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- ¿Otra vez?

- Sí.

- ¿Con Martina?

- Sip.

Recogí mi pelo en una coleta y bajé un poco la corta y pegada falda negra que llevaba. Mateo dejó de mirarme  a través del espejo y llevó sus ojos a su celular.

- ¿Pasa algo?- pregunté.

- Nada.- volvió a dirigirse a mí y me sonrió.- ¿Querés que te lleve a su casa?

- ¿Tenés algo que hacer?

- Ir a mi turno de noche.- suspiró y se levantó de su cama, acercándose a mí para poder rodearme con sus brazos por mi cintura.- Pero lo dejo por vos.

- Mateo, puedo ir en taxi.

- Sí, y yo llegar tarde.

Sonrió aún más que antes y yo hice lo mismo antes de colocar mis manos a cada lado de su rostro y besarle con dulzura mientras él me apretaba contra su cuerpo. Salí de la habitación y le esperé abajo a que se vistiera. Se podría decir que, mientras jugábamos a la Play prefirimos divertirnos de otra forma.

- Ya estoy.

Sonreí mirándole. No iba arreglado, claro, pues sólo iba a llevarme a casa de Tomás. Martina llegó poco después, lista para la fiesta, y luego nos fuimos al coche de Mateo. Arrancó y en unos minutos ya estábamos en donde vivía mi mejor amigo.

- Chao.- me asomé por su ventanilla y nos dimos el último beso antes de que me sonriera y se marchara a su trabajo.

- Che, llegan tarde.

Dijo Santiago enfadado, parecía ebrio, pero no quise preguntar. Saludé a todos y después me subí al coche de Tomás, acompañada de Emma y Martina. Los demás iban en el coche de Camila.

- ¿Y el auto de Santiago?

- Condujo hecho mierda hace unos días y se chocó por ahí.

- ¿En serio?

- Sí, y el pelotudo ni se acuerda.

Tomás chasqueó la lengua y siguió atento a la carretera. En unos minutos, ya estábamos entrando al boliche que habíamos decidido ir hoy. Como siempre, cada uno se fue por su lado.

Esta vez dejé a las chicas y me fui con Santiago directamente a la barra a pedir lo más fuerte que tenían para comenzar y después  un par de chupitos con el que parecía que iba a ser mi acompañante esta noche.

Pero, como siempre, acabé sola sentada en uno de los sillones del fondo con una botella que poco antes de eso había comprado y la que ya sólo quedaba el final. Cerré mis ojos para concentrarme y no ver borroso y dejé de estar mareada, volviendo a oír mejor.

Salí con dificultad del local y me alejé un poco, entrando al parking que había cerca de allá. Unos autos más allá de donde estaba se encontraba el de Tomás, pero preferí vomitar por acá para no mancharle y que luego me echara la bronca.

Entonces, oí un gran frenazo cerca y caminé lentamente hacia donde lo escuché. Me encontré un grupo de personas riendo mientras un auto de apariencia cara derrapaba en círculos.

Cuando me fijé mejor, pude divisar que el que iba de copiloto se parecía bastante a Ysy y decidí atender ahora a el grupo de personas que reía y bebía mirando la escena. Allá estaba Cazzu, C.R.O, Marcianos Crew, Luchito y Mauro. Mierda.

Me giré sobre mí y caminé intentando que los tacones negros que llevaba no se oyeran al chocar contra el suelo, pero me fue imposible.

- ¡Eh, linda, vení a saludarnos!- supe que fue Marcianos por su voz, así que le ignoré.

- ¡Che, pibes, háganme un favor y vayan a preguntarle el número a esa pibita!- gritó ahora Ysy.

Uh dios, esto se ponía difícil. Caminé más rápido y sentí mi celular vibrar en el bolso pequeño que llevaba colgado de mi hombro. Lo abrí, sin girar mi cara mucho para que no me reconocieran, y atendí.

- ¿Sí?

- ¿Dónde mierda estás?

- ¿Quién sos?

- ¡Tomás, pelotuda!

- Voy adentro.

- ¿Adentro?

Terminé la llamada y guardé mi teléfono. Les había dejado de oír hace unos segundo, pero aún así no miraba hacia atrás ni para ver si se me había caído algo mientras buscaba mi celular.

Cuando estaba a punto de entrar al local, Tomás abrió la gran puerta metálica y me miró sorprendido. Sonreí nerviosa y se acercó a mí.

- Me asusté, gil.

- ¿Por qué?- suspiró y me abrazó. Reí levemente y le abracé con más fuerza.

- ¿Dónde estuviste?

- Fui a...

- ¿Sabés quién está detrás de vos?- mierda.

- Puede.

- ¿Hablaste con...?

- No, no...sólo me los encontré. Vayamos adentro, no saben ni quién soy.

- Eh, pibes, ¿Ese no era el mejor amigo de Lucía?

- Tomás...

Dejó de mirar a Luchito y llevó sus ojos a mí. Agarró mi mano con fuerza y tiró de mí hacia dentro del club. Me llevó a la barra y allá nos dimos una ronda de chupitos antes de que me llevara a donde estaban todos bailando.

Me agarró de la cintura y comenzó a bailar conmigo sin soltarme. Sonreí al saber que el pelotudo se pensaba que me escaparía o algo.  A veces conseguía ser bastante protector y más con estos por acá dando vueltas.

Pero él no bailaba mucho, así que pronto se cansó y me dijo que buscaría a Martina para que bailase conmigo. Eso fue lo único que oí, ya que mis oídos estaban taponados por la música y el alcohol que, de nuevo, comenzaba a surgir efecto.

Tenía ganas de volver a vomitar, pero si salía a fuera me los podría encontrar y ni yo quería eso. Así que, decidida, fui al baño antes de que acabara por los suelos. Me lavé la boca después con un poco de agua del lavabo y me retoqué los labios antes de salir, aún sabiendo de que ya me quedaba poco por acá porque Tomás me llevaría a casa a la fuerza.

Choqué con mucha gente, pero lo peor fue cuando una de esas copas que la gente llevaba en la mano mientras bailaban se cayó encima de mí. Por suerte no estaba muy llena, pero aún así me consiguió mojar el top y la campera que llevaba. La piba se disculpó y de nuevo, fui al baño a limpiarme.

- ¿Necesitás ayuda?- giré mi cabeza al salir de allá y me encontré con él que, sonriente, me miraba como si nada.

- No tuya.

- El otro día parecía que sí.

- Muchos días, muchas situaciones, no te hagas expectativas, Mauro.

- No las hago.- sonrió aún más.- ¿La querés sí o no?

Resoplé, llevé mi pelo hacia atrás y chasqueando la lengua negué, sacando yo un pañuelo de mi bolso y limpiando un poco mejor la mancha que, aún así, no parecía querer irse.

- En el coche tengo otra campera, si querés.- reí levemente y me miró confundido.- ¿Qué pasó?

- Eso mismo dijiste días antes de que volviéramos, ¿Recordás? Martina odiaba esa campera.

- Sí, lo recuerdo.- sonrió.

- Mauro.

- ¿Sí?

- ¿Por qué no dijiste nada antes al verme?

- ¿Cuándo nos vistes bebiendo en el aparcamiento?- asentí y se terminó su vaso de un trago.- Porque te conozco hasta de espaldas, y sé que no hubieras aguantado que yo te dijera aquello.

Le sonreí porque sí, tenía razón, si él hubiera dicho cualquier cosa me hubiera dado la vuelta y le hubiera insultado para ocultar que de él no me lo esperaba.

- ¿Te llevo a casa?

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora