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- Lucía.
Abrí mis ojos y miré a Martina sonriendome. Estaba levantada delante de mí.
- ¿Qué?
- Tenés que ir a laburar.
- Y vos también.
- A eso iba.- la miré y me di cuenta que ya estaba vestida.
- Que paja.
- ¿Estás bien?
- Sí, ¿Por qué?
- Por la cena de ayer.
- Estoy bien.
- ¿Viste a Mateo en algún momento?- recordé entonces como Martina salió a buscarme cuando él ya se había ido y todos los sentimientos que afloraron en aquel momento.
- No, no lo vi.
Asintió despacio y me dedicó una última sonrisa antes de irse de la habitación. Resoplé y me di la vuelta para quedarme mirando el techo un corto tiempo en el que mi cabeza estaba completamente vacía.
Después, cuando ya parecía aburrirme el blanco de mis paredes, me senté en la cama y agarré el teléfono para ver la hora antes de levantarme completamente.
Pasando mis manos por mi cara y pelo, fui al baño para lavarme la cara antes de bajar a desayunar. Odiaba tener que ir a laburar con tanto sueño.
Suspiré mirando mi despeinado pelo y las ojeras que me habían aparecido. Pero, decidí no deprimirme recién empezada la mañana y salí del baño para bajar a desayunar.
- ¿Martina te fuiste ya?
- No.- la oí en la cocina cuando aún iba por la mitad de las escaleras.
- Necesito la crema que...
Cuando entré en la cocina y mis ojos subieron del suelo, no estaba sola. Me sonreía con cara de entre emocionada y divertida con la situación mientras estaba apoyada en la encimera.
Y él estaba sonriendome como un pelotudo con la misma cara de cansancio que yo, apoyado en la pared con un cigarro en la mano. A su lado, Neo reía por mi cara seguramente.
- ¿Qué hacés acá?
- Hoy volvía.
- ¿Hoy?
- Menuda bienvenida.- dijo riendo Neo. Pero le ignoré y miré a Martina.
- ¿Lo sabías?
- Obvio nena, Tomás también venía hoy.
- ¿Ni un beso?- preguntó ahora Mauro, haciendo un pequeño puchero cuando mis ojos se desviaron a él.
Sonreí y negué con la cabeza caminando despacio por la cocina hasta llegar a estar en frente de él.
- Que pelotudo que sos.
Susurré mirándole ya de cerca y cuando sonrió puse mis manos con suavidad en sus mejillas y le besé después de tanto tiempo. Hasta esto había extrañado y no lo saboreé lo suficiente antes de que se fuera.
- Que lindos.
- Callate, gil.
Le respondí a Martina, separándome de Mauro para dejar que él me abrazara por la cintura mientras yo fulminaba a mí mejor amiga con mi mirada.
- Bueno, yo acá no tengo nada que hacer.
- Ni yo.
- Chao.
Tanto Neo como Martina se despidieron a la vez antes de irse de la cocina y más tarde de la casa. De nuevo, los dos solos.
- Estás más feliz.- dijo, desviando mi mirada de la puerta a él.
- ¿Así?
- Sí, te ves distinta.
- Bueno, será que me hizo bien estar lejos de ti.- frunció el ceño y reí.- Es joda.
Ahora él fue quien me besó sin aviso, pegándome más a su cuerpo por el abrazo en mi cintura. Yo pasé mis manos de su cara a su nuca para enredar mis dedos en su pelo.
Sabía que lo había extrañado, cada día parecía un mes y sabía que no iba a ser la última vez que eso pasaría. Pero, tenerle así de nuevo volvió a recordarme el por qué él y no Mateo.
- ¿Todo bien?- pregunté cuando nos separamos.
- Sold out, beba.
Sonreí al oír como me llamó y le besé antes de separarnos completamente. Al fin y al cabo, yo tenía que laburar y él posiblemente descansar de todo. Además, tenía hambre y no sólo de él.
Me di la vuelta, le di la espalda y me hice el desayuno mientras él se iba al salón.
Cuando ya lo tenía todo fui junto a él para sentarme a su lado, bebiendo el café que me hice aparte de los cereales de siempre.
- Tendrías que dormir.
- ¿Ahora?
- Todo el día.- me miró y frunció el ceño.- ¿Qué?
- ¿Todo el día?
- Sí.
- ¿Y vos?
- Yo tengo que laburar todo el día, así que vamos a estar separados igual.
- Pero tengo que estar atento a vos.
- ¿A mí?
- Claro, ¿Quién te va a llevar a la laburar?
- Voy a manejar yo.
- Sí, pero conmigo de copiloto.- sonrió y puse los ojos en blanco, haciéndole reír.
Le pregunté por todos los conciertos y las ciudades y me fue contando una a una lo que pasó mientras desayunaba para luego, cuando llevaba a la cocina a las cosas y me iba a cambiar, me contase los planes futuros.
- Mauro.
- ¿Qué?
- Nada.
Me miró confundido, pero no le iba a preguntar lo que se me pasó por la cabeza. Aún no sabíamos ni que éramos y ya le iba a cuestionar si nos veía juntos en esos planes que me decía. "Siempre rompiendo las bolas" me diría.
Se tumbó en la cama boca arriba, mirando como me cambiaba rápido para no incomodarme demasiado con él. Sí, éramos pareja desde hace mucho tiempo, aunque hayamos roto dos veces.
Me conocía desde la secundaria y cuando la dejó para rapear ya éramos pareja. Incluso ya cuando estaba comenzando el quinto escalón éramos más que ahora.
Pero, por ahora sólo me había desnudado con él con alcohol de por medio. Nada es lo que parece cuando ese está en medio.
- ¿Vamos o te dormís ya?
Sonrió y se levantó rápido para que cuando estaba lo suficientemente cerca poder agarrar su mano y llevarle hasta el auto de Neo, que parece que se había quedado allá a esperarnos.
- Manejo yo.
Neo asintió y se pasó a atrás, dejando a Mauro de copiloto. Nos subimos y fuimos a donde yo laburaba para dejarle de nuevo el volante a mi amigo.
- Lucía.
Me giré para encontrarme a Mauro caminando hacia mí antes de que entrase en el edificio.
- ¿Qué?
- Nos vemos en casa.
Me guiñó el ojo y sonreí antes de que sus labios volvieran a los míos para saborearlos lentamente.
Cuanto lo había echado de menos.

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora