Capítulo 100

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Notaba las patadas constantes de Bruno, miré el reloj eran las tres de la madrugada, me di la vuelta para mirarle, estaba totalmente mojado por su sudor.

No, no, no - decía entre sueños - no, por favor, Ari, no te vayas!! Por favor, no me dejes otra vez.

Cada vez su voz era más elevada. Me acerqué a él.

Amor, despierta - le decía, mientras le sujetaba la cara.

Se despertó y me miraba como si no creyera lo que estaba viendo.

Estoy aquí - le dije acariciándole su mejilla - no me voy a ir.

En ese momento me abrazó muy fuerte y yo a él.

Ha sido una pesadilla - le dije.

Ya, no es la primera vez - me confirmó - desde que te marchaste de Hawai, algún día que otro tengo estas pesadillas.

Lo siento - le dije.

No, lo siento yo, siento haberte hecho tanto daño, tu no me has hecho nada malo, he sido yo mismo el causante de todo - me dijo - pero te prometo que a partir de ahora todo será diferente.

Sus labios se acercaron a los míos, y nos volvimos a quedar dormidos abrazados.

Era por la mañana y me desperté, pero Bruno no estaba en la cama conmigo, escuché como estaba tocando el piano, me levanté y busqué en sus cajones algo para ponerme, en su casa ya no tenía nada mío.

Encontré una camiseta de básquet, lo bastante amplia para ocultar mi cuerpo, me la puse y salí de la habitación, me fui al comedor para verlo, y allí estaba con su pecho desnudo y unos pantalones cortos deportivos, esa imagen me excitaba, estaba tan guapo.

Buenos días - le dije mientras me acerca a él.

Él se levantó y vino hacia mí - Buenos días - me dijo mientras me besaba, sus manos acariciaban mi cuerpo, levantando la camiseta - mmm no llevas nada debajo? - me preguntó.

Únicamente mi cuerpo - le contesté - pero que pregunta!! si ya lo has descubierto tu solito.

De repente me levantó, haciendo que mis piernas se entrelazaran en su cadera y me colocó sobre el piano con los pies apoyados en las teclas, que todo el rato emitían notas extrañas. Sus manos subían por mis piernas y separó mis rodillas. Bruno sujetó mis manos.

Túmbate - me dijo, sin soltarme las manos, mientras yo me recostaba sobre el piano.

Noté en mi espalda la tapa dura y rígida.

Me soltó las manos y me separó más las piernas, mientras mis pies tocaban las teclas, graves y agudas.

Bruno empezó a besarme la parte interior de mis rodilla, yo no podía evitar empezar a gemir, sabiendo lo que iba a hacer, me mordisqueaba mientras iba subiendo por mi pierna hasta mi muslo, apartó suavemente la camiseta que me cubría y la deslizaba hacia arriba.

No podía dejar de mover mis pies, haciendo sonar más notas. Cerré los ojos cuando su mano alcanzó mi excitación entre mis muslos y me rendí al placer que me provocaba.

Bruno - decía mientras suspiraba.

Sopló ligeramente antes de rozarlo con su lengua, empujaba para separar más mis piernas, me sujetaba con sus manos en mis rodillas, mientras su lengua seguía torturándome, sin descanso, sin piedad, yo levantaba mis caderas para unirme a su ritmo.

Ufff Bruno, no puedo más - le decía.

No, Ari, aguanta, todavía no - me decía, mientras notaba que aceleraba el ritmo y se detuvo al instante.

Bruno mi pasionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora