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Corrí escaleras abajo intentando que la toalla no se cayera. Era de noche, acababa de salir de laburar y había pensando en una noche tranquila.
Cené junto a Martina antes de que ella saliera de fiesta y luego me quedé haciendo videollamada con Tomás para finalmente acabar con ponernos cada uno una mascarilla facial y hablar de nuestra vida y reflexionar sobre nosotros.
Después, me despedí de él y decidí irme a la ducha antes de ir a la cama y dormirme. No supe nada de Mauro en todo el día, también porque cada uno tenía que hacer lo suyo y a veces no teníamos tiempo de hablar.
Pero ahora, mientras me duchaba escuchando una de las canciones de Khea de fondo, la puerta de la casa comenzó a sonar junto al timbre y no tuve más opción que salir corriendo para ver quién era ya que no paraba.
Frené antes de chocarme con la puerta y resbalé, por suerte me pude agarrar al pomo y sujetarme de este. Respiré hondo y abrí un poco la puerta para sólo mirar.
- ¿Mauro?
- Hola.
Sonrío enseñando sus dientes y terminé de abrir la puerta. Sus ojos dejaron de fijarse solo en la parte de la cara que había dejado al aire para mirar todo mi cuerpo tomándose todo el tiempo del mundo mientras yo esperaba con los brazos cruzados.
- ¿Qué hacés acá?
- Vine a verte.- volvió a sonreír a la vez que sus ojos conectaban de vuelta con los míos.- Me estabas esperando eh.
- Pelotudo.
Me hice a un lado y le dejé pasar. Siguió sonriendo, incluso después de darme un corto beso al pasar por mi lado, haciendo que me fuera imposible estar seria a su lado.
- ¿Pasó algo?- pregunté cerrando la puerta y siguiéndole al salón.
- No, ¿Por qué?
- ¿Por qué casi caes la puerta de tanto golpearla?
- Sos una dramática.- sonrió de nuevo y se sentó en el sillón sin dejar de mirarme.
- Y bueno, ¿Por qué viniste?
- Sos mi novia, ¿No puedo venir?- sonreí, aún no le oí decir eso.
- Así que...- sonreí aún más y él rió después de poner sus ojos en blanco.
- Dale, vestite.
- ¿Por qué?
- Porque necesito que me lleves en auto.
- ¿Y cómo veniste hasta acá?
- Corriendo como un pelotudo.
- ¿Y no podés ir corriendo a donde sea que vayas?
- ¿Tenés algo mejor que hacer?
- Dormir.- me senté en el sofá sin quitarle los ojos de encima y volvió a sonreír.
- Seguro que sin mi no es tan divertido.
- Más tranquilo.
- Bueno, ya fue, vestite y ayudame.
- ¿Por qué debería cuando ya cumplí hoy? No me apetece salir de vuelta y menos por...- mientras hablaba, sonriendo, se levantó del sillón y se acercó a mí hasta agacharse a mi altura, cortando mi frase.
- Porque no podés decirme que no.
- ¿A no? Pues te lo estoy diciendo.
- ¿Segura?
Se acercó poco a poco a mí, mirando mis labios en vez de mis ojos y activando todas las alertas de mi cuerpo. Sonreí viendo su plan y aunque quería tener el control de la situación, ver cómo sus dedos jugaba con la toalla a la vez que se seguía acercando me derritió lentamente.
- Sí...
- Que pena.
Paró demasiado cerca de mí y luego levantó su mirada a los ojos. Sonrió más aún y yo intenté recuperar la cordura viendo cómo había parado, pero su mirada volvió a mis labios para luego, sin aviso, terminar con la corta distancia y comenzar un lento beso que acabó por destruir todas las defensas de mi cuerpo para acabar por rendirme a él.
- Mauro...
- ¿Qué?- se separó lentamente y sus ojos subieron rápido a los míos, intimidandome.
- Pará.
- ¿Por qué?
- Porque no podré decirte que no.- sonrió y asintió lentamente antes de comenzar a separarse de mí, aunque se quedó agachado con sus manos apoyadas en mis rodillas desnudas, acariciandolas sin dejar de mirarme.
- ¿Me vas a ayudar?
- ¿Por qué no llamas a un taxi y ya?
- Porque te prefiero a vos.
- ¿Y no podés ir andando?
- Va a llover.- fruncí el ceño y volvió a sonreír.
- ¿A dónde tenés que ir?
- A la casa de Tomás.
- ¿Una fiesta?- asintió y suspiré.- ¿Si te llevo después puedo irme?
- Si es lo que querés...
Nuestros ojos se mantuvieron quietos en los del otro por unos segundos en silencio, dejando que el ambiente pesado se cayera lentamente.
- Está bien, te ayudaré.
- Sabía que lo harías.- se volvió a acercar, pero más rápido que antes, y me volvió a besar.- Te quiero.
- Y yo, pelotudo.
Dije agarrando sus mejillas. Él frunció el ceño y yo reí soltándole para que se pudiera ir al sillón de vuelta mientras yo me levantaba y volvía al baño bajo su mirada.
Terminé de ducharme lo más rápido que pude y agarré lo primero que vi. Me dejé el pelo suelto por no peinarlo, sólo me puse brillo de labios y salí del baño poniéndome las zapatillas Nike blancas de plataforma que me encontré por el suelo.
- Ya estoy.
Acabé por bajar las escaleras y al oírme levantó su mirada para sonreírme y levantarse. Pasó su brazo alrededor de mis hombros, me acercó a él y me besó de vuelta antes de abrir la puerta y esperar a que yo saliese primero.
- ¿Y si hubieras venido y el auto de Martina no estuviera acá?
- Martina se fue andado con Tomás, así que sabía que estaba acá.
Dijo él mientras rodeaba el coche y yo ponía los ojos en blanco, abriendo la puerta para entrar los dos a la vez. Puse la llave y arranqué mientras que él se encendía su medio apagado cigarro.
En la ventana, mientras comenzaba a salir del aparcamiento, empezaron a caer pequeñas gotas que hicieron que Mauro me mirara sonriendo.
- Te lo dije.
- Callate y poné la música.
Dije sin apartar la vista de la carretera, mirando a todos lados mientras él reía poniendo la música en su celular.
Después, bajó levemente la ventanilla y comenzó a dar caladas a su cigarro, dejando su mano libre en mi muslo mientras yo manejaba bajo la luz de las farolas llevándole a la casa de nuestro amigo.
- ¿Es acá?- pregunté bajando la velocidad y asintió.- Bueno, entonces ya terminó el viaje, un placer llevarle.
- ¿Segura que no querés ir?
- ¿Hay droga?
- Puede.
- ¿Bebida?
- ¿Venís vos a hablar de eso?- preguntó riendo y yo fruncí el ceño.- Dale, Lucía, yo te cuido.
- Que peligro.
- Será divertido.
Miré el edificio y luego a él, que me sonreía como un nene. Resoplé y abrí la puerta a la vez que con la otra mano sacaba la llave. Él rió y salió también.
- No sé cómo lo hacés pero siempre me ganas en todo.
- Años de práctica.
Sonrió y me dio un corto beso antes de agarrar mi mano y llevarme con él a la casa de Tomás. Segundos después de llamar a la puerta de su casa, abrió Neo y nos abrazó al vernos, dejándonos pasar.
Allá dentro la primera que me encontré fue a Martina, que me abrazó también y me separó de Mauro para llevarme a la cocina. Allá me dio un vaso y luego se fue.
Por suerte, en la cocina no me quedé sola y estaban allá Ballve con Khea hablando. Les saludé y junto a ellos volví a la sala.
Saludé a los que me quedaban y me senté en las piernas de Mauro, como de costumbre, en el sofá entre Alejo y Cazzu.
Yo hablaba con ella, ignorando las boludeces de ellos y como Martina no se despegaba de Tomás. Al final caería, yo lo sabía.
Mientras, Mauro me tenía abrazada a él con su brazo que no tenía el cigarro en la mano alrededor de mi cintura.
- Me voy a hacer uno.
- ¿Me decís a mí?- le miré y sonrió.- ¿Querés que me vaya?
- Mirá, Mauro, buenardo esto.
Coscu le acercó su celular y nos miró a los dos. Me fijé que quería hacerse un porro y conmigo no podía, aparte de que ahora tenía que estar también mirando lo que Coscu le enseñaba.
Chasqueé y recordé los momentos que le liaba los cigarros a Tomás, agarrando su bolsa y demás para comenzar a hacerle el porro bajo su atónita mirada.
- Lucía.
- No es para mí, gil, vos a la tuyo, yo te lo hago.
Sonrió y le hizo a caso, abrazándome con su otro brazo mientras yo acababa por mezclarlo con un poco de tabaco para acabar de liarlo. Listo.
- Tomá.
- Eh, una profesional.- dijo Alejo mirándonos y puse los ojos en blanco.
- En todo.
Mauro miró el porro luego a mí, sonrió y con su mano libre me acercó a él de vuelta para besarme ignorando a sus amigos, al igual que yo. Decidí entonces que, mientras se encendía el porro, yo me daba la vuelta para quedar sentada y de frente a él.
Sonrió al verme mejor, sacó todo el humo lentamente y no pude evitar caer a sus pies ante su mirada fija en mí, acercándome a él para besarle ahora yo a la vez que enredaba mis dedos en su pelo.
Me llevaría al infierno, pero mientras fuese de su mano...

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora