11 | Nathan

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Seguí hablando con Liam por mensajes de texto durante el resto de esa semana. El fin de semana mis amigos y yo íbamos a volver a salir. Había una fiesta de un amigo de uno de los chicos y no podíamos faltar. Tuve el deseo de invitar a Liam y sus amigos, para que vengan con nosotros pero por alguna razón, luego de pensarlo mejor, no sentía ganas de que él se mezclara con los bestias de mis amigos.

Liam era tan diferente a ellos. Sentía que tenía dos mundos diferentes cuando estaba con él y cuando estaba con ellos y de repente sentí que no debía mezclarlos.

Así que no lo invité. Ese viernes salí solamente con mis amigos como siempre. Pera me controlé con la bebida, no iba a dejar que se repitiera lo de la otra vez.

No sabía si era la falta de alcohol o qué pero me empecé a aburrir rápidamente. Mis amigos y sus conocidos estaban alocados y alterados como de costumbre cada vez que salíamos pero yo me sentía apagado, aburrido, sin ganas de estar allí.

Pensaba en Liam. Me había dicho esa tarde que se iban a juntar en casa de ese chico Alex a comer y pasar el rato hasta tarde. Ellos solían tener ese tipo de reuniones tranquilas por lo que me había contado. De repente sentía ganas de irme de allí, y estar con ellos. Deseaba que me hubiese invitado para pasar el rato con él y sus amigos pero obviamente nunca iba a hacer eso, por lo menos no por el momento, porque sabía que no me tenía esa clase de confianza todavía.

Maldita sea, la falta de alcohol me tenía mal. Pero no podía descontrolarme, le había prometido a mi primo que iba a ser más responsable, además Liam me había dicho que tenía que hacer lo mismo. Sus palabras realmente tenían peso, me importaba mucho lo que él pensara de mí.

Y también alguien tenía que controlar a esos salvajes de mis amigos. Michael no paraba de arrastrarme al centro de la fiesta para unirme a su "diversión" pero yo seguía rechazando todos sus intentos.

Estaba sentado en la barra del lugar, tomando una cerveza, la única que había comprado y la única que pensaba tomar, mirando el celular, buscando algo con qué entretenerme.

Unos minutos luego, una chica alta, rubia, de ojos claros y una mirada lujuriosa se acercó a mí coqueteando. Era hermosa pero mis ánimos seguían por el piso esa noche, incluso para buscar a alguien para tener sexo.

- Ya deja de ver el celular y ven a bailar conmigo. - insistió ella que no se había movido de mi lado.

Volteé a verla nuevamente y no sé por qué pensé en Liam. El color de cabello de la chica era muy parecido al de él. Luego miré sus ojos pero no, ella no tenía los brillantes ojos azules de Liam.

- Disculpa...¿cuál es tu color de cabello?- le pregunté de la nada interrumpiendo lo que sea que me había empezado a decir.

- ¿Mi cabello? Pues...es rubio... - respondió confundida.

- Sí, sí.ñ, pero no es un rubio común...digo, no es rubio, rubio. - no sabía cómo explicarme. Dios, ni siquiera sabía por qué le estaba diciendo todo eso a ella.

- No, no lo es, es rubio cobrizo, ese es el tono exacto. - dijo luego tocándose un mechón y mirándose las puntas. Rubio cobrizo. Ese es el color de Liam.

- ¿Te gusta? - continuó hablando ella al ver que yo estaba perdido en mis propios pensamientos.

- Sí, me encanta. - le sonreí.

- Y a mí me encanta el tuyo. - levantó una de sus manos y la llevó a mi cabello, atravesando los mechones entre sus dedos. Ese pequeño acto se sintió bastante relajante, además del hecho que amaba que me acariciaran el cabello. Cerré los ojos como acto reflejo y disfruté de esa caricia durante unos segundos pero luego cuando volví a abrirlos y me encontré con la imagen de esta chica viéndome de manera sexy, me sentí como...decepcionado.

El chico que detestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora