24 | Liam

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¿Con qué cara iba a ver a mis amigos después de lo que había hecho? Gracias a Dios pude recurrir a la poca cordura que me había quedado ese día y escapé de allí lo más rápido que pude.

Mierda, ese chico sí que me encendía. Parecía un experto cómo me tocaba, como si ya hubiese estado con otro chico antes de mí. Sabía perfectamente dónde acariciarme y mis lugares de debilidad.

Esa noche en mi casa no paraba de recibir mensajes de Zoe para que le contara cómo me había ido con Nathan. Me sentía avergonzado de contarle todo lo que lo había dejado avanzar esa tarde. No había estado en mis planes ser tan débil.

Finalmente le conté, porque tarde o temprano lo iba a saber de todos modos. Obviamente quedó maravillada con la información que le di.

No sucedió lo mismo con Alex cuando le conté a él. Me lo encontré en la facultad el lunes y decidió saltarse una clase que tenía para charlar conmigo al respecto.

- Entonces...¿ahora son una cosa así como. amigos con derechos? - me preguntó. Se veía como decepcionado de mí. O al menos eso presentía.

- No, bueno, no sé...no hablamos al respecto.

- Se supone que a eso ibas, no a revolcarte con él.

- Simplemente pasó ¿okay? Deja de regañarme. - me estaba empezando a sentir molesto.

- No te regaño, es solo que desconozco estas actitudes tuyas. ¿Qué es lo que pretendes hacer con ese chico?

- ¿Y qué si quiero tener una relación más casual con él? Tal vez debería hacerle caso a Zoe. - lo enfrenté.

- Tú no tienes experiencias en esas cosas. Vas a terminar encariñándote.

- Ya estoy encariñado ¿okay? Pero no como tú crees. Lo conocí y me agradó. Me gusta Nathan. Me gusta pasar tiempo con él...y no me refiero solo físicamente.

- Eso me suena a encariñarse amorosamente...y más viniendo de ti.

- ¿Por qué crees que soy tan débil, eh? - exclamé enojado

- Yo nunca usé esa palabra, Liam. Solo intento protegerte ¿Por qué te enojas conmigo? - me respondió de la misma manera.

- Porque no me has dicho nada positivo desde que te conté que empecé a ver a Nate.

- ¿Nate? ¿Ahora es Nate?

- ¿Qué, te molesta que lo llame así ahora?

No sabía porque estaba tan enojado y alterado. Alex, se preocupaba por mí, lo entendía. Pero me desesperaba que no tuviera un mínimo de confianza en mí. Sentía que me estaba tratando como un niño y él solo era un año mayor que yo.

- ¿Sabes? No me salteé una clase para que me vengas a pelear y discutir. - respondió. - Solo vine a ayudarte.

- Pues no me estás ayudando diciéndome que todo lo que hago o quiero hacer está mal. Y yo no te pedí que faltaras a tu estúpida clase.

No me contestó pero se me quedó viendo de una forma en la que nosotros nunca nos mirábamos. Estaba enojado pero también parecía triste y cansado.

- Bueno, cuando ese imbécil te lastime, aquí estaré yo para cuidarte. - dijo finalmente y luego se retiró.

- ¡¡Puedo cuidarme solo!! - le grité mientras se alejaba y volteó a verme cuando me escuchó pero no dijo nada y siguió su camino.

Había peleado con Alex. No lo podía creer. ¿Cómo podía ser que terminé peleando con uno de mis mejores amigos por culpa de Nathan, el chico que hacía tan solo unos días decía odiar?

Y hablando de Roma...

- ¡Rubio! - escuché que me llamó desde algún lado. Volteé y lo vi acercándose a mí.

- Hola...- saludé poco animado.

- Te estuve enviando mensajes. ¿Por qué no me contestas?

- Es que no vi el celular, estaba hablando con un amigo.

- Sí, te vi que estabas hablando con alguien ¿Alex, verdad?

- Sí... - la verdad no tenía muchas ganas de hablar con Nate en ese momento y mucho menos de Alex.

- ¿Qué pasó? ¿Por qué estás así? ¿Pasó algo? - preguntó preocupado mirándome extraño.

- Sí, discutí un poco él pero no importa.

- ¿Por qué? Cuéntame.

- No, olvídalo. No es nada.

- Liam, sabes que puedes contarme lo que quieras. - respondió con una expresión en su rostro llena de paz. Luego tomó mi hombro y me sonrió levemente. - No seas tonto, cuéntame.

¿Cómo era que lograba hacerme sentir tan bien en unos segundos haciendo prácticamente nada? Me hacía sentir que estaba en confianza con él.

- Tengo que ir a clases en un rato. Después te cuento. - le respondí más tranquilo.

- Sí, yo también tengo clases. Si quieres podemos ir a mi casa después ¿Qué te parece?

- De acuerdo.

Arreglamos para encontrarnos después de nuestras clases y caminar juntos hasta su casa.

Pero esa vez me iba a controlar. De todas formas no me sentía con ánimos para hacer otras cosas. Realmente quería contarle lo que estaba pasando con Alex y bueno...también hablar de nosotros. De lo que sea que fuéramos. 

 

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El chico que detestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora