4.

1K 43 2
                                    

Sonreí y me subí a su coche. Dejé rápido mis cosas de trabajo en la parte de atrás y me acerqué a él para darle el primer beso del día. Me puse el cinturón y arrancó. Poco después, llegamos a nuestras casas.

- Gracias por traerme.

- Soy tu príncipe que viene con su bello corcel.

- Bueno, bello...más bien viejo.- dije con una sonrisa burlona en la cara, refiriéndome a su coche.

Rió como respuesta y los dos salimos del vehículo a la vez. Le esperé y cuando dio la vuelta al coche, me agarró de la mano mientras con la otra ponía el seguro al coche con la llave. Caminamos juntos hasta la casa de mis viejos y abrí con mi llave.

- Hola, ya llegamos.

- Hola, pibes, la mesa está puesta.

- Dale, ahora vamos.

Dejé a Mateo abajo y subí a dejar mis cosas en la habitación, poniéndome cómoda de camino al salón, donde todos me esperaban. Nos sentamos a la mesa y durante una hora comimos y charlamos sobre lo que llevábamos de día.

- Mañana me voy a una fiesta.

- ¿Una fiesta?- preguntó mi vieja confundida. Mateo no dijo nada, pero él no sabía de esto.

- Sí, Martina me avisó que se iba a un boliche

- ¿Sola?

- No, junto a unos amigos.

Todos se miraron entre si, seguramente pensando solo en una persona. Miré a Mateo y este era el único que, indiferente, miraba el plato que ya casi estaba terminado.

Siguieron hablando mientras se fueron llevando los platos a la cocina.  Después, Mateo y yo nos despedimos y fuimos juntos a su casa. Siempre hacíamos esto, ir a casa de uno a comer y luego a la otra casa, pero sólo hasta que no tengamos sitio donde vivir juntos.

- Con que una fiesta...- dijo Mateo mirando al suelo de su habitación.

- Dale, sólo es una fiesta y no va a estar...

- Tranquila, Lucía, no tenés que darme ninguna explicación.- me sonrió divertido y alcé las cejas. Pensé que estaba celoso.- Yo te quiero a vos y vos me querés a mí, ¿No?

- Obvio que sí.

- Entonces ya está.- dijo entre una pequeña carcajada.- No voy a ser el típico novio celoso, Lucía, yo no.

Le sonreí como respuesta y me levanté de su cama, dejando mi celular allá, para acercarme hasta su silla, sentarme arriba de sus piernas y besarle lo más lento que podía, saboreando sus labios sin prisa.

Nos quedamos toda la tarde allá, viendo películas, hablando...sin hacer nada importante. Hasta que mi hermano pequeño vino hasta su casa para pedir que le acompañemos al parque, ya que mis viejo no pueden.

- ¿Cuándo vuelve tu hermana?

- Ni idea.

- ¿Sigue con su novio?

- Creo que sí, porque sino es así no me dijo nada.- respondí sin quitar mis ojos de donde estaba mi hermano jugando.

- Voy a ir con él.

Le sonreí, se acercó y me besó rápido antes de irse a jugar a fútbol con él y su balón nuevo. Saqué mi teléfono y me puse a hablar con Martina, que no tardó en cambiar nuestra conversación de chat a llamada.

- ¿Te aburrís sola o qué?

- No estoy sola, Mateo y Thiago están acá.

- ¿Pero con vos ahora?

- Eso ya no, están jugando a fútbol.

- Y te dejaron sola.

- Correcto.

- Entonces te aburrís sola.

- Dale, lo que vos quieras.- oí su risa por el otro lado.- ¿Y vos? ¿Qué haces?

- Nada, me vinieron los pibes acá por sorpresa.

- ¿A tu casa?

- Ajá.

- ¿Y está Tomás?

- Vino con ellos.

- Entonces no vinieron por sorpresa ni a verte.

- Sabés amiga, a veces sos re pelotuda.- reí por su respuesta.

- ¿Y dónde están que no les oigo? ¿Te lo estás inventando?

- No, gil, estoy en la cocina.

- ¿Sola?

- Uh, como hinchas las bolas eh.

- Soy especialista.- dije entre carcajadas.

- Suerte que sos especialista en algo.

- Uh, golpe bajo nena, quiero réplica.

Rió y seguimos hablando. Yo miraba a mi novio y  mi hermano jugar y ella me tenía en manos libres mientras les sacaba las botellas de alcohol para sus invitados.

- Y es re raro, la verdad, creo que pocas veces le veo solo.

- Bueno, será que su hígado no aguantó tanto alcohol.

- Oh no, vos mejor que nadie sabés el aguante de Ana.

- Cierto.

- Che, boluda, ¿Qué hacés que tardas tanto?- oí por la otra línea. Era una voz ronca.

- Dale, ya voy, gil.

- CRO, tu piba no da nada.

- Che, te dejo, que acá se impacientan.

- ¿Con quién hablás?- volvió a preguntar el pibe.

- ¿A vos que te importa?- se rió y oí a Martina resoplar.- Dale, nos vemos mañana, ¿No?

- Sí, obvio.

- Chao.

- Chao.

Supuse que antes de que hablara había quitado el manos libres, pues ya no oía tanto el ruido de su alrededor, sólo su voz. Guardé el teléfono, me levanté y fui con mis pibes a jugar a fútbol. Al parecer Thiago era Messi, Mateo era Ronaldo y a mi me nombraron Higuían. Pelotudos. 

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora