Tres días. Eso fue lo que duré sin hablar con Liam después de su confesión. Quería darle tiempo para que las cosas se calmaran, pero no me aguanté más.
Lo extrañaba, lo extrañaba demasiado. Y no solo físicamente, no solo extrañaba tocarlo o besarlo. También extrañaba hablar con él, verlo reír y ver la forma en que le brillaban los ojitos cuando me sonreía. Extrañaba hablar con él y salir juntos. Estaba bien que no había pasado mucho tiempo tampoco, pero solíamos estar tan pegados, haciendo tantas cosas juntos que de la nada dejar de verlo, dejar de escucharlo ya me estaba afectando.
En la facultad, intentaba aunque sea verlo de lejos, pero parece que él se las rebuscaba para ocultarse de mí. Ni siquiera a sus amigos veía ya. Se habían esfumado todos por completo.
Como dije, tres días después ya no me importó más nada. Estaba cerca de su casa haciendo unas compras y no me resistí las ganas de pasar a verlo. Aunque sea decir hola, preguntar cómo está, ver su cara, y luego irme.
Cuando llegué, espié en una de las ventanas que daba a la calle antes de golpear, pero lo que vi me mató. Esperaba encontrarlo todavía decaído o normal siquiera, pero no. Allí estaba él riendo. Esa risa que tanto extrañaba, pero no me la estaba dedicando a mí. Estaba con Alex, de lo que sea que estuviesen hablando él se veía más animado. Y estaban tan cerca sentados en la sala.
Realmente me molestó verlos juntos. Debería estar feliz de que él estuviese mejor, pero no, no me sentía así. No me gustaba verlo tan...tan cerca de otro. Y más sabiendo que Alex lo quería de esa manera.
Se me fueron todas las ganas de tocar la puerta. Era como si ya no me sintiera bienvenido ni siquiera para hacer eso. Volví a mi casa, sintiéndome completamente triste. No entendía qué me pasaba. ¿Por qué todo esto me estaba doliendo tanto? Maldición, si tan solo no hubiese dormido con Camila esto no hubiese pasado. ¿Pero y luego qué? Aún si nunca hubiese estado con ella ¿qué pasaría con nosotros en el futuro?
Los sentimientos de Liam seguirían siendo reales. Y conociéndome seguro me las arreglaría para encontrar otras razones para lastimarlo porque no sirvo para esas cosas del amor.
Espera ¿amor? ¿En qué estaba pensando?
Me estaba volviendo loco con tantas ideas y pensamientos. Ya no podía solo. Necesitaba hablar con alguien. Llamé a mi primo y le pregunté si podía pasar por su casa un momento. Me dijo que sí y minutos más tarde ya me encontraba allí.
- Estabas estudiando. - dije cuando entré y vi un montón de papeles y libros desparramados.
- Sí, pero no importa, te escuché mal en el teléfono así que te hice venir igual. ¿Qué te pasa? Tienes una cara.
- Es que todo con Liam se fue al carajo.
- ¿De qué hablas?
Le hice un resumen de todo lo ocurrido, y luego me miró pero para nada sorprendido con toda la historia.
- Parece como si te hubiese contado el final de una película que ya viste. - le dije.
- Es que ya lo ví, cientos de veces.
- ¿Con quién?
- Contigo imbécil. ¿Con cuántas chicas te pasó algo como esto? ¿Que ellas se enamoren de ti y terminen sufriendo porque tú no las quieres?
- Esas estupideces fueron una cosa completamente distinta. Además, tú mismo lo dijiste. Yo no las quería. A Liam sí lo quiero.
- ¿Ah sí?
- Claro que sí. - respondí sin dudar - No se puede comparar con nada que haya tenido antes con nadie.
- Pero no lo quieres como él te quiere. Ya sabes...románticamente. Era obvio que él iba a querer más que una amistad, por todo lo que me contabas de él, era algo sabido. ¿Por qué no te diste cuenta, idiota? Para empezar ¿por qué te metiste con un chico así?
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El chico que detesto
Romance¿Qué pasa cuando es el hetero el que insiste en buscar al chico gay? Nathan, con su personalidad extrovertida, su gusto por las fiestas, salir a divertirse, beber y llevar a la cama a cualquier chica que quiere, no puede dejar de querer obtener la...