92.

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- ¿Y qué harás hoy?
- Nada especial.
- Podrías venir a mi casa.
- ¿No tenés que laburar?
- No, tengo turno libre.
- ¿Y querés perderlo viéndome?
- Bueno, así hablamos.
- ¿Algo que contarme?
- ¿Y vos?
- ¿Yo?
- Martina me llamó el otro día, dijo que te fuiste al hospital por un tema de Mateo, ¿Qué pasó? ¿Estás bien? Lo siguiente que me dijo fue que te quedaste en casa de Mauro por unos días.
- Estoy bien, tranquilo.
- ¿Te dijo algo?
- Algo.
- Tenés unos ex muy pelotudos eh.
- Mauro también lo era.
- Vos lo has dicho.
- Gil.
- Bueno, ¿Venís a verme?
- No sé, luego te digo.
- Está bien, pero no voy a estar esperándote eh, hay una lista de gente detrás de vos.
- Ajá, lo que vos digas, chao.
- Chao.
Oí su risa y terminé la llamada a la vez que el humo del cigarro de Mauro volvía a mi vista.
Estábamos recién despertados y ninguno quiso levantarse de la cama, así que nos quedamos acá los dos y Tomás me llamó.
Dejé el celular en la mesilla y le miré. Estábamos apoyados en la pared, él sin remera y yo en ropa interior mientras tenía su brazo alrededor de mi hombro y fumaba ajeno a todo.
- ¿Qué?- preguntó sonriendo y subí mis hombros.
- Nada.
Sonreí también, negó con la cabeza y me volví a acercar a él para que me abrazase más a su cuerpo, oyendo de fondo la música que él puso en su celular.
Después de aquel día, me fui quedando más tiempo acá hasta que decidí volver a vivir a su lado por unos días antes de volver a mi casa, donde era más fácil ver a mis viejos. Sabía que no vendrían acá, sobre todo porque no sabían donde estaba, aparte de que era la casa de Mauro.
Aunque se sentía bien estar así con él, tranquilos en una mañana en la que ninguno tenía que hacer nada, comenzaba a tener hambre ya que ni a desayunar bajé.
Lentamente me fui separando de él hasta salir de la cama y buscar alguno de sus buzos para bajar a la cocina a hacer algo rápido.
Pero, cuando iba a volver, él había decidido bajar. Me lo crucé yendo al salón, así que le seguí para sentarnos los dos en el sofá, cada uno en una esquina y con su teléfono, ya que me lo había traído con él.
- Hoy grabo otra vez con Tomás.
- Entonces me iré a la casa de mi Tomás.- levanté mi mirada del teléfono y él sonrió.
- ¿Tu Tomás?
- Claro, mi amigo.
- Oh ya, ya me acuerdo.- rió levemente y siguió viendo su celular. Yo dejé el mío para acercarme a él y hacer que volviese de nuevo su atención a mí.
- ¿De qué te reís, gil?
- Nada, no me estoy riendo.- sonrió y fruncí el ceño.
- Dale, contame.
- ¿Tomás no me odiaba?
- Algo así, no sos su favorito digamos.
- Nada, sólo era eso.- miró su teléfono y levanté una ceja mirándole antes de abrazarle por el cuello, besándole en la mejilla mientras él estaba en Instagram.
- Vos sos mi Duko.- susurré.
- ¿Así?- se giró a mirarme de nuevo y sonreí.
- ¿De verdad lo preguntas?
- Sólo era para oírlo otra vez.
Reí levemente antes de besarme por un corto tiempo, dejando de abrazarme para apoyarme en su hombro con la capucha del buzo puesta y quedándome así mientras veía mi teléfono.
Todo el tiempo tranquilos, cada uno miraba sus cosas o él decidía subir la primera historia conmigo mientras yo me tapaba de la cámara con la capucha, rodando sobre mí a la vez que se reía.
Después de eso, mientras mi Instagram comenzaba a llenarse de notificaciones, decidimos llamar a algún lugar para pedir la comida como solíamos hacer y media hora después, dejamos de ver nuestras redes sociales para sentarnos a comer juntos mientras me hablaba del vídeo que iba a grabar hoy. Yo ya había escuchado la canción, al menos una parte, no sabía aún como sería después de una sola escucha.
Finalmente, él se subió para ponerse algo más que sus pantalones cortos de siempre e irse. Yo me quedé sola, viendo alguna película sin importancia hasta decirle a Tomás por mensajes si seguía esperándome.
Acabé en un taxi yendo hacia su casa, donde también se encontraban Santiago y Martina. Bajé cuando llegamos, pagué y fui hacia su casa.
Cuando toqué su puerta, tardó menos de diez segundos en abrirme y abrazarme hasta hacerme levantar los pies del suelo y llevarme así hacia dentro.
- Hola a todos.- saludé aún abrazada a Tomás y todos me devolvieron el saludo.
- Mirá, por fin sale de la casa del novio.
- Ja, ja, ¿Fueron mis viejos?
- Por ahora no, sólo me llamaron para saber si estabas allá.
- ¿Y qué les dijiste?
- Que te secuestró un tal Mauro Lombardo, aún estaba investigando donde vivía para decírselo.
- Pelotuda.
Santiago y Tomás rieron y el último me pasó el fernet que estaban compartiendo entre los tres antes de venir.
Finalmente, acabamos viendo una película de miedo que después pasó a ser una pequeña fiesta con más alcohol que un vaso de fernet y con la música alta hasta hacer molestar a un par de vecinos. Por cada vecino que venía a quejarse la bajábamos poco a poco y para ellos, era todo un milagro.
Cuando fue anocheciendo, Santiago decidió irse de joda en algún boliche y Martina le siguió para quedarnos al final Tomás y yo hablando aún con la música puesta pero a menos volumen, acabando por hacer varias historias haciendo boludeces y fotos.
Luci_fr

Luci_fr- Él necesita amor, pero yo no lo tengo pa' él

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Luci_fr- Él necesita amor, pero yo no lo tengo pa' él.💔
Tomás.23- Me rompés el corazón.
Tomás.23- Pero tengo quien me lo arregle 😉
Martinaa21- Shippeo fallido😔
Tomás.23- ¿Vos qué hacés acá si te fuiste al boliche gil @Martinaa21?
Martinaa21- Tu hermano es un pelotudo y le dijo mal la dirección al taxista.
Santiago.o92- Sorry @Martinaa21😘
Luci_fr- Están todos pelotudos.
Dejé el teléfono y seguí hablando con él hasta que Mauro me mandó una dirección para que fuera allá.
Tomás me acompañó en el auto que su hermano no se llevó porque seguramente volvería borracho con Martina, así que los responsables decidimos quedarnoslo.
Me despedí de él delante de una casa simple, donde Mauro me mandó, y después salí para ir a la puerta. Toqué cuando ya su auto no estaba y hacia frío. Pero, por suerte, no tardaron en abrir.
- Lucía.
Tomás me sonrió y dejó pasar poniéndose a un lado. Le saludé y fuimos juntos a la sala.
Allá estaban Mauro, Ballve y más gente que seguramente fueron parte del vídeo que estuvieron grabando.
- Hola.- les saludé y fui directa a Mauro para besarle por un corto tiempo como saludo, interrumpiendo su cena.- ¿Pasó algo?
- Nada, sólo quería verte.
Sonrió y yo hice lo mismo antes de sentarme a su lado, hablando con Ballve sobre su vida después de la última vez que hablamos sin alcohol de por medio.
Poco a poco, mientras anochecía, la gente se fue yendo hasta acabar Mauro, Tomás y yo yendo de camino a la casa de él. Tomás me preguntaba por Martina y se reía del mensaje que yo le mandé cuando le robé el celular, una historia que Mauro no sabía según su mirada confundida.
Nos despedimos de él cuando llegamos y cada uno se fue a acomodarse, yendo yo a la cama a descansar para dejarle a él abajo.
A punto de dormirme en la oscuridad de su habitación, tumbada de lado con los ojos cerrados, la puerta se abrió dejando pasar una luz que posiblemente era de su celular. Segundos después, noté como alguien se tumbaba a mi lado para acabar por abrazarme por la cintura, como solíamos dormir.
Sonreí levemente sintiendo su respiración en mi cuello y como dejaba un suave beso en él antes de acomodarse mejor.
- Ojalá no te vayas nunca de acá.
Susurró, seguramente pensando que estaba dormida. Aunque estaba casi dormida, por mi cabeza apareció la idea de quedarme con él acá.
¿Martina? Nunca estaba sola, siempre llevaba a alguien a casa, incluso cuando estaba yo. Al fin y al cabo, ella fue conmigo a vivir por romper con Tomás y parecía que eso se había arreglado.
Lo único que me hacía dudar era el poco tiempo que llevábamos juntos, aunque en realidad lo conocía de años y no era la primera vez que vivíamos juntos.
Al fin y al cabo, no solíamos separarnos y si no estaba yo acá estaba él en mi casa, aunque ya yo haya decidido quedarme acá los días que lo necesitase. Y aunque el miedo estaba presente, pensar que podría tenerle así todas las noches me hizo dormirme con una sonrisa.

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora