60 | Nathan

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Hacía bastante que no había una tormenta en la ciudad. Había estado haciendo falta para que limpiara todo el aire y el ambiente. Y en cierta forma parecía que eso también había hecho en mi cabeza. Esa noche me sentí tan liviano caminando bajo la lluvia, sin tanto estrés en mi mente, no sé por qué o cómo llegué a sentirme así. Supongo que la pequeña conversación por mensajes con Marco también me había animado un poco. Ni siquiera me conocía bien y ahí estaba haciéndome sentir como un tonto por no atreverme a estar con el chico que quería.

Cuando tuve a Liam enfrente mío, solo podía pensar en lo mucho que lo amaba. ¿Por qué, por qué tenía que ser todo tan complicado? Podría intentar hacer las cosas más simples si quisiera. Yo solo me estaba complicando la vida. Quería a ese chico más que nada. Podría...podría intentarlo. Dar lo mejor de mí y ver si servía para esto del amor.

Todos tenían razón. Yo también merecía ser feliz, y estando con Liam esa noche solo podía fijarme en lo bien que nos hacíamos y en lo correcto que se sentía cuando reíamos juntos.

No quería alejarme más. Tampoco quería pensar más. Era hora de actuar. Y lo que quería hacer era esforzarme y ser mejor para él. Todavía tenía miedo pero al carajo, pensé. No podía ser un cobarde toda la vida.

Una oportunidad, es todo lo que necesitaba. Solo una. Es más de lo que muchos recibían y yo la tenía porque ahí estaba Liam dispuesto a seguir adelante conmigo. No necesitaba más.

- Vayamos despacio ¿sí? - le dije al otro día cuando despertamos. Estábamos acostados, con Liam descansando en mi pecho mientras nos abrazábamos, y ninguno de los dos pretendía levantarse. Estábamos tan cómodos. Afuera ya no había tormenta, pero había quedado una leve llovizna, la cual se podía ver a través de la ventana de su habitación. Sentía que la mañana no podía ser más perfecta. - Eso es lo que se dice ¿no? Cuando te importa algo y no lo quieres arruinar.

- Ninguno de los dos lo va a arruinar, siempre y cuando seamos sinceros el uno con el otro. - me respondió.

- Siempre lo fuimos ¿no? Supongo que eso es una buena señal.

- Sinceramente pensé que esto no me iba pasar jamás contigo. ¿De verdad...tenemos una relación ahora?

- Créeme, yo tampoco pensé que esto me iba a pasar...pero con nadie. - dije y reímos juntos - Realmente pusiste mi mundo de cabeza, rubio. Te prometo...poner lo mejor de mí.

- Yo también. - respondió y se acercó a darme un beso.

- Quiero que sepas que voy a contarles a mis amigos sobre esto...no sé cuándo lo haré ni cómo pero quiero hacerlo. Estoy cansado de no poder ser yo mismo. Hasta entonces....tendremos que mantener nuestra relación en secreto. Sé que no es lo que esperabas pero....

- Cuando te sientas listo para salir al mundo, lo harás. - me interrumpió - No te preocupes. Ya te tengo todo para mí, estoy más que satisfecho por el momento.

- Todo va a ser mucho mejor, te lo juro. - le dije serio, y él me sonrió en respuesta.

¿Cómo todo se podía sentir tan perfecto en ese entonces? Eso que estaba sintiendo...eso era felicidad pura.

- Por cierto, estuve hablando con Marco.- cambié de tema luego - Creo que tenías razón sobre él. No creo que vaya a decir nada. Parece sincero. Le conté un poco nuestra historia, estaba muy curioso al respecto.

- Parece buen chico. Por suerte nos descubrió él y no alguien más. Hay cada imbécil en la facultad.

- Sí...recuerda que yo era uno de ellos para ti hace poco. - bromeé. - Me detestabas tanto.

Realmente era gracioso imaginarnos tiempo atrás cuando recién empezábamos a conocernos.

- Cierto. - rió. - Que loco ¿no?

- En realidad...todo era parte de mi plan siniestro.

- ¿Ah sí?

- Sí, te vi y pensé, voy a enamorar a este chico para luego, después de un poco de drama, hacerlo mi novio. Y me salió bien.

- ¡Sí, claro cómo no! - me dio un pequeño codazo y seguimos riendo.

Ese día lo pasamos juntos todo el tiempo. No fue muy diferente a los días que solíamos compartir antes como amigos, excepto porque ahora se sentía mucha más calidez y una mejor conexión entre nosotros.

🌸

El lunes, tal como le había prometido, volví a clases. Aún tenía muchas cosas que hacer y arreglar en mi vida, pero me sentía renovado. Sin duda, me sentía mucho mejor.

Ese día vi a mi primo saliendo de una de sus clases, y la cara que puso cuando le conté lo que había hecho, me causó mucha gracia.

- Dios, ¿qué te hizo cambiar de opinión? - aún seguía básicamente sin creerme.

- Bueno...todos, además del hecho de que ya me estaba cansando de sentirme como la mierda.

- Te ves mejor, te ves...feliz. - me sonrió y luego me abrazó. - Estoy orgulloso de ti, primo. Pero aún te falta la parte más difícil.

- ¿Cuál? - pregunté confundido - ¿Decirle a mis amigos?

- No, decirle a tu mamá que ya tiene un yerno. - estallé en risas. Ese tonto. Aunque fuera de broma, eso era todo un tema también. Demasiado pronto como para tenerlo en cuenta todavía.

- No me hagas ni pensar en eso todavía, ¿quieres? Idiota. - lo regañé.

- Bueno, bueno...¿y cuándo voy a conocer oficialmente a mi cuñado? Aunque siento que ya lo conozco por la cantidad de mensajes que me estuvo enviando la otra vez.

- Ahora debe estar cursando, pero más tarde cuando salga nos podemos juntar y lo conoces. 

- Seguro! - se veía emocionado.

- ¿Por qué parece que te ves incluso más feliz que yo?

- ¿Bromeas? Esto es una especie de conmoción mundial. Nunca te imaginé teniendo novia...mucho menos novio. - rió.

- Eres un idiota! Mejor me voy a clases! - me hice el ofendido.

Me volvió a dar otro fuerte abrazo y luego seguimos caminos separados.

Creo que nunca había tenido un tan buen día como ese. Me sentía tan bien, perfecto para empezar de cero.

O al menos eso creí, hasta que vi lo que vi.

O al menos eso creí, hasta que vi lo que vi

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El chico que detestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora