Una nueva semana empezó. Faltaba poco para que terminaran las clases y empezaran las vacaciones. Por un lado me alegraba porque podría volver a casa de mis padres a visitarlos. Además necesitaba un cambio de aire. Pero por otro lado, sentía que me faltaban cosas por hacer, problemas que resolver antes de irme. Y claro está que todo eso tenía que ver con Nathan.
Le di miles de vueltas en mi cabeza a la conversación con su primo pero no me animaba a hablar con Nate, ni siquiera por teléfono. Quería decirle que estaba todo bien entre nosotros, a pesar de que ya no éramos novios, que él tenía que seguir adelante con su vida y encontrarse a sí mismo. Ese día cuando nos peleamos estaba tan dominado por el enojo que no dije todo lo que le tendría que haber dicho. Había mucho más para hablar entre nosotros.
Pero aún así no me animaba a levantar el teléfono. El solo hecho de escuchar su voz ya me ponía nervioso.
Estaba, entonces, en el supermercado, haciendo las últimas compras para lo que quedaba de clases. Y entonces lo vi...
Nate. Empujaba un carrito de compras y hablaba con su primo Lucas a su lado.
Había estado tratando de evitarlo todo ese tiempo, ya que vivíamos tan cerca, pero no me imaginé que iba a encontrarlo justo en el super.
Me congelé y me paralizé. Ellos no me vieron y no quería que me vieran para nada. Les decía a mis piernas que se movieran y corrieran en la dirección opuesta pero no me hacían caso.
Y no podía dejar de mirarlo. Se veía igual que siempre. Pero la expresión en su rostro no era la misma. Es decir, cualquier lo vería normal pero no yo. No yo que conocía a la perfección sus sonrisas y ese brillo especial en sus ojos cuando estaba feliz y que ahora no estaban. Me sentí muy mal al verlo así.
Estaba relativamente lejos de ellos pero se iban a acercando y yo ahí como un idiota no podía moverme. Entonces una voz me hizo reaccionar.
- Liam - giré la cabeza y me encontré con Alex. ¿Qué hacía ahí? ¿Es que todos decidimos venir a comprar al mismo super, en el mismo día y a la misma hora?
- Hola... -lo saludé educadamente y luego por fin pude empezar a moverme, alejándome de él y también de Nate y su primo.
- ¡Espera! - exclamó Alex y empezó a seguirme.- ¿Podemos conversar aunque sea como dos personas normales dos segundos? No pido nada más.
- ¿Qué quieres Alex? - pregunté ignorándolo y empezando a elegir productos de las estanterías y colocándolos en la canasta de compras que llevaba.
- De verdad no quiero que nuestra relación sea así a partir de ahora. Una relación en la que ni siquiera puedo preguntarte cómo estás cuando nos encontramos en el super.
- Estoy igual que siempre. ¿Qué esperabas?
- Haría lo que fuera porque te sientas mejor.
Me detuvé y volteé a mirarlo. Otro más que no se veía nada bien.
- Solo quiero olvidarme de todo este drama y dejar de sentir este vacío que siento en el pecho. Pero eso nadie lo puede arreglar. - le respondí aguantándome las ganas de llorar.
- Liam, lo lamento de verdad. Tienes razón. Yo...no debí hacer nada de lo que hice. Estuve mal pero por favor, déjame ayudarte ahora. Déjame hacer lo correcto esta vez.
- ¡Entonces ve a disculparte con Nathan! ¡¿Por qué no entiendes que tu problema no es conmigo?! - exclamé alzando la voz más de lo necesario.
- ¡¿Qué quieres que le diga?! - me contestó de la misma forma - ¡Dime. Dime qué quieres que le diga y se lo diré!
- ¿Ah, sí?
- Haré lo que tú quieras, Liam, pero por favor deja de alejarte de mí.
Él solo quería estar bien conmigo. A Alex realmente no parecía importarle Nathan y eso me molestaba. ¿Pero tenía algo de malo al fin y al cabo? Él estaba enamorado de mí. Yo era su prioridad y no Nathan. Lo entendía pero de todas formas me molestaba. Pues Nate era importante para mí y Alex tenía que entenderlo de una buena vez. Si tan solo lo hubiese entendido desde el primer momento...
¿Por qué todos nos complicábamos las cosas así? Alex, Nate, yo. ¿Por qué no podíamos hablar y decirnos lo que sentíamos adecuadamente? Todo sería más fácil si habláramos las cosas y dejáramos de huir u ocultarnos de nuestros problemas.
Entonces me sentí cansado, harto de todo. Así que se me ocurrió esta loca idea, tomé la mano de Alex y empecé a arrastrarlo por los pasillos del super.
Encontré a Nathan y a Lucas no muy lejos de dónde estábamos y me terminé de acercar a ellos junto con Alex. La cara de pánico de Nate cuando me vio fue indisimulable. Mi corazón latía rápidísimo y no podía pararlo. Junté fuerzas de no sé dónde y lo saludé.
- Hola...
- Liam. - me respondió Lucas sorprendido - Hola.
Nathan no decía nada aunque no me quitaba los ojos de encima, pero en cuanto se percató de la presencia de Alex su expresión cambió a una llena de odio mientras lo mataba con la mirada.
- ¿Podemos hablar? - le pregunté a Nate. - Los tres solos. - señalé a Alex.
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El chico que detesto
Romance¿Qué pasa cuando es el hetero el que insiste en buscar al chico gay? Nathan, con su personalidad extrovertida, su gusto por las fiestas, salir a divertirse, beber y llevar a la cama a cualquier chica que quiere, no puede dejar de querer obtener la...