16 | Liam

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Todo el tiempo revisaba mi celular para ver si tenía un mensaje del idiota de Nathan. Así estaba.
¿Por qué me sentía tan ansioso? ¿Acaso extrañaba hablar con él?

¿Todavía seguía molesto conmigo? No podía ser tan orgulloso. Pero yo tampoco le iba a hablar así que supongo que yo también lo era.

Tampoco lo crucé esos días en la facultad. Miraba para todos lados a ver si lo veía, pero nada.

Diablos, quería arreglar las cosas. ¿Por qué me había empezado a importar tanto?

El miércoles finalmente me llegó un mensaje de él. Quería saber cómo estaba. Apenas lo leí, sonreí como un tonto. Me sentía feliz, me sentía emocionado, como si finalmente el chico que me gustaba por fin se hubiese acordado de mi existencia.

¿Gustar...? No, no, no. Negué esas y mil veces más dentro de mi cabeza. Jamás iba a dejar que Nathan me gustara de esa manera. No al grado de emocionarme por un mensaje suyo. Maldita sea, eso era lo que él provocaba en las chicas, eso era lo que él les hacía. Las enganchaba primero hablando, luego haciéndose el amistoso. Las emocionaba, ilusionaba...y luego conseguía llevarlas a la cama. ¿Había estado haciendo lo mismo conmigo acaso?

Bueno, evidentemente no con respecto a la parte de llevarme a la cama porque no era gay. Pero aún así ese día me sentí dominado por él. Como si me tuviese comiendo de su mano.

Me dio una bronca terrible. Me sentía muy enojado con él aunque en teoría no me había hecho nada malo.

No le contesté su mensaje y apagué el celular. No quería saber nada con nadie por un buen rato.

🌸

Esa noche, acostado en mi cama, volví a encender mi celular. No había más mensajes de Nathan. Él siempre era insistente cuando no le contestaba y me sentí decepcionado al ver que esa vez no había insistido. Otra vez, esos malditos sentimientos. ¿Por qué me tenía que poner así?

Entonces me di cuenta. No lo detestaba a él, ya no. Sólo detestaba cómo me hacía sentir.

Abrí el chat y le respondí.

"Estuve estudiando y cargando el celular."

Escribí esperando que fuera una excusa creíble.

"Por eso no contesté. ¿Tú qué haces?"

Su respuesta no tardó en llegar.

"Acostado. Estoy cansado. Hoy trabajé mucho en la veterinaria y después tuve clases en la tarde. No me gusta cursar de tarde porque estoy cansado y no presto atención. Pero cuando me cambian los horarios en el trabajo no me queda otra. Toda la semana fue así."

Eso explicaba por qué no lo había visto esos días. Yo cursaba a la mañana y él había estado yendo a la tarde a la facultad.

"Yo también estoy acostado. Hoy fue un día largo."

No sabía qué más decirle pero quería seguir hablando con él.

"¿Quieres hacer algo alguno de estos días?"

Fue lo primero que se me había ocurrido. Ahí estaba yo, invitándolo a salir o lo que sea. Quién lo hubiese dicho.

"Seguro, rubio 😁"

Su respuesta fue breve. Pero ese emoticon de carita feliz, ese que siempre usaba con frecuencia cuando hablábamos, me hizo entender entonces que estaba todo bien entre nosotros. Lo que sea que hubiese pasado antes ya había quedado atrás.

Pero tenía que dejar de fijarme en él como hombre. Verlo solo como un amigo. Si de verdad me interesaba serlo, tenía que olvidarme de eso y mantener el control. No podía ser tan difícil ¿o sí?

Hablamos un rato más y quedamos en salir a tomar algo el jueves en la noche. Nosotros solos.

Y esa fue la noche. Esa maldita noche.

Fue cuando todo se complicó. 

 

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El chico que detestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora