73.

656 44 3
                                    

- Y entonces nos caímos de la cama.
- Lucía, ¿Estás escuchando algo de lo que el pelotudo de mi hermano está contando?
Desvié mi mirada a mí mejor amigo y luego a su hermano, sonriendo nerviosa por no saber responder.
No, no le estaba escuchando hasta su última frase. Sabía que estaba hablando de una de sus noches con una de las minas que había conocido estos días, pero mi cabeza se fue del salón para viajar al pasado.
Exactamente, a aquel momento donde la mirada de mí viejo confundido y la mía nerviosa se cruzaron. Hacía dos días de aquello, pero como ninguno de ellos me había llamado no sabía si le habían visto y eso me mataba por dentro.
Si lo habían visto, significaba que de nuevo volvía a decepcionarle. Sino, todo estaba bien por ahora.
- Lucía.
- Perdón, ¿Sí? Se me fue.
- Ya lo vemos, ¿Todo bien?
- Sí, todo bien, es sólo que...
La puerta interrumpió lo que iba a decir y a continuación la casa se lleno de las risas de Mauro y sus amigos entrando.
- Oh hola.
- Hola.
Se saludaron, pero ellos rápido se fueron a la cocina guiados por Mauro. Suspiré y desvié mi mirada a mis amigos.
- ¿Siempre están acá?
- No siempre, a veces va él.- sonreí y los dos negaron con la cabeza a la vez que reían.
- ¿Y vos no vas de fiesta con él?
- No, le da bronca pero me da paja ir ahora.
- Ya...si te encuentras a Mateo igual...
- ¿Igual qué?
- No, nada, igual hablan.
- Oh, ya.
- ¿Sabe lo de Mauro y vos?
- No, sólo que vivo con él.
- Eso es como decir que están juntos.- sonrió Santiago.
- Sí, bueno, quizás es un amigo. Yo vine acá porque le veía como un amigo.
- Ajá...
- ¿Qué?
- Tu cabeza decía que era un amigo para no sentirte mal, pero vos ya sabías donde ibas cuando decidiste mudarte con él.
- No me he mudado, sólo estaré un tiempo.
- Seguro.- Tomás sonrió a su hermano y este le imitó el gesto.- Bueno, nosotros nos vamos ya.
- ¿Ya?
- Nena, estuvimos tres horas acá y vos viajando por el universo de tu cabecita.
- Ya...lo siento.- sonreí mientras nos levantábamos. Tomás chasqueó su lengua y me abrazó.
- No lo sientas, vos pensás mucho.
- Y actúas poco.
Terminó por decir su hermano antes de abrazarme cuando Tomás me soltó. Les acompañé a la puerta y allá nos volvimos a despedir con un abrazo antes de cerrar y quedarme sola allá.
Inspiré profundamente y fui a la cocina. Abrí la puerta y todos me miraron cuando asomé mi cabeza, sonriendo.
- Ya pueden ir allá si es lo que quieren.
- La cocina son para los experimentos, Lucía.
- Ah, ¿Ahora sos científico?
- Científicamente drogado.- se rió Neo de Ysy cuando me dirigí a él, este sonrió y negó con la cabeza mientras Mauro se acercaba a mí.
- Sigan con sus experimentos, yo me voy.
- No, dale, wacho.
Todos intentaron que se quedara pero él agarró mi mano y salió de allá conmigo, cerrando la puerta.
Le miré mientras me llevaba de vuelta al salón para sentarse conmigo en el sofá y pasar su brazo por mis hombros, acercándome a él en silencio.
- ¿Qué?
- ¿Todo bien?
- Todo bien.
- ¿Segura?
- ¿Por qué?
- Bueno, estás en otra onda siempre.
- Pienso demasiado.- y actúo poco dije en mi cabeza, recordando la voz de Santiago.
- Pues no deberías, todo está bien por fin, ¿No?
Asentí sonriéndole cuando su mano se puso en mi mentón y él me dedicó una pequeña sonrisa antes de besarme.
El problema era que había dejado a los pibes encerrados en la cocina y como animales, se escaparon para aplaudir cuando nos encontraron así.
Mauro se alejó y rió con sus amigos mientras yo ponía los ojos en blanco, alejándome de él para levantarme después.
- Me voy a la habitación, sigan con sus experimentos.
Ellos no dejaron de reír mientras yo subía por las escaleras sintiendo su mirada pegada en mí.
Llegué a la habitación y ya allá me dejé caer sobre la cama boca arriba, abriendo mis extremidades y respirando lentamente para ordenar mis pensamientos.
¿Debería decírselo? Lo sabrán igualmente, siempre lo hacen, pero igual si les digo yo en vez de que se enteren por otros todo estaría mejor. Pero no podría hacerlo ahora porque no me siento con las fuerzas suficientes para enfrentarme a mí viejo y su amor fanático por Mateo.
Odiaba que le quisiese tanto, pero entendía por qué ya que yo lo hice. Lo hice, quizás ya no o no de la misma manera.
Con Mauro era todo diferente, por ahora todo estaba bien. Y decía por ahora porque no sabía si duraríamos, pero no me importaba.
Siempre que pensaba que esto podría terminar me acordaba de cuando él me dijo que siempre pensaba eso cuando estaba con él antes de terminar. Y tenía razón, así que decidía siempre ignorar esos pensamientos para enfocarme en otras cosas.
Mire la habitación y pensé en lo que Tomás me dijo. Me había venido acá sabiendo lo que podría suponer, sí, pero en ningún momento pensé que podría pasar algo entre nosotros porque pensé que estaría poco tiempo acá.
Pero, ahora me doy cuenta que si seguía así acabaría por quedarme a vivir acá y yo tenía una casa que compartir con Martina.
Quería estar con él y me sentía bien así, todo era más sencillo. Pero quizás era ir demasiado rápido.
Entre pensamientos y mis propias respuestas a las preguntas que me acosaban, se hizo de noche y comenzaba a tener hambre.
Ignoré que podrían estar fumando por allá y me levanté para buscar algo de comer. Cuando bajé las escaleras le encontré solo, mirando su teléfono con un cigarro en su mano, ajeno a todo.
Seguí mi camino y fui a la cocina, ignorando el olor a marihuana que aún perduraba allá.
Busqué algo para cocinar y en silencio me preparé la cena. Fui al salón e igual me senté a su lado, sin decirnos nada ni mirarnos, tan sólo acompañándonos.
- ¿Qué tal todos?- pregunté por fin.
- Podrías habérselo preguntado.
- Ya, bueno, ya sabés que...
- Que querés estar alejada de todo.
- Ya...
Entonces sus ojos dejaron de dar su atención a la pantalla del teléfono para mirarme a mí mientras comía.
- ¿Estás bien?
- Ya te dije que sí.
- ¿Y con tus amigos?
- Bien.
- ¿Y conmigo?
- Bien.- le miré y sonreí, pero él no.
- ¿Y con mis amigos?
- ¿Qué pasa con ellos?
- No sé, ya ni hablas con Neo.
- Bueno, no hace falta estar...
- Te vi antes, te molestó que nos interrumpiera.- me interrumpió.
- No me...
- Crees que se van a reír de ti - afirmó, volviendo a interrumpirme.
- Ya fue, Mauro, dejame comer.
- ¿Ves? Ahora intentas ignorarlo.- sonrió victorioso y yo volví a centrar mi mirada en él.
- Bueno, sí, creo que se ríen de mí.
- ¿Por qué?
- Porque no soy como vos.
- ¿No? ¿Y qué?
- Que no fumo, no...- y me callé al ver como sonreía, guardando su teléfono.- ¿Qué?
- Lucía, tenés ya 24 años, déjate de pelotudeces.
- Perdón.- supongo que todo el drama de si mis viejos me habían visto con él me hacía dudar de todo.
- Te castigas vos sola, dale, vos y yo estamos juntos, ¿Qué importan los demás?
Sonreí y él hizo lo mismo. Asentí respondiéndole y él me besó sin aviso, aunque ya tampoco hacía falta.

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora