95.

564 33 4
                                    

- Pelotudo, despertate.
- Mirá, tarada de mierda, ayer estuviste cantando con el karaoke hasta tarde así que no me rompas más las bolas y déjame dormir.
- Tomás, decime otra vez porque te pido que vengas a dormir acá porque cuando despierto con vos solo pienso en tirarme por la ventana.- se giró y frunció el ceño.
- Porque tenés miedo a esta casa, pensás que hay monstruos o algo.
- Entonces cambio lo dicho, ahora te tengo miedo a vos.
Sonrió y yo resoplé, saliendo de la cama para ir a la cocina, ignorando a mí mejor amigo.
Hacía ya tres días que Mauro no estaba acá y casi ni hablábamos porque o estaba dormido o en el concierto que tenía que hacer, así que le pedí a Tomás que venga a dormir acá y hoy le dejé dormirse en la cama porque ayer nos dormimos demasiado tarde y era o eso o se iba de casa porque no quería dormir en el sofá.
Aún así, cuando se hacía de día, siempre me hacía la misma pregunta. ¿Por qué tengo un amigo tan pelotudo?
Mientras yo me tomaba el café apareció él sin remera y todo el pelo desordenado.
- Ponete algo, gil.
- Tengo calor.
- Sos re tarado.- sonrió echándose el café que quedé en otra taza bajo mi mirada.
- Sin mí estarías en la cama llorando porque ayer oíste un ruido.
- Cuando despierto con vos a veces lo prefiero.
Rió y se fue al salón conmigo detrás de él. Nos sentamos en el sofá y cada uno sacó su celular para verlo mientras tomábamos el café.
- Además, tenés auto por fin.
- El tuyo.
- Mejor que nada.
- Pelotudo.- susurré y rió.- ¿Salimos hoy?
- Tenemos que laburar.
- Después.
- Te aburrís eh.
- ¿Con vos? Quién no.
Me miró, frunció de nuevo el ceño y está ves fui yo la que rió. Dejé la taza en la cocina al terminar y subí a cambiarme mientras él terminaba de desayunar.
Cuando salí de la habitación para ir al baño él ya estaba subiendo. Nos cruzamos insultándonos como buenos amigos y luego seguimos con nuestras cosas.
Al final, tuve que esperarme abajo para irnos en su auto. Por suerte yo no tenía turno de tarde, así que hoy me tocaba a mí manejar.
Le llevé a su trabajo y después fui al mío. Estos tres días fueron más tranquilos, supongo que por qué ya no le tenía.
Estuve más con los pibes, salí a comprar ropa con Emma y Camila y sólo me faltaba salir a algún boliche con ellos, aún cuando ya no había nadie que me llevase a casa borracha.
Mientras clasificaba y ordenaba los documentos que me iban llegando, pensaba en como era tenerle tan lejos. Solíamos hablar solo a la noche, justo antes de que saliera a algún escenario porque era el único momento libre que tenía.
No sabía de él más que por redes sociales, por alguna cuenta de Instagram que enseñaba alguna foto con algún fan diciendo la localización o por alguna historia de otro pibe que por suerte seguía.
Tenerle lejos no hizo más que sentir que realmente había vuelto a caer en sus redes y yo no era como Martina con Tomás, que también se había ido al final con Mauro, yo al final he aceptado que se podría llamar a esto que siento enamorarse aunque eso era todo un caos y con él más.
Le extrañaba siempre, aunque le viese por videollamada o escuchase alguna de sus canciones. No tenerle en casa tumbado en el sofá con su celular o dormido hasta tarde o simplemente ir juntos a algún lugar se me hacía extraño y acababa por desesperarme tanto que en algún momento mis amigos se cansarán de mí.
Entre estos pensamientos, salí del edificio una vez terminé de laburar y subí al auto de Tomás para ir a buscarle y comer juntos en el Burguer  más cercano de su trabajo. Después, le dejé de vuelta y me fui a casa sola.
Martina también había pedido venir acá a dormir con nosotros, ya que quería la casa solo para ella para poder llevar a Tomás sin problemas pero ahora él no estaba y como a mí, se le hacía demasiado vacía y extraña.
Así que acabé por llamarle y juntas, mientras veíamos una película distraídas, les mandamos a todos un mensaje con la hora y el boliche al que iríamos hoy.
Aunque todos laburabamos, todos estábamos aburridos. El día pasó como los anteriores, sin sobresaltos ni alguien que me diera algún susto por la casa.
Dejé ropa a Martina para que no se fuese a la que ahora era sólo su casa y cuando llegó Tomás en taxi, las dos ya estábamos listas para la joda.
Él tardó poco en prepararse y media hora después ya estaba manejando para llevarles a los dos al boliche donde habíamos quedado todos.
Entramos sin esperarles, yendo a la barra para comenzar a beber sin pensar que en algún momento aparecería Mauro para llevarme a casa. Después, todos los que faltaban se fueron uniendo hasta estar todos juntos bailando, cosa extraña ya que siempre que entrábamos a algún club nos separabamos al instante, cada uno buscando sus intereses.
No podía evitar extrañarle aún más cuando ponían alguna canción suya. Aunque sonreía a mis amigos que me señalaban, cantaban, bailaban y reían, en realidad las típicas preguntas aparecían en mi cabeza.
¿Estará ahora en el concierto? ¿Cómo estará? ¿Me extrañará?
La situación me sobrepasaba a veces y siempre la curaba con lo mismo. El alcohol. Junto a Martina, tomé varias rondas de chupitos que acabaron por hacerme tambalear de camino al baño junto a Emma.
Mientras ella se reponía de vomitar yo terminaba de arreglarme antes de volver a bailar con Tomás.
Cuando nos dimos cuenta, el boliche estaba cerrando y el plan de ir a algún after no estaba pensado por el simple hecho de que algunos como Santiago o Camila tenían que laburar mañana más temprano que los demás.
Así que salí del boliche subida a la espalda de Tomás, riendo juntos aunque él no estaba tan borracho como yo.
Santiago, que no había bebido tanto como los demás, decidió llevarnos mientras que Emma, Camila y Martina se iban en un taxi.
- ¡Chao!
- ¡Te amo Santiago!
- Sí, sí, espero que mañana no se te olvide.
Nos sonrió desde dentro del auto, con la ventanilla bajada mientras yo me apoyaba en el hombro de Tomás. Nos despedimos con la mano y se marchó.
- ¿Por qué no iba a acordarme?
Le pregunté a Tomás y él rió, negando con la cabeza antes de pasar su brazo alrededor de mis hombros y llevarme así hasta la puerta de la casa. Sacó de mi bolso las llaves ya que yo estaba demasiado distraída con el oscuro cielo.
Me saqué los tacones en cuanto llegamos y fui a la cocina a agarrar helado para llevarme la tarrina a la habitación, donde Tomás ya estaba tumbado en la cama con su remera fuera y su pantalón deportivo ancho negro que usaba para dormir.
Me tumbé a su lado y comí el helado hasta acabarmelo, dejando de sentirme tan mareada por el alcohol. Le miré y él estaba mirando fijamente al techo.
Intenté no reírme y saqué mi teléfono del bolso para meterme en las redes sociales.
Todo estaba bien, con alguna foto de él en su último concierto o quizás este, no conseguía adivinarlo.
Hasta que al meterme en Twitter todo era conspiraciones sobre Mauro. El alcohol desapareció rápido mientras veía como se hablaba de una piba que estaba con ellos desde que viajaron y que siempre salía a su lado.
La gente decía que estaban juntos, que me estaba engañando aunque no había grandes pruebas.
Miré a Tomás y luego decidí salir de ahí para ir a Instagram, donde me apareció él como la primera historia para ver.
Dudé, pero no tenía por qué si no había ninguna prueba de que estaban juntos y sólo eran fotos y vídeos que podían ser con cualquiera que les acompañase.
Hasta que le vi con ella y Ella es una G de fondo. Los dos sentados en un auto, solo iluminados con las luces de la calle. Él apoyado en su hombro con un porro en su mano, fumando mientras sonaba la canción y él la cantaba. Después, terminaba la historia.
- ¿Lucía? ¿Estás bien?- oí a Tomás a mi lado.

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora