Me terminé de arreglar, me vestí completa con todo lo que había recibido ese día por parte de Bruno.
Con el pelo suelto? - me preguntó Sharon.
Sí, no? - le contesté, dudando de cómo iba.
Lo tienes tan largo que pasa desapercibida la espalda, y es lo más bonito del vestido - me dijo - ven, te hago un recogido bajo, algo formal pero casual al mismo tiempo, quieres?
Vale, pero date prisa que quedan quince minutos para las ocho y media¡ - le dije.
No tardo - me contestó - y ponte tranquila, que si tiene que esperar que espere.
Sharon empezó a trabajar con mi pelo, yo mientras le pasaba las horquillas, la verdad, es que le quedó ideal, un recogido bajo, casi en la nuca, y por delante me dejó algún mechón corto que tenía. Ahora sí que el vestido lucia.
Me ponía un poco de laca, cuando el timbre sonó.
Mi corazón dio un salto, pero mi cuerpo se quedó parado donde estaba. Cerré los ojos, suspiré y me levanté.
Tanto Sharon como Héctor estaban esperando que yo abriera la puerta, estaba delante de ella, nerviosa por ver a Bruno.
Abrí la puerta, y mi cara se sorprendió otra vez, no era Bruno.
Buenas noches, Srta Sanchez, está usted preciosa - me dijo Jerry.
Buenas noches Jerry, disculpe mi cara pero no esperaba verle a usted - le dije, Jerry fue el chofer que me llevó el día de mi cumpleaños a recorrerme todas las tiendas que Bruno le mandó.
Me imagino, está usted lista para irnos? - me preguntó.
Sí claro, espere un momento que voy a por el bolso - le dije, mientras me separaba de la puerta para ir a la mesa donde lo tenía, le di un beso a Sharon y a Héctor.
Suerte¡ - me dijeron.
Respiré profundamente y me fui con Jerry.
Supongo que como siempre no me va a decir dónde vamos - le dije.
Efectivamente, pero para tranquilizarla sólo será un viaje que haga conmigo - me informó.
Gracias Jerry - le dije mientras me abría la puerta del vehículo.
Entré y vi un ramo de rosas, sonreí al instante, las olí y olían tanto que su fragancia inundaba el vehículo.
Miré la tarjeta.
Ninguna rosa podrá oler tan bien como tú.
Mi cabeza se reclinó en el respaldo del asiento y cerré los ojos, internamente estaba gritando.
No tardamos mucho y Jerry tocó el timbre de la puerta de Bruno.
Señor, ya estamos aquí - dijo Jerry a Bruno.
Jerry paró el coche delante de su portal, pero no bajó del coche, no sabía si tenía que abrir yo la puerta, por lo que me incorporé para abrir.
No, Señorita, espere - me dijo.
Desde la ventanilla del coche, vi como la puerta de la casa de Bruno se abrió, era él que salía y se aproximaba a mí.
Estaba tan guapo, llevaba un traje negro, los pantalones le quedaban perfectos, ni anchos, ni estrecho, marcando las zonas principales, la chaqueta la llevaba sin abrochar, dejando ver su camisa blanca, y una pajarita, con su pelo a lo afro, al verlo mis piernas me temblaban, no aguantaba mi respiración, por favor relájate, pensaba continuamente.