No había visto a Nate en días, así que cuando por fin rendí mi examen estaba emocionado por verlo. Tal vez lo había extrañado demasiado para mi gusto.
No había parado de enviarme mensajes diciéndome las muchas ganas que tenía de besarme y cosas por el estilo. Y la verdad yo también lo estaba necesitando.
Era el último en salir del salón donde estábamos rindiendo. Me había quedado hasta el final para revisar mis respuestas una y otra vez y asegurarme de que estaban bien. Cuando salí, ya no había nadie en los pasillos, todos se habían ido por supuesto. Excepto por alguien que estaba sentado ahí afuera en el piso con la vista en el celular.
- ¿Nate?
- Ah, ¡Hola! ¡Al fin! - reaccionó, levantándose y guardando su teléfono en su bolsillo.
- ¿Qué haces aquí? - estaba sorprendido de verlo allí. Supuestamente debería estar trabajando ese día y nos íbamos a ver recién en la noche.
- Supuse que ibas a ser de los últimos en salir, porque eres un nerd. - bromeó - Pero nunca pensé que literalmente ibas a ser el último en salir hasta el último minuto. ¿Tan difícil estaba el examen? Muchos de tus compañeros que iban saliendo, tenían una cara de depresión terrible. - rió mientras se acercó más a mí.
- Sí, más o menos...pero creo que respondí todo bien. Solo chequeaba mis respuestas. ¿Desde hace cuanto estás esperando? ¿Y no deberías estar trabajando? - mierda, me sentía feliz de verlo. No podía ocultarlo.
- Decidí a último momento cambiar días con un compañero así que me vine aquí a esperarte. Hace como una hora que llegué.
- Ah...no hacía falta. - sonreí con timidez.
- ¡Hasta luego! ¡Que tengan buen día! - nos interrumpió mi profesor que salió del aula con la pila de exámenes en mano.
Lo saludamos y luego cuando ya se había ido, Nate y yo nos quedamos viéndonos a los ojos sin decir nada. Ahora sí que estábamos completamente solos en ese pasillo.
- Perdón, no me iba a aguantar hasta la noche. - habló finalmente. Se acercó más a mí y terminé acorralado contra la pared.
- ¿Qué haces? ¿Estás loco? Estamos en la facultad. Alguien podría venir y vernos.
- Nadie va a venir a esta hora.
- Eso tú no lo sabes.
Miró hacia los costados, luego me tomó bruscamente de mi camiseta y me arrastró al interior del salón del que acaba de salir, cerrando la puerta detrás de él y colocándome sobre ella.
- ¿Nat.. - no pude decir más nada porque ya se había tirado sobre mí y estaba besándome como loco.
Parecía que no nos habíamos besado en siglos. Me había tomado de la cintura con sus brazos, mientras yo tenía los míos en su cuello.
Había extrañado tanto eso, Dios. Su boca era tan adictiva y sus besos tan deliciosos. La manera en que me llevaba y me dominaba con sus movimientos y caricias, me encantaba.
- ¿Extrañaste mis besos? - preguntó cuando se separó de mí para tomar aire.
- Tal vez un poco... - mentí. Nate solo me sonrió y se acercó para volver a besarme pero un ruido nos interrumpió.
Alguien golpeaba la puerta sobre la que estábamos apoyados. Inmediatamente después sentí como intentaban abrirla. Mi peso lo impedía así que me corrí. Cuando la puerta se abrió apareció nada más ni nada menos que Alex.
- Dios, pensé que eras algún profesor. - suspiré.
Alex no dijo nada, solo me observaba confundido, y cuando clavó la vista en Nathan se le llenó la mirada de...¿odio?
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El chico que detesto
Romance¿Qué pasa cuando es el hetero el que insiste en buscar al chico gay? Nathan, con su personalidad extrovertida, su gusto por las fiestas, salir a divertirse, beber y llevar a la cama a cualquier chica que quiere, no puede dejar de querer obtener la...