Marco me consoló el resto de ese fin de semana. Estaba deshecho y no sabía qué hacer. Pero lejos de volver a entrar en un nuevo episodio depresivo como ya me había pasado antes, esta vez tenía todas las intenciones de salir a adelante y de recuperar a Liam.
Como le dije, no iba a darme por vencido.
Aún no sabía cómo, pero tenía que demostrarle que podía confiar en mí.
Y cuánto antes lo hiciera mejor, porque me di cuenta de que los lobos ya andaban acechando a su alrededor. El saber que había besado a otro hombre me ponía como loco. Intentaba no pensar en eso, pero mi gran imaginación no ayudaba. Los imaginaba besándose una y otra vez, torturándome a mí mismo.
¿Le habría gustado ese beso? ¿Habría sentido algo? ¿Quién era el tipo? ¿Acaso era alguien que conoció esa noche? ¿O tal vez un conocido suyo? ¿Y qué pretendía exactamente de mi Liam? ¿Quería llevárselo a la cama? ¿Quería salir con él? ¿Quería robármelo?
- ¡¡Ya basta!! - me calló Marco. Hacía rato que estaba torturando a mi amigo con mis pensamientos sin parar el lunes antes de entrar a clases. - Tienes una imaginación demasiado activa. Digna de un novio extremadamente celoso.
- Pues lo soy, qué quieres que te diga.
- Con eso no ayudas en nada. Además Liam, tiene razón. Es libre de hacer lo que quiera. ¿o no?
- ¡NO! - exclamé aunque bien sabía que Marco tenía razón.
- Hey ¿qué onda? - saludó Michael uniéndose a la conversación. - Es muy temprano para tener que escuchar tus quejas amorosas ¿Aún sigues sin reconciliarte con Liam?
- No, todo está peor - respondí.
- ¡Qué estupidez! - dijo poniendo los ojos en blanco - Okay, iré a hablar con él y le diré que lo del mensaje fue cosa mía. ¿A dónde está cursando ahora?
- Olvídalo, ya ni siquiera importa lo del mensaje - respondí.
- Es mucho más profundo que eso - agregó Marco.
- Ah, tú, hola - saludó Michael haciéndose el que recién notaba la presencia de mi otro amigo.
- ¡Buen día! - lo saludó Marco con una sonrisa.
Michael lo ignoró y entró al salón a ocupar su lugar de siempre antes de que llegara el profesor.
- ¿Se puede saber cuál es el problema de tu amigo conmigo? - me preguntó Marco cuando nos quedamos solos.
- Solo está celoso porque eres mi otro mejor amigo, ignóralo.
- ¿Por qué ustedes son tan malditamente posesivos, eh? - se quejó.
- ¡No soy posesivo! - me quejé yo también. - ¿Por qué no te sientas a su lado y le sacas conversación? - propuse luego. - Estaría bueno que se llevaran bien así no tengo que andar contándoles mis problemas por separado, es estresante tener que volver a revivir todo dos veces.
- ¡Eres un idiota! - rió y me empujó entrando al salón.
De todas formas me hizo caso, y observé durante toda la clase como Marco intentaba hablar y hacer amistad con Michael. Éste por su parte era más difícil que una roca, parecía de hacerse rogar sin importar cuán simpático Marco fuera con él. Por lo menos me entretuve viendo a esos dos y me distraje de mi triste vida amorosa.
Cuando salimos de todas nuestras clases, les propuse de ir a comer los tres juntos para que me ayudaran a pensar en algo para recuperar a Liam.
- Olvídalo, me voy a dormir- dijo Michael. - Otro día te ilumino con mis brillantes consejos amorosos.
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El chico que detesto
Romance¿Qué pasa cuando es el hetero el que insiste en buscar al chico gay? Nathan, con su personalidad extrovertida, su gusto por las fiestas, salir a divertirse, beber y llevar a la cama a cualquier chica que quiere, no puede dejar de querer obtener la...