Después de un duro viaje, llegué a casa un día antes de lo pensado, mi móvil seguía apagado y no lo pensaba encender.
Estaba cansada, agotada por el viaje, pero eso no me importaba lo peor era como me sentía en mi interior, sentía vacío, dolor, tristeza y podría decir hasta agonía.
Dejé la maleta en el primer sitio que encontré y así como venía me tumbé en la cama.
Miraba por la ventana mi jardín, pero mis ojos no veían nada, estaban abiertos pero eran como sí tuvieran un velo que no me dejaba ver más.
Si esto era amar, no quería volver a sentir.
Mis ojos fueron cerrando se, y me dormí, al día siguiente no me levanté de la cama, no estaba con fuerzas, estaba ida, no quería saber nada de nadie, estaba bien en mi habitación donde nadie me podía hacer daño.
Me levanté sólo para tomarme una pastilla, para seguir durmiendo.
Pasaron tres días, y yo seguía en la cama, mis pies pisaban el suelo para ir al baño y seguir tomándome pastillas para dormir y dormir.
Al cuarto día, decidí levantarme y ducharme.
Abrí el agua, y sólo el ruido, me hizo recordar los momentos que pase con Bruno cuando nos duchábamos juntos. Mi mente me llevó a recordar las risas, los besos. No pude evitar sonreir.
Enseguida cerré el agua, y abrí el grifo, me iba a bañar, así estaría mejor, pensé.
Me metí en la bañera y me relajé.
Pasó bastante tiempo, hasta que decidí salir, secarme y vestirme con ropa limpia. Cuando salí del baño, vi la maleta, así que me puse con ella.
Iba sacando ropa para ir haciendo lavadoras, cada prenda me recordaba un momento vivido con él. Dejé la maleta a medias, no podía soportarlo, y me acosté nuevamente.
Cada día lloraba, no me desprendía de ese dolor que tenía, parecía que me estaba muriendo por dentro.
Pasó una semana, y la puerta de casa se abrió, yo no me di ni cuenta, sólo reaccioné cuando escuché una voz.
Pero que cojones haces? - eran Miguel y Emma.
Me giré para verles.
Emma se fue directa a la ventana para abrir las persianas y abrir de par en par el ventanal.
Mis ojos se molestaron al ver tanta claridad.
Miguel vino directo a mi cama, para abrazarme y posteriormente se añadió Emma.
Estábamos preocupados, no sabíamos nada de ti, te hemos llamado, mandado mensajes!! - me decía Emma, mientras yo no pude aguantar y empecé a llorar desconsoladamente.
Ellos dos se miraron y siguieron abrazando me.
Estuvimos tiempo así, hasta que mis lágrimas se contuvieron y pude hablar con ellos.
Que ha pasado? - Me preguntó Emma.
Les conté todo, paso por paso todo lo que me había pasado, porque había llegado a esta situación. Ellos sólo sabían mirarme.
Emma llenó la bañera y me aseé, no me había mirado en el espejo, pero seguro que tenía unas pintas horrorosas.
Salí del baño y Miguel me dio mi móvil.
No quiero encenderlo - le dije.
Tienes que hacerlo, tarde o temprano tienes que afrontarlo, con dos ovarios - me decía.
