Se me derretía el corazón con cada palabra que me decía. ¿Acaso estaba soñando?
Yo también estaba muerto de miedo, pero él de verdad que se veía aterrado y perdido. ¿Era real todo lo que me estaba diciendo? Debía de serlo porque jamás lo había visto así, y Nathan, como es él, jamás diría esas cosas si no fuesen ciertas.
Una llamita de esperanza e ilusiones nació dentro de mí. Ahora sí que no quería alejarme de él.
Me acerqué y lo abracé, muy fuerte.
- Sé que cuando empezamos, no la era la idea de que pasara todo esto. - dije sin soltarlo ni un segundo - Supongo que sobre todo tú no te lo esperabas.
- Claro que no, ni siquiera pensé que me iba a gustar tanto un chico.
- Nate. - me alejé un poco y lo miré a los ojos - No sé qué tanto sientas por mí pero si estás dispuesto a intentar algo nuevo, conmigo...entonces yo también. Y sé que ambos tenemos miedo, pero podemos tener miedo y enfrentar esto juntos.
- ¿Vas a arriesgarte conmigo? - preguntó sorprendido. - Con todo lo que conoces de mí.
- Confió en ti.
- No lo sé, Liam. No sirvo para esto de las relaciones. No sé cómo se hace. No me importa lo que siento ahora, me importa más no lastimarte. Quiero que tú estés bien, nada más.
- Tonto ¿tienes idea de cómo me siento ahora? Sabiendo que yo también te gusto de la misma manera.
- El que me gustes no quiere decir que sea bueno para ti.
Dios, quería tirármele encima y besarlo. No sé cómo todo cambió de un momento para otro pero quería esto, quería esto con él. Si había una mínima oportunidad de estar juntos o aunque sea intentar, la quería. Estaba dispuesto a arriesgarme, solo faltaba que Nate también quisiera arriesgarse.
- Si nunca lo intentas, nunca lo sabrás. Tal vez puedas incluso sorprenderte a ti mismo.
Me miró muy raro y luego se alejó completamente de mí.
- Perdón...yo...no debí decir nada. No debí decir nada de lo que te dije. - lucía arrepentido como si recién se hubiese dado cuenta de que cometió un grave error.
- No digas eso. Siempre nos dijimos lo que sentíamos, siempre fuimos sinceros entre nosotros.
- Liam, no entiendes, no puedo...
- Está bien tener miedo, Nate. - intenté acercarme pero me hizo un gesto con la mano para que no lo hiciera.
- No puedo.
Estaba totalmente serio y no parecía estar dudando de lo que decía. Sentía que se me volvía a partir el corazón pero él solo tenía demasiado miedo. Lo entendía. El amor asusta mucho y sobre todo cuando te pega de golpe.
- Hey ¿recuerdas cuando me besaste por primera vez? - dije - Luego me dijiste que querías explorar lo que sentías, sin pensarlo demasiado. Era también algo nuevo para ti, el sentirte atraído por otro chico y no te importó. Siempre te guiaste por cómo te sentías. ¿Por qué ahora estás pensando tanto? Esto es lo mismo...
- No, no es lo mismo, Liam. Porque esto es serio. No puedo tomarlo a la ligera. Esto no es ningún experimento, se trata sobre ti y tus sentimientos. Y yo jamás jugaría contigo. Lo que más miedo me da...es no ser suficiente para ti. - se lamentó.
- ¡Deja de pensar en mí un segundo! - exclamé - Esto no es solo sobre mí, también es sobre ti. Sobre lo que tú también te mereces. Dime ¿qué es lo quieres? ¿qué es lo que deseas?
- No importa...
- ¡Sí importa, idiota! A mí me importa, dímelo.
- Mejor vete, Liam. - me dio la espalda.
- No, no quieres que me vaya en realidad, ya me lo dijiste.
- Dios, eres un cabeza dura.
- No, tú lo eres. Porque te estás reprimiendo. Tú no eres así, Nathan.
- Solo estoy siendo inteligente. - volteó a verme otra vez - Sé cuando tengo algo demasiado bueno enfrente de mí. Y también sé cuando estoy a la altura o no.
- Si lo estás. - insistí - Nate, yo...te amo.
Ya no toleraba más guardarme esas palabras. Necesitaba darle confianza. Quería que supiera lo mucho que lo quería, lo mucho que me importaba. No me dijo nada, solo se me quedó viendo.
- ¿Por qué haces que parezca tan fácil decir esas palabras? - preguntó luego.
- Porque lo es, porque lo siento así. Querías que te dijera qué hacer, pues esto es lo que deberías hacer: arriesgarte. El que no arriesga, no gana.
- Liam...yo...
- Podemos ir despacio... - insistí. Sentí que estaba cerca. Estaba cerca de hacerlo cambiar de opinión.
- Que loco. - rió un poco - Por una vez que dejo de pensar en mí, tú me dices que es lo tengo que hacer. Que irónico. Tal vez esto que siento es lo más grande que me ha pasado en la vida ¿y entonces por qué no quiero continuar con esto? ¿Por qué se siente incorrecto decirte que sí?
Y de repente lo cerca que me sentía de él de la nada se convirtió en kilómetros de distancia.
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El chico que detesto
Romance¿Qué pasa cuando es el hetero el que insiste en buscar al chico gay? Nathan, con su personalidad extrovertida, su gusto por las fiestas, salir a divertirse, beber y llevar a la cama a cualquier chica que quiere, no puede dejar de querer obtener la...