12 | Liam

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Llegué a casa de Nathan a eso de las tres de la tarde. No sabía en qué estaba pensando cuando acepté estudiar con él. Era más que obvio que ese chico solo me iba a hacer perder el tiempo.

Tal vez simplemente tenía ganas de verlo...
La pregunta era ¿por qué?

Detestaba que me agradara cada día más y más. No era que yo fuera orgulloso pero odiaba que me agradara...no sé, todo parecía más fácil cuando no me caía bien. Por lo menos en ese entonces no pensaba tanto en él.

Tenía que quitarme esos pensamientos de la cabeza. No podía permitirme pensar en él de esa manera. Para empezar Nathan ni siquiera era gay.

Diablos, Alex me lo había advertido.

- Adelante, pasa y ponte cómodo. - me abrió la puerta feliz como siempre. Aunque pude notar que estaba algo cansado. Debió haberse dormido muy tarde la noche anterior.

- ¿Estabas durmiendo? - pregunté mientras echaba un vistazo al interior. Estaba todo bastante ordenado. Se sentía olor a productos de limpieza.

- No, hace rato que me levanté. Desde que hablamos por mensajes.

- ¿Entonces estuviste limpiando, verdad? - sonreí señalando el ambiente. - Huele bien.

- Mi casa siempre está limpia. - respondió algo serio pero no le creí. Ya me conocía ciertos gestos suyos y la seriedad fingida en él era signo justamente de que estaba mintiendo.

- Si, claro cómo no.

- Hey...¿y qué tal me ves? - cambió de tema.

- Pues como siempre, un poco destruido tal vez. Pero bueno yo también estoy algo cansado. También me dormí tarde.

- Pero ves que estoy bien, quiero decir, no tengo resaca. Solo tomé una cerveza anoche. - dijo con un aire de orgullo propio.

- ¿Ah, sí? Bueno, te felicito. ¿Qué tal tus amigos?

- Pues no...ellos sí se comportaron como unos salvajes como siempre. No sé cómo habrán terminado porque me fui antes de la fiesta. Pero ya les mandé mensajes y están sanos, salvos y vivos todavía.

- Que bueno.

- Ponte cómodo, siéntate. - me señaló un sillón en lo que parecía ser su living-comedor. Me senté y empecé a sacar mis apuntes. Nathan se dirigió a la cocina a buscar algunos snacks para comer y algo para tomar.

- ¿Y por qué te fuiste antes de la fiesta? - pregunté cuando volvió con las cosas y se sentó a mi lado.

- Uh, bueno, digamos que estaba ocupado con alguien más. - respondió haciéndose el misterioso.

- ¿Te fuiste a follar, verdad? - deduje sin rodeos.

- Cuando tú lo dices así suena algo sucio. - me miró raro mientras buscaba sus propios apuntes en su mochila.

- Tal vez porque lo es. - me empecé a sentir molesto pero ignoré la sensación.

- Oh, vamos...¿Tú no tienes relaciones sexuales?

- Eso no es de tu incumbencia. - me quejé.

- Por Dios, sólo hice una pregunta normal entre amigos.

- No sé si llegamos a ese nivel todavía.

- ¿Por qué eres tan difícil conmigo, rubio? - sonrió y pues bueno, sus malditas sonrisas me podían. Le devolví la sonrisa pero no le respondí su pregunta.

- Así que te fuiste a follar con... una desconocida, me imagino. - quise seguir indagando aunque ya me imaginaba sus respuestas típicas.

- Insisto, cuando tú dices esas cosas me haces sentir algo así como un prostituto.

- Entonces así fue ¿eh? Por Dios, tú no cambias más.

- ¿Tiene algo de malo?

- Supongo que no. Simplemente no es mi estilo de vida. Ir por la vida follando con gente desconocida.

- ¿Nunca te acostaste con nadie que conocieras de una noche? - preguntó curioso.

- Claro que no. - respondí yo como si fuese lo más obvio del mundo.

Sabía que era mayor la cantidad de gente que vivía su vida como Nathan y mucho, muchísimo menor la gente que la vivía como yo. Y si bien respetaba el modo de vida de los demás, me seguía pareciendo desagradable tanto libertinaje.

- ¿Entonces no tienes relaciones? - preguntó sorprendido esta vez.

- Oye, la vida no pasa por tener sexo todos los fines de semana.

- Ya sé, solo que dijiste que no tenías novio, así que me pregunto ¿Cuándo fue la última vez que tuviste sexo?

Su pregunta me tomó desprevenido totalmente y me sonrojé por completo.

- ¿Qué te importa, idiota? - respondí molesto.

- Que no te de pena. No pasa nada. - dijo riéndose. Por Dios, se había dado cuenta que era un tomate en persona.

- Se supone que me hiciste venir para estudiar, no para hablar de mi vida sexual.

- Te recuerdo que tú empezaste esta conversación sobre follar. Además tengo curiosidad. Pensé que los gays al ser hombres no tenían ningún problema en tener sexo casual.

- ¿Y qué crees que todos los gays somos iguales? - mi molestia había vuelto. O tal vez nunca se había ido.

- Bueno, no tú...ya me di cuenta que tú eres completamente diferente al resto del mundo. - dijo serio mirándome a los ojos.

Su mirada me relajó. ¿Por qué diablos me hacía tener estos repentinos cambios de humor? Me sentía en un estado de bipolaridad constante.

- Bueno ya, empecemos a leer. - abrí mis apuntes y empecé a hojearlos. Él no dijo más nada y empezó a hacer lo mismo con sus hojas.

- No es que quiera incomodarte ¿sabes? - habló unos minutos después. Ya me parecía raro que estuviese tan callado. - Sólo intento conocerte mejor, pero eres como un hueso duro de roer.

Lo miré y sentí que tal vez estaba siendo demasiado arisco con él sin razón. No estaba hablando de nada que no haya hablado con otras personas antes al fin y al cabo.

- Si tanto te interesa saber, la última vez que tuve sexo fue como hace seis meses. - respondí un poco avergonzado. - Con un chico con el que salí un tiempo.

- !Wow, seis meses! - exclamó super sorprendido.

- No te burles.

- No me burlé, solo me sorprende.

- Sí, me imagino que sí, considerando que tú tuviste sexo anoche. Lo mío debe parecerte una eternidad.

- No, no me sorprende por eso. Es que creí que ibas a decir más tiempo. - dijo serio y luego rió.

- Eres un idiota ¿sabes?! - exclamé y le tiré en la cabeza un almohadón que tenía al lado. Me hizo reír de todas formas.

Me estaba sintiendo en confianza, cada vez más. Y la verdad que por dentro eso me daba un poco de miedo. 

 

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El chico que detestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora