía cómo hacerle entender que yo no iba a estar con Liam. Apreciaba todo su apoyo y todo lo que me había dicho pero era difícil para mí verlo. Simplemente no se sentía correcto.
Pero en una cosa tenía razón. No podía seguir deprimiéndome así, tenía que continuar con mi vida. Y eso iba a intentar al menos, pero es que me costaba tanto. No podía dejar de pensar en Liam. ¿Cuánto tiempo más se supone que me iba a doler todo esto?
Los días fueron pasando tan horrorosamente lento. No volví a la facultad porque tenía miedo de cruzarme con Liam. No quería verlo. Es decir, quería verlo pero si lo veía sentía que se me iba a estrujar el corazón más de lo que ya lo tenía. Por lo menos Lucas me convenció de volver a trabajar. Necesitaba el dinero, tampoco me quedaba de otra.
Y al final, vivir con mi primo por un tiempo, me fue de ayuda después de todo. Me distraía no estar solo, y tener a alguien con quien hablar después de un largo día trabajando. Hablar de lo que sea ayudaba, siempre y cuando no fuese de Liam por supuesto. Hasta que un día, Lucas volvió a nombrarlo.
- Este chico me está volviendo loco con los mensajes. - me comentó una tarde en la que estábamos los dos cómodamente viendo televisión.
- ¿Quién? - pregunté desinteresado cambiando de canal una y otra vez.
- Quién va a ser....Liam.- escuchar simplemente su nombre ya me ponía tenso - Desde que consiguió mi número no deja de enviarme mensajes preguntando por ti. Ya te lo había dicho.
- Y yo te dije que lo ignoraras y ya.
- ¿Es que vas a ser tan cobarde de no volver a hablar con él nunca más, literalmente?
- Pues sí, se ve que soy un cobarde. Ya le dijiste que estoy bien, y que estoy en tu casa, así que eso le tendría que bastar. No tengo más nada para decirle. - No era cierto, quería decirle tantas, tantas cosas todavía.
- Dios, aún no entiendo por qué estás actuando así. ¿No te animas a tener una relación con él? Bien! Pero tienes que dejar de huir, y enfrentar las cosas de una vez. O sea...dejaste de ir a clases para no cruzártelo ¿tienes idea de lo estúpido que es eso? Aún estás a tiempo de volver. ¿O es que quieres quedar suspendido en tus materias?
- ¿Crees que es fácil para mi verlo? - respondí molesto. Ya habíamos discutido sobre eso tantas veces.
- Ya sé que te duele idiota, ¿y qué? Deja de ser tan débil.
Lucas no tenía problema en decirme las cosas crudamente en la cara. Y eso me gustaba en parte, porque me hacía dar fuerza para seguir adelante. Tenía razón, no me podía ni quejar ni responder en contra.
- Tengo un último examen la semana que viene. Tal vez...vaya a rendirlo. - comenté luego.
- ¿En serio? - se sorprendió.
- Sí, no es que estuve estudiando mucho pero creo que si me esfuerzo en los próximos días puedo llegar a ponerme al día e ir a rendir dignamente.
ESTÁS LEYENDO
El chico que detesto
Romance¿Qué pasa cuando es el hetero el que insiste en buscar al chico gay? Nathan, con su personalidad extrovertida, su gusto por las fiestas, salir a divertirse, beber y llevar a la cama a cualquier chica que quiere, no puede dejar de querer obtener la...