68.

627 40 6
                                    

Sonreí mientras jugaba con Tomás a uno de los videojuegos de su consola, recordando el interrogatorio de hace un día en su casa.
Todos se alegraron y luego se deprimieron cuando tuvieron que sacar la plata y pagar a Tomás por haber ganado la apuesta.
Aún quedaba para que Mauro volviese, pero no dormía sola. A veces venía Tomás, otras veces su hermano o Martina. Así que se hacía mejor.
Ahora estábamos todos de nuevo en su casa, por la noche porque ya todos habíamos terminado de laburar.  Santiago tenía a Emma sentada en sus piernas, enseñándole alguna foto graciosa que le hizo reír mientras yo defendía mi portería del disparo que Tomás me mandó.
Camila estaba con Martina en la cocina, sacando el fernet mientras cambiaban la música de un parlante que Tomás compró hace una semana para las jodas en su casa, como de costumbre.
- La concha de la gorra, Lucía, ¿Podés parar de parar el balón?
- Vos quisiste un Real Madrid y Barça, no andes llorando ahora porque mi equipo es mejor.
- Yo tengo a Messi, gil.
- Sí, y vas perdiendo.
Reí y Santiago se burló de su hermano, ignorando por unos segundos a Emma y sus fotos.
- Ché, ¿Viste a Thiago?- pregunté a Martina cuando volvieron de la cocina, sin quitar mi mirada del televisor.
- Sí, te echa de menos.
- Como todos lo hacíamos.- añadió Emma, dejando su celular a Santiago por un tiempo.
- Y bueno, ya lo veré.
- ¿Cuándo?- preguntó Camila dándole un sorbo al fernet, después me lo pasó a mí.
- No sé, ¿Qué creen que harán mis viejos al verme?
- Ilústranos.
- Me preguntarán por Mateo, sobre por qué cortamos y como fui tan pelotuda de no contestar sus llamadas. Y ahora díganme con qué cara les miento de todo en vez de decirles que estoy con Mauro y todo fue por eso.
- Con la cara de siempre, nena, se podría decir que llevás mintiendo más que respirando desde que naciste.
Dijo Tomás mientras paraba el tiro que le hice. Le fulminé con la mirada, agarré a uno de mis delanteros y corrí hasta llegar al balón para tirar a portería de nuevo y marcar. Chasqueó su lengua e indignado me miró.
- ¡Era una joda!
- ¡Mi gol también!
Frunció el ceño y siguió jugando aunque parecía imposible remontar un cuatro- cero.
- Dale, Lucía, no tenés por qué contestar.
- Se nota que no los conoces.- respondí a Santiago.
- Decinos la verdad, Lucía, ¿Temés a tus viejos o encontrarte a Mateo?
No había pensado en eso. Mateo seguía viviendo allá, obvio, por lo tanto nos podíamos encontrar y no sabría cómo reaccionar.
Aún le extrañaba, más ahora que no estaba Mauro y sólo hablaba con él por mensajes y a la tarde cuando podía.
No sabía cómo sería otro reencuentro con él, a lo mejor me preguntaba por Mauro ahora en vez de por mi. Igual me decía que él ya tenía a otra.
¿Tan rápido se puede olvidar a alguien?
Bueno, yo fui la mala de la relación. Si él me olvidaba no tenía ningún derecho a enfadarme, además, yo estaba con Mauro ahora.
Cuando me di cuenta, Tomás ya me había marcado y ahora iba a por el segundo. Por suerte reaccioné rápido y le paré el balón.
- Te ha marcado.
- Ya.
- Y no has respondido mi pregunta.
- Lo sé.
- ¿Y qué tienes que decir?
- Que temo las dos cosas.
- Vaya.
- Sí, no voy a mentir, no tanto.
- O sea, que estás con Mauro pero...
- Pero Mateo es Mateo. Dale, casi somos padres juntos.- desvié mi mirada del videojuego para mirar a mí mejor amiga.- ¿Debería olvidar a alguien así tan rápido?
- No, lo estás haciendo bien.
- Pues a mí me parece que no.
- Lo que sentís por Mauro es diferente, ya ves que no se ha ido aún.
- Y mirá que tuviste tiempo.- añadió Camila a lo que dijo Martina.
- Ya, bueno...
- ¡Lucía, Tomás te va a marcar!- cuando miré la pantalla, el aviso de Santiago llegó tarde y ya íbamos cuatro- dos. Pelotudo.
- Pará un momento el juego.
- No quiero, acá venimos a jugar fútbol no a charlar.
- Ni quiri, ni quiri. Luego no llores, gil.
- Ella me dice no llores.
Cantó la canción de Mauro mientras seguía jugando y yo intenté matarle con mi mirada por no darle con el mando. Pero no sirvió.
- Te voy a cagar a pi...
- Si querés puedo ir yo con vos a ver a tus viejos.- me interrumpió Martina.
- ¿Lo harías?
- Obvio. Mirá, cuando fuiste a vernos a nosotros viniste con Tomás, que fue junto a Santiago el primero en verte después de tu encierro, aparte de Mauro.
- Ya...
- Si te acompaño puedo ayudarte y seguro que será mejor.
- Seguramente.
- Lucía, por dios, mirá cómo regatea Messi.
- Callate un rato, Santiago.
Miré al mellizo, molesta, antes de seguir jugando y hablando a la vez.
- Dale, por mi ningún problema.
- Está bien...
- ¿Sí?
- Sí, acompáñame.
- ¡Bien!
La miré confundida y justo Tomás tiró desde el centro del campo para marcar gol. Pelotudo.
Seguimos jugando hasta que terminó la partida. Por suerte no hubo ninguna sorpresa y acabé ganando. Como siempre.

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora