33.

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- Lucía.
Levanté mi mirada de los papeles que organizaba en la mesa de mi salón y me encontré con mi madre.
- ¿Qué pasa?
- Te dejo a Thiago, yo me voy ya.
- Vale, chao.
La abracé como despedida y después fue a buscar a mi hermano antes de marcharse y dejarme a cargo de él.
- ¿Qué haremos hoy?
- ¿Te apetecen dulces y películas mientras yo hago esto?
- Me apetece.
Sonreí y me levanté de la silla mientras él corría al sofá. Fui a la cocina y busqué en los cajones dulces para llenar un bol y que se los comiera mientras yo trabajaba. Pero parecía que me había quedado sin ellos.
- Thiago, me parece que tenemos que salir a comprar si querés esos dulces.- dije aún buscando.
- ¡Vale!- gritó desde el salón.
Sonreí oyendo su voz y sus pasos por el salón. Dejé de buscar y fui hasta él, ayudándole con su abrigo antes de ponerme mi campera y salir de mi casa detrás de él.
Fuimos hasta la tienda más cercana de la casa y compramos lo que necesitamos antes de volver. Cuando estaba abriendo la puerta, oímos un claxon detrás de nosotros.
Nos giramos y allá estaba el gran Tomás con su coche a punto de estrellarse porque no controló la velocidad con la que venía. Sonreí divertida y abrí la puerta para dejar a Thiago entrar con sus dulces.
- ¿Que hacés acá?
- Terminé de trabajar y pensé en visitarte.
- Pensé que luego habíais quedado vosotros con Martina.
- No, ¿Por qué?
- Porque no estaba cuando volví yo de trabajar, al revés, estaba mi vieja con Thiago esperando que le cuidara esta tarde porque ella tenía una reunión y luego se iba a cenar fuera con mi viejo.
- Vaya, pues no sé dónde puede estar, como ninguna de vosotras avisan por mensaje aunque sea.
- Ya te pedí perdón por aquella noche.
- Ya, ya...bueno, dale, pasá que hace frío.
Sonreí y dejé que pasara antes de entrar yo y cerrar la puerta. Él fue hasta donde estaba Thiago y yo busqué una película que ponerle.
- ¿De qué va todo esto?
- Él ve una película mientras yo trabajo.
- Vaya, buen plan, una pena que haya llegado yo.
De repente, recogió todos las papeles que había en la mesa y los guardó en un gran taco desordenada de estos
- ¿Vos sos pelotudo? Dejame, tengo que organizarlos.
- Nena, no sabés ni organizar tu vida como para organizar estos.
- Ja, ja, muy gracioso, ahora dámelos y sentate con Thiago, gil.
Hizo un puchero, pero acabó por rendirse y dejármelos. Pensé que iba a cuidar de un niño, no de dos.
Mientras ellos veían Matilda, yo organizaba todo lo que mi mejor había desordenado y poco a poco los guardaba, ya que a mí también me gustaba esta película y se me hacía difícil dejar de verla para trabajar.
Cuando terminé, fui corriendo hasta el lado derecho de Tomás y me tiré como si hubieran lanzado una bomba a mi casa. Me miró divertido y me pasó los dulces a la vez que su brazo alrededor de mis hombros, quedando él entre Thiago y yo.
La película estaba por la mitad cuando yo me había sentado, pero el tiempo se pasó más rápido de lo que pensaba y cuando aún no se había terminado ni el chocolate que habíamos comprado, la película ya estaba en los créditos.
- Bueno, ¿Ahora qué?
- Thiago, dejá de comer y vos, andate a la concha de tu...
- Eh, que hay niños delante, pelotuda.- Thiago sonrió mientras Tomás me miraba con una falsa indignación. Resoplé y mi hermano salió corriendo con una tableta de chocolate a mi habitación.
- Da igual, está casi terminada esa tableta.
- Le va a dar un subidón de azúcar y vas a tener que llevarlo a un hospital.
- Gracias por tus ánimos, gil, ¿Qué hora es?
- Las diez.
- Tendría que estar cenando.
- Que mala hermana eres.
- Dale, llámame a un pizzero y yo lo pago
- Lo ibas a pagar vos igualmente, no traje plata.
Sonrió divertido sacando su celular de los pantalones vaqueros que llevaba y en unos minutos ya había pedido dos pizzas para los tres.
Mientras, Tomás y yo ideamos un plan para quitarle el chocolate a Thiago y exactamente tardamos media hora en hacerlo posible, el mismo tiempo que se tomó el motorista en traernos la pizza.
Bajé a pagar y luego llevé las pizzas a la mesa donde antes habían estado mis papeles del trabajo. Nos sentamos los tres y cenamos juntos.
Después, Thiago jugó un rato en el salón hasta cansarse lo suficiente para que Tomás lo llevará a mí habitación. Parecíamos unos auténticos padres.
- Bueno...son las once, así que yo ya me voy.
- Ché, ¿Y Martina?
- No sé.
- ¿Crees que le ha pasado algo?
- No creo, pero a saber.
- Llamá a tu hermano, igual sabe algo, yo llamo a Mateo.
- Marchando.
Los dos agarramos nuestros respectivos teléfonos y llamamos a los que dije.
- Mateo.
- ¿Pasó algo?
- ¿Está Martina con vos?
- No, yo estoy en la casa de un amigo, había partido hoy del...
- ¿Sabés donde puede estar?
- Me dijo que iba a una fiesta el día...- se calló unos segundos, posiblemente mirando la fecha de hoy.- Hoy, una fiesta hoy.
- ¿Una fiesta?
- Sí, con vosotros además.
- Pues o vive en otra dimensión o te mintió.
- Me parece que lo segundo.
- ¿Y por qué te mentiría?
- Porque a lo mejor si iba a una fiesta, pero no de las que me gustan a mí y seguramente, a vos tampoco, así que me mintió y ni vos ni yo sabemos nada.- Mierda.
- Gracias, chao, te quiero, chao.
Me despedí rápido y me levanté de un salto del sofá. Tomás me miró confundido mientras corría a la entrada, guardando mi teléfono en mi pantalón.
- Chao, Santiago.- Tomás terminó su llamada y me miró aún más confundido al verme volver a ponerme la campera.- ¿Qué ha pasado?
- Martina se ha ido de fiesta, a una que no me gusta a mí.
- ¿Crees qué...?
- Capaz, no sé cómo lo hace ese pelotudo pero hipnotiza a todas.
- ¿Y Thiago?
- ¿Te quedás vos y voy yo?
- ¿Vos sola? No.
- Pues yo no me voy a llevar a mi hermano allá.
- Ni yo te dejaré ir sola.
- Tomás, no es la primera fiesta de estos pibes a la que voy, ¿Recordás? Sé cuidarme de mi misma y más cuando tengo que cuidar a otras personas.
- ¿Segura?- asentí y resopló, mirando al suelo.- Está bien, pero no tarden.
- No lo haremos.
Sonreí, besé su mejilla rápido mientras le quitaba las llaves de la mano y salí de mi casa con la misma velocidad. Entré en su auto y arranqué, yendo lo más rápido que pude hasta allá.
Pasé por la casa de Tomás y nada. Después por la de Neo y nada. Hasta que finalmente frené en frente de la casa de Alejo.
Salí del coche intentando buscar calor en mi campera a la vez que caminaba hacia la puerta de la casa. Comencé a oír la música cada vez más según me acercaba hasta que mis tímpanos retumbaban cuando llamé a la puerta.
Me abrió Mauro, por supuesto, porque ya no podía tener más mala suerte.
- ¿Lucía?
- ¿Estás drogado?
- No, aún.- sonrió y yo resoplé.- ¿Pasó algo?
- ¿Sabés donde está Tomás?
- Lucía...
- ¿Sabés o no?
Asintió lentamente y se hizo a un lado para dejarme pasar. Al hacerlo, un olor a alcohol y marihuana invadió mis fosas nasales hasta tal punto que sólo parecía respirar eso y nada de oxígeno.
Por suerte, mientras mis ojos observaban la entrada como si fuera la primera vez que la veía, Mauro decidió no perder más tiempo y me agarró de la mano, tirando de mí hacia donde estaba su amigo.
Me dejé llevar por él, chocandome con la gente que había en el medio y que sólo le saludaban a él, pero a mí me ignoraban y se cerraban ante mi nublada vista.
El calor de la fiesta y el agobio comenzó a subir por todo mi cuerpo hasta acabar en mi nuca, haciendo aún más imposible que me centrase en buscar a Martina y fuera Mauro quién decidiese que hacer conmigo.
- Acá.
- Acá...- me fijé en la puerta cerrada de la habitación y me intenté centrar.
- Dale, abrí.

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora