31 | Liam

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Desperté al día siguiente con un ruido horrible que no sabía de dónde venía. Hasta que reaccioné y me di cuenta que era la alarma de mi celular.

- ¡¡Mierda!! - exclamé abriendo los ojos de golpe.

Era día de semana. Ese día era viernes. Aún la semana no había terminado y tenía clases esa mañana.

Intenté levantarme pero había un brazo rodeando mi cintura. Volteé y me encontré con un Nathan dormido abrazándome. Inmediatamente reviví en mi mente todo lo de la noche anterior.

Y la alarma seguía sonando cada vez más fuerte.

- Liam, apaga esa cosa por el amor de Dios. - se quejó sin abrir los ojos y volví a la realidad.

Moví su brazo, me levanté y busqué mi celular que había caído por ahí en algún lugar del piso.

Cuando lo encontré, desactivé la alarma y vi la hora. Eran las 6:30. Tenía clases a las 10. Había tiempo pero tenía que ir a casa, ducharme y buscar mis cosas.

- Oye, Nathan. ¿Tú no tienes clases hoy? - lo sacudí sentándome en la cama a su lado.

- ¿De qué hablas? Es sábado.- balbuceó aún con los ojos cerrados.

- Es viernes, idiota. Yo me voy, tengo que ir a clases.

Me intenté levantar pero me tomó de la muñeca y me volvió a tirar a la cama.

- Por un día que faltes no te vas a morir, nerd.

- No quiero faltar. Hoy hay tema nuevo que evalúan en el próximo examen. - no iba a negar que era muy tentador quedarme en la cama con él. Se veía tan tierno con su cara de dormido.

- No seas tan nerd. Acabamos de tener nuestra primera noche juntos ¿y te vas a ir así como así? - me estaba mirando serio con sus lindos ojos verdes y no podía dejar de acordarme la manera en que lo había tocado anoche.

Se me puso la cara colorada de tan solo pensar en eso. Diablos, había sido tan hot.

- Yo también tengo clases. - agregó después - Faltemos.

- No, Nathan. Estamos en época de parciales.

- Uh, que pesado. - bufó -  Está bien. Pero al menos empecemos bien el día.

Iba a preguntar a qué se refería pero no me dio tiempo porque rápidamente sentí su mano pasando por mi clásica erección matutina.

- N-nate, no...m-me tengo que ir. - intenté detenerlo pero en un movimiento veloz se había puesto arriba mío.

- Te dije que me ibas a pagar lo de anoche.

- Ahora no es el momento.

- Es exactamente por lo cual es el mejor momento para mi venganza. - dijo con una sonrisa diabólica.

- Nate, no...eso... - no pude hablar más porque empezó a besarme.

Tenía que resistirme pero se sentía muy bien como para negarme. La noche anterior yo había hecho todo el trabajo y en ese momento él parecía querer devolverme el favor poniéndose más dominante que nunca.

Tomó mis muñecas y las colocó encima de mi cabeza, apretándolas para que no pudiera liberarme. Luego abrió un poco mis piernas ayudándose con las suyas y se posicionó en el medio.

- ¿Q-qué vas a hacer? - pregunté nervioso.

- Voy a follarte. - me sonrió.

- ¿Qué..?

- Con ropa...por el momento. No soy tan malo.

Empezó a besarme en el cuello y a pasar su lengua por cada rincón, y bajó lo más que pudo por mis hombros, hasta donde su posición le permitía. Luego volvió a subir hasta mi boca dónde suavemente mordió mi labio inferior.

En ese momento apoyó toda su entrepierna en la mía y dio una estocada. Se levantó levemente y dio otra. Así, una y otra vez, rozando nuestros miembros a través de nuestros pantalones.

Tal como dijo, estaba follándome, pero con ropa.

- Nathan...ahh - gemí cada vez que sentía su peso sobre mí. Intentaba liberar mis manos pero su fuerza era mayor.

- ¿Qué pasa, no te gusta? - preguntó irónico. No contesté. - Esto es solo una pequeña prueba de lo que te espera, bebé.

Era muy caliente, maldición. Alzaba mi cadera en busca de más contacto cada vez que se alejaba. Y me encantaba cuando me decía "bebé". Siempre me pareció cursi ese apodo pero él lo hacía sonar tan sensual.

- N-nate, nate...- repetía su nombre una y otra vez. Buscaba su boca pero la alejaba cuando quería besarlo. Solo me dejaba rozar sus labios o él pasaba la lengua sobre los míos, humedeciéndolos.

Seguía con los movimientos allí abajo y estaba matándome.

- Dime qué quieres... - dijo en un momento. No podía hablar, no podía responder. - Vamos, dilo.

- ¡Fóllame! - exclamé en un fuerte gemido. - No p-pares.

- Pídemelo, por favor. - exigió.

- ¡Por favor! - supliqué. Ya no tenía más dignidad que perder. Realmente me tenía bajo su poder.

- Vas a tener que hacerlo mejor que eso, Liam.

La manera en que decía mi nombre también era sexy, mierda. Lo odiaba, lo detestaba porque lo deseaba tanto. Lo necesitaba tanto. Lo quería tanto.

- Por favor. - supliqué de nuevo. - Por favor, no pares, mi amor.

Diablos, no quise decir eso. Me miró extraño unos segundos pero luego empezó a moverse con más rapidez. El roce de la ropa ya estaba empezando a hacerse doloroso pero no quería que pare y él al parecer tampoco quería parar.

Mmm, era delicioso como se movía sobre mi. Iba a correrme en cualquier momento. Sus suspiros y gemidos en mi cuello y rostro solo me estimulaban más.

Luego de unos minutos que parecieron eternos finalmente acabé en mis pantalones. Dios, como había sufrido todo eso, y liberarse se sentía tan bien. Nathan aún no acababa así que siguió moviéndose sobre mí y no mucho después también consiguió su orgasmo.

- ¡Por Dios! - jadeé mientras seguía intentado recuperar el aire. Nate se había quedado arriba mío descansando. - Oye, quítate.

Quería huir cuanto antes de allí. ¿Realmente le había dicho "mi amor"? ¿En qué mierda estaba pensando? ¿Cómo se me ocurrió? No me daba la cara para verlo a los ojos.

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El chico que detestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora