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El auto paró justo delante de la puerta. Las ventanas dejaban ver que había gente dentro, pues estaba toda la casa encendida, hasta la habitación donde dormíamos.
Salí del auto con Marcianos y Tomás, que caminaban y hablaban como si yo no estuviera con ellos.
La música se oía un poco fuera, pero ya cuando se abrió la puerta mis oídos se taponaron como aquella noche en el boliche. La última vez que salí de fiesta.
Olía a alcohol, droga y gente que desconocía y pasaba de un lado a otro o se besaban entre ellos. ¿Qué?
- Che, ¿Y Mauro?
- Allá.
Un pibe me sonrió como si nada y siguió su camino a la cocina. Fui a donde señaló y me lo encontré en el sillón sentado, riendo mientras echaba el humo de su porro por la boca.
- Mauro.
- ¡Lucía!
Se levantó rápido y me agarró por la cintura para abrazarme y levantarme del suelo, apretando con fuerza pero sin asfixiarme.
- Que bien que viniste.
- ¿Por qué hay...?
- Terminé de grabar y les llamé, ¿No te molestan no?
- Ché, Lucía, ¿De quién es esto?
Ysy me interrumpió cuando iba a hablar, levantando el teléfono que había en la mesa mientras una chica a su lado le besaba el cuello y él bebía como si nada.
- Mío.
- Está sin batería, nena.
- Está apagado, es distinto.
No me importaba el teléfono, hacía tiempo que no lo veía. Miré a Mauro y puse mis ojos en blanco fijándome en sus ojos rojos achinados y su sonrisa, seguramente producida por el alcohol y demás.
Me fui de allá a la habitación, que por suerte estaba vacía aunque tuviese las luces encendidas. Cerré la puerta y me tiré en la cama, mirando el techo mientras oía la música como si tuviese el altavoz en la habitación. Odiaba que Mauro tuviera tantos altavoces y se pasase el tiempo escuchando trap y rap, pero entendía que era lo que le gustaba y a lo que se dedicaba. Aún así, no me esperaba esto al llegar de laburar.
Dejé todo lo que había traído del trabajo allá y volví a bajar pero esta vez buscando algo que hacerme y cenar dentro de la habitación, ignorando la joda de la que no quería formar parte.
Unos brazos me rodearon por la cintura despacio mientras le daba la espalda a esa persona. Miré hacia abajo, a sus brazos, e identifiqué sus tatuajes a la vez que él se atrevía a besar lentamente la parte del cuello que se quedó al descubierto del buzo.
- Mauro.
- Dale, anímate un poco.
- Ya sabes que no.
- ¿Ni con alcohol?
- Es lo último que necesito para recuperarme.
- Sólo un poco.
- Estás fumado.
- Un poco.
- Borracho.
- Un poco sólo.
- Pero lo estás.- me giré lentamente, soltando lo que hacía para acabar encerrada entre él y la encimera.
- ¿No querés ir de joda conmigo?
- No ahora, estoy cansada.
- ¿Y otro día?- me miró haciendo un puchero y sonreí.
- Otro día sí.
Odiaba verle drogado o borracho, sí, pero cuando estaba conmigo era distinto a cuando estaba con los demás de joda. Conmigo era más suave, se dejaba llevar y bajaba todo su ego para subir el mío.
Sus ojos no paraban de fijarse en mis labios a tan poca distancia y yo intentaba evitar mis nervios peinando su corto flequillo con mis dedos.
- Ché, ¿Cuál es la contraseña?- apareció Alejo con Tomás y Cazzu a su lado, riendo mientras me enseñaban como habían encendido mi teléfono.
Puse los ojos en blanco y Mauro rió viendo cómo molesta, iba hacia él y le quitaba el teléfono. Puse la contraseña para que me dejaste en paz y se lo enseñé.
- Dale, Mauro, vení que Neo se quiere marcar un free.
Mauro rió y pasó por mi lado besando mi mejilla antes de irse con sus amigos al salón. Miré el teléfono ya encendido después de tanto tiempo y todas las llamadas perdidas y mensajes que tenía.
La mayoría de las llamadas eran mis viejos y mi hermana. Los mensajes eran de mis amigos.
Aunque, pasando el dedo por la pantalla, mirando desinteresada todos los mensajes, me topé con él entre ellos y no pude evitar mirar que decía.
Mateo💞
¿Estás bien?
Me enteré del aborto.
Lo siento.
Siento todo lo que pasó, debí haber estado allá.
Eso fue el día después de que saliera del hospital.
Mateo💞
Te extraño.
¿Cómo estás?
¿Por qué no contestas?
¿Por qué quería saber de mí después de lo que le hice?
Mateo💞
Hablé con Tomás.
Me contó que te encerraste en la habitación.
No sé por qué, sé que no debería, pero te echo de menos.
No entendía nada de lo que pasaba, no entendía porque me mandaba esos mensajes.
Mateo💞
Mis abuelos preguntan por vos.
Tus viejos han venido a verme hoy.
Querían saber qué pasó.
No les conté de Mauro, tranquila.
Supongo que volviste con él.
Siempre supe que eras de él.
Yo sólo quería intentarlo.
Después de esos mensajes dejó de hablarme. La misma noche que Mauro durmió conmigo en mi habitación antes de mudarme con él.
Mateo💞
Te echo de menos, Lucía.
Ese fue el último mensaje, ayer. No entendía por qué me quería, ni yo lo hacía.
Le había engañado con mi ex, con Mauro, y me había emborrachado estando embarazada para más tarde perderlo. ¿Cómo alguien como él podía fijarse en alguien como yo?
Aquella pregunta se clavó en lo más hondo de mí y no pude hacer otra cosa que alejarme de allá, de la gente y su música para ir corriendo a la habitación y apagar la luz, quedando a oscuras.
Cerré la puerta y me quité la sudadera y el pantalón para meterme debajo de las sábanas con sólo la ropa interior, sintiendo el frío colarse en mí y hacer mi cuerpo tiritar aunque a los minutos perdí el frío al encorvar mi espalda y hacerme bola en la cama, abrazando mis rodillas.
En la mesilla, el teléfono descansaba escondiendo todos esos mensajes que rondaban en mi cabeza junto aquella dolorosa pregunta.
Lo peor de querer a alguien y que él también te quiera era no entender por qué eres merecedora de aquel privilegio.

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora