¿Mi Angel o mi Demonio?

Capitulo 48

Narra Gisselle

No podía creer que mis únicos amigos si aun les podía llamar así me hubieran hecho esto, Kim sabia por lo que había pasado y aun así lo hizo, fue bonito mientras me lo crei, el primer día desperté en una habitación totalmente blanca y con las paredes y piso suaves era como si fuera hecho de colchón, me obligaban a pitar como si fuera niña de kinder y solo me daban pan y jugo de naranja de comida acompañado de cinco pastillas que se supone que eran vitaminas, nunca me las tomaba las guardaba en mi calcetín para luego tirarlas al inodoro, a los tres días me cambiaron a una habitación normal era igual de blanca pero sus paredes eran solidas, tenían un colchón en el piso y una pequeña mesa, los doctores evitaban que tuviera contacto con cualquier cosa con puntiaguda o algo que pudiera ser utilizado para cortar.

Los día de visitas eran los peores se escuchaban a todos los internos gritar y llorar todo el día, en mi caso no recibía visitas, todos esos días me avisaban que tenia visitas pero no quería ver a nadie, ellos fueron los que se quisieron deshacer de mi, no entiendo porque se esforzaban tanto en tratar de verme.

Desde que llegue aquí no he dormido nada, tan solo una o dos horas al día, es imposible dormir con los gritos de los pacientes, el doctor decía que notaba mejorías en mi, pero también decía que no detectaba cual era mi problema, todos las personas tienen un problema en particular, según el no encontraba el mío, cuando salíamos al patio me sentaba en lo alto de un árbol, era peligroso estar abajo, los chicos tomaban palos y comenzaban a golpearse solos o a los demás, yo solo quería morir de una vez por todas.

Llevaba aquí alrededor de dos semana notaba que mis huesos sobresalían de mis caderas y me sentía muy débil, nunca comía ese asqueroso pan ni esas pastillas, algunos casos solo me tomaba el jugo, no era porque quería morir de hambre, solo que no se me antojaba un pan que se movía solo.

Me encontraba sentada en el piso del la pequeña habitación esto era peor que una cárcel no habíac ninguna ventana solo la puerta que siempre suele estar cerrada , ya se habían llevado el plato de comida por la pequeña rendija en la puerta, era de noche y de costumbre no podía dormir, escuche pasos fuera de mi cuarto, la puerta estaba cerrada o eso era lo que yo creía, alguien entro a mi habitación estaba oscuro no lograba ver nada, una risa maliciosa se escucho muy cerca de mi, me pare deprisa.

-Nadie te quiere, eres una huérfana loca, todos estamos de maravilla pero tu estas loca- reconocí su voz Layon un chico de dieciocho años, sus padres murieron cuando el tenia cinco años, su tío lo golpeaba hasta que el lo golpeo hasta matarlo con un tenedor mientras dormía, el era el mas temido de aquí.

-Fuego, fuego todo arderá tu morirás estas sola, maldita niñita, esta sola!- grito con fuerzas cerrando la puerta de un solo golpe, comencé a dar pasos hacia atrás hasta que tope con la fría pared.

-Eres linda pero eso no cambia que seas una niña loca y amargada, eso merece un castigo no lo crees princesa?- el chico hablaba puras incoherencias y esto comenzaba a asustarme.

-Ahora mismo tengo unas tijeras en mis manos, la tonta secretaria no se a dado cuenta- su voz ronca fue acompañada de una espantosa risa, mis ojos se acostumbraron a la oscuridad y note que en realidad si llevaba unas tijeras y dios eran enormes, trate de alejarme lo mas que pude de el.

-Tus padres te abandonaron no es así? eso es porque nadie te quiere maldita mal nacida!- comenzaba a temblar, mi corazón palpitaba rápidamente, sus palabras me dolían, sentía ardor en mis ojos, mis lagrimas no tardarían en salir.

-Ellos te abandonaron, y ahora tus amigos también- río cínicamente -Eres una buena para nada mereces la muerte!- grito, mis piernas comenzaron a fallar en cualquier momento caería.

-Cállate!- le grite lo mas fuerte posible, me tome el rostro con mis manos arañandolo tratando de calmar así el dolor en mi corazón.

-Jamas nadie te va a querer , la gente es muy cruel, la gente te abandona cuando mas las necesitas no es así?- el comenzó a llorar - Ellos solo se fijan en tus defectos y no aprecian lo bueno que haces por ellos- lo peor era que el decía nada mas que la verdad h eso me dolía aun mas, el se acerco a mi y me tomo del cabello.

-Me tienes miedo?- pregunto sonriendo -Te hice una pregunta contéstame!- grito golpeandome contra la pared, sentí un liquido caliente resbalar por mi cara hasta caer al piso.

-Ten cuidado en quien confías y le cuentas tus problemas, no todos los que te sonríen son tus amigos; Acabare con tu dolor mi querida amiga- su sonrisa era tan grande e intimidante.

El me tomo nuevamente del cabello y volvió a golpearme contra la dura y fría pared, este seria mi fin y ahora no lucharía por detenerlo, no tenia a nadie en este mundo en que confiar, ni a nadie con quien poder platicar, todos me habían abandonado y ahora dejaría que el me matara para acabar con mi dolor y evitar que mas personas se lleven una decepción al conocerme, que no desperdicien su tiempo en mi, que nadie me recuerde, morir será la única forma de olvidar todas mis penas y de por fin acabar con este dolor en mi corazón.

El me volvió a azotarme contra la pared cayendo al piso golpeandome con el filo de la pequeña mesa, el se posicionó encima de mi con cada pierna en un costado, levanto sus manos junto con las tijeras, pero unos fuertes golpes se escucharon detrás de la puerta.

-Abran la puerta sabemos que están ahí, no tardaremos en encontrar las llaves y los dos estarán en serios problemas- gritaba un hombre fuera de la puerta

-No te preocupes, ellos ya no te harán daño mi pequeña- susurro en mi oído, un grito salió de mi boca al sentir aquellas tijeras atravesar mi pecho, la sangre escurría con rapidez este seria el final.

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