Así que allí estaba.
En el piso.
Por segunda vez.
En menos de una semana.
Por culpa de ese idiota...
¿Quién lo diría?- De verdad lo lamento, fue un accidente. - se disculpó conmigo una y otra vez mientras me devolvía mis apuntes que recogió del suelo.
- Ya, olvídalo. - era obvio que ni siquiera me recordaba de la otra noche. Ese imbécil ni siquiera era consciente de lo que había hecho.
Estaba dispuesto a irme pero entonces me detuvo del brazo de una manera muy brusca para mi gusto.
- ¿A qué te refieres con lo de andar tirando personas al suelo? - parecía confundido, pero luego hizo un gesto como si se hubiera dado cuenta de algo. - Ah, seguro estabas en la fiesta y viste lo que pasó con Erin ¿no?
- Ah, ¿entonces sí lo recuerdas?
- No en realidad, me lo contaron.
- Claro, seguramente. - ahora sí que iba a irme pero él al parecer no tenía intenciones de terminar nuestra pequeña conversación.
- Estaba muy borracho por eso no recuerdo nada y por eso también actué como actué. - explicó intentando excusarse supongo. Como si me debiera explicaciones a mí. Ni siquiera sabía quién era yo.
- No me interesa. - le respondí de mala manera. Quise irme por tercera vez pero Nathan seguía hablándome.
- Bueno... - dijo ignorando mi mala onda. De la nada empezó a sonreírme. ¿Pero qué le pasaba?
- Por esas casualidades conoces o viste a este chico Liam con quien también peleé esa noche. Me gustaría disculparme con él. ¿Sabes quién es?
¿De verdad hablaba en serio? ¿Estaba buscándome para disculparse conmigo?
No me la creía.
Quería ver qué clase de estupidez me decía.- Soy yo. - confesé entonces.
- ¿Qué..? ¿Tú eres Liam? - exclamó sorprendido.
- Claro, por eso no me sorprendí de que me tiraras nuevamente al piso.
Nathan parecía confundido o estar procesando en su cabecita de idiota la información que le acaba de dar.
- Lo de recién fue un accidente. - dijo finalmente. Su estúpida sonrisita de galán había vuelto. - Y lo de la fiesta lo lamento. Vaya...no puedo creer que chocara contigo justo cuando te estaba buscando. - habló para sí mismo - Hablando en serio, lo siento muchísimo. Estaba muy ebrio, yo no suelo tratar así a la gente. Lo que sea que te haya dicho y hecho de verdad lo siento.
- Olvídalo, ya fue. - su estúpida disculpa no iba a funcionar conmigo, incluso si era sincera, simplemente porque lo detestaba y lo que pasó solo me daba una razón más para detestarlo.
- ¿Qué, no me crees? - preguntó sorprendido de nuevo. No podía creer que me estaba poniendo esa cara de inocente. - Te lo compensaré, haré lo que tu quieras. - dijo luego más seguro.
- No me interesa que hagas nada.
- Es que no quiero que estés enojado conmigo. Sé que no nos conocemos pero no quiero andar dando una mala impresión por ahí.
¿Por qué estaba tan interesado en arreglar las cosas? No entendía, era tan no ser él. Tampoco era que lo conocía mucho de todas formas, solo lo que él mostraba ser en la facultad.
Pero ahí estaba, sonriéndome como un idiota. Además ¿por qué carajos tenía que verse tan guapo así?
Dios, ni siquiera sé por qué pensé eso en ese momento.- Bueno ¿y qué dices...Liam? - continuó hablando al ver que yo no decía nada. La forma en la que pronunció mi nombre por alguna razón hizo que vibrara algo raro dentro de mí.
- ¿Qué es lo que quieres?
- No sé, invitarte a tomar algo, lo que sea para disculparme. Quién sabe, tal vez hasta podamos ser amigos.
- Lo dudo. - rodé mis ojos - ¿Sabes qué? ¿Quieres que te disculpe? Pues estás disculpado. - le sonreí con mi mejor sonrisa fingida posible. - Ahora si me disculpas, tengo que irme.
Ni dejé que me contestara y me alejé rápidamente. No podía creer que se estaba haciendo el simpático conmigo después de lo que pasó. Muy raro todo.
Cuando llegué a la biblioteca dónde Zoe me estaba esperando para estudiar le conté lo que recién me había ocurrido. Ni ella se lo podía creer.
- Hubieras aceptado. Intentó portarse bien y enmendar las cosas. No tenías que ser tan odioso. - opinó.
- ¿Estás bromeando, verdad? ¿Acaso no recuerdas cómo me trato en la fiesta? A mí y a Erin.
- Estaba ebrio, te lo dijo...
- Me importa un carajo. El alcohol sólo saca a relucir más su idiotez natural e innata. Por mí puede meterse sus disculpas ya sabe dónde.
- Ah ¿Y por qué no se lo dijiste en la cara, eh? Chico malo. - me molestó.
- Porque yo sí soy una persona educada.
- Sí, claro. Es porque te intimida. Y supongo que en parte también te pudo su encanto. - rió. Fruncí el ceño, enojado, pero por dentro dudé de si tenía razón o no.
- Claro que no. - negué de inmediato - Puede hacerse el lindo todo lo que quiera. No me creo absolutamente nada que venga de él.
- ¿Por qué no? Tal vez sí fue sincero.
- ¿Por qué sigues defendiéndolo?
- No lo defiendo, lo que hizo fue horrible pero al menos está haciendo lo correcto y disculpándose. Peor sería si no lo hiciese. Yo también estoy sorprendida de que te buscara.
- Ugh, es obvio que siempre vas a estar de su lado porque te gusta. - era mi turno de molestar a mi amiga.
- ¡No estoy de su lado, idiota! - me golpeó con un cuadernillo en la cabeza. - Pero deberías darle la oportunidad de disculparse realmente y comprobar si de verdad es tan idiota como parece.
- No me interesa, además ya le dije que lo disculpaba. Asunto terminado. ¿Podemos estudiar ahora?
Obviamente el asunto no estaba terminado. Zoe siguió intentando hablar bien del tonto de Nathan. Pero yo no iba a cambiar mi opinión sobre él.
Lo detestaba...y lo cierto era que me gustaba detestarlo.
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El chico que detesto
Romance¿Qué pasa cuando es el hetero el que insiste en buscar al chico gay? Nathan, con su personalidad extrovertida, su gusto por las fiestas, salir a divertirse, beber y llevar a la cama a cualquier chica que quiere, no puede dejar de querer obtener la...