97.

496 31 3
                                    

Habían pasado días desde aquello, él pronto volvería pero ni las fotos ni los vídeos ni los rumores habían parado.
Él en sus historias no enseñaba nada, pero todas las fotos que me mandaban los fans de él sí enseñaban como la mitad del tiempo se la pasaban juntos.
Yo confiaba en Mauro, en el fondo me negaba a que me engañara. Pero no haber hablado con él desde hace días, antes de que subiera aquella historia, me dejaba siempre en dudas que Tomás y Martina se encargaban de disipar.
Hoy tuvieron una idea. Para que me olvidase de todo nos íbamos de joda esta noche. Era viernes y mañana nadie laburaba, así que si a nadie le pasaba nada nos quedaríamos hasta el after, porque Martina me prometió que veríamos juntos el amanecer y desayunariamos todos en la que fue nuestra casa.
Me miré al espejo y sonreí. Aún cuando él no estaba y todo mi interior estaba hecho un desastre, tenía que seguir viviendo porque sino acabaría como cuando acabamos Mateo y yo. Y Tomás me prometió que nunca dejaría que eso pasara de vuelta, así que me puse un top blanco junto a unos vaqueros azul claro rotos por las rodillas  y atrás de mis muslos. Eran anchos, así que me puse un cinturón negro y finalmente acabé por ponerme las zapatillas blancas con plataforma de siempre y me dejé el pelo suelto.
Bajé a la sala, donde Tomás me esperaba para irnos juntos al boliche.
- Manejas vos eh.
- Como mande el señor de la casa.
- Por poco tiempo.
Me sonrió y salimos juntos. Me tiró las llaves de su auto cuando yo estaba rodeándolo para subirme.
Él puso la radio con todo el volumen que podía y yo manejé hasta la casa de Martina. Nos saludó y entró con torpeza por el vestido corto negro que había decidido ponerse con unos grandes tacones del mismo color.
- Te vas a caer.
- Bueno, pues grabenlo.
- ¿Lo dudabas?
Preguntó Tomás y reí viendo por el espejo retrovisor como ella se burlaba de él haciendo boludeces mientras se intentaba tapar más de lo que el vestido le dejaba. Parece que echaba tanto de menos a Tomás que no podía aguantar más.
Llegamos minutos después y al ir a la puerta del boliche nos encontramos con los demás. Después de una larga espera, entramos y fuimos, como siempre, a la barra.
Pedimos y una vez todos teníamos nuestras bebidas Tomás me llevó a bailar a la pista mientras Martina comenzaba a emborracharse con los chupitos que compartía con Camila independientemente de lo que las dos habían pedido.
Emma se fue con Santiago y al final acabamos los cuatro bailado. Cuando me di cuenta, estaba entre los dos hermanos bailando reggaeton.
Emma se fue con Camila y Martina se unió más tarde a nosotros al ver que no conseguía otra persona para beber.
Después de minutos sudando entre ellos, decidí rellenar el vaso para relajar mi sed. Entre el alcohol de mi bebida y la de Tomás y Santiago que me dejaban, el plan de Martina surgió efecto y me olvidé de todo.
Me apoyé en la barra notando como todo comenzaba a girar levemente mientras el pibe detrás de la barra me llenaba hasta arriba el vaso.
Cuando me giré, me apoyé con la espalda a la vez que bebía mirando a mis amigos hacer boludeces más que bailar. Pero sentía unos ojos sobre mí, unos que sabía que no sería Mauro desde la zona VIP como antes solía pasar.
Miré a todos lados, hasta encontrarme con él. Apoyado en la barra sonreía haciendo como que oía lo que su amigo le contaba aunque sus ojos estaban puestos en mí. Bebió de su vaso sin quitarme su mirada de encima y cuando su amigo decidió irse a bailar junto con una piba que apareció de repente, él comenzó a andar hacia acá.
- ¿Necesitás algo?- pregunté sobre la música y sonrió de nuevo.
- Según.
- Bueno, contame, igual te ayudo.
- Necesito...tu nombre.- dijo haciendo como que pensaba. Que bobo.
- ¿Así?
- Me dijiste que me ayudarías.
- Lucía.- dije sonriendo.- ¿Y vos?
- Lucas.
Apreté mis labios sin saber que responder y volví a beber, desviando mi mirada a mis amigos.
- Perdona, pero tu cara se me hace conocida, por eso te pregunté el nombre.
- ¿Y por eso me miraste tanto antes?
- Bueno, eso es por otra cosa.- sonrió de nuevo y puse los ojos en blanco.- ¿Sos famosa?
- Yo no.
- Tenés cara de famosa.
- ¿Así?
- Obvio, linda y sola en el boliche, toda una famosa independiente.- sonreí. Si supiera.
- Pero no estoy en la parte VIP.
- Bueno, porque querés sentirte humilde.- reí levemente antes de beber y él sonrió.
- Buena teoría, amigo.
- Amigo eh...
Se apoyó en la barra y miró a dónde estaban Martina y Tomás intentando bailar mientras Santiago hablaba con una piba que tenía al lado.
- ¿Qué si no?
- Bueno...podríamos ser de una noche.
Se deslizó lentamente hacia mí, sonriendo a la vez que bebía de su vaso para luego morderse el labio a una corta distancia.
Yo sonreí aturdida. Me esperaba que dijera alguna pelotudez, pero no esa ni tan rápido.
Reí levemente, negué con la cabeza y desvié mi mirada de él hacía la gente que bailaba, bebiendo.
- ¿Qué?
- ¿Tan fácil soy? ¿No son las famosas difíciles de conseguir?
- Bueno, vos dirás, yo no he dicho nada.
- ¿No?
Le volví a mirar, pero para ese entonces él decidió responder con un beso que ni pedí ni quería.
Reaccioné rápido, apartándole de mi con mis manos en su pecho para alejarme sin hacerle tampoco daño.
- Respuesta incorrecta, pelotudo.
- ¿Segura?
- Uno, tengo novio y dos, no me interesas.
- Las famosas engañan a sus parejas.
- Esta dejó de hacerlo hace mucho.
- Que pena, seguro que es un pelotudito tu novio.- sonrió bebiendo de su vaso, pero yo no me reía. Indignada, fruncí el ceño
- Puede ser, pero es mi novio, en cambio vos, te quedás con las ganas,  pelotudo.
Le enseñé el dedo cuando me miró y me alejé de él para volver a dónde estaban mis amigos. Al segundo, también aparecieron Emma y Camila.
Bebí de mi vaso de un trago para compartir la bebida de Emma mientras bailábamos.
Había necesitado que un pibe cualquiera se acercase a mí e intentase algo para darme cuenta que por mucho que Mauro hiciera algo, no podía enojarme con él.
No podía engañarle aunque al ver esas fotos y pensar en lo que hace con ella sólo tuviera ganas de vengarme. Pero no podía encontrar a otro mejor que él aunque pudiese y eso, mientras bailaba y bebía para callar todos estos pensamientos, era lo que realmente me atormentaba.
Nunca lo hice. Ni Matías ni Mateo pudieron rellenar lo que él dejó en mí. Un oscuro y hondo agujero que me vaciaba por dentro crecía cuando él se iba y aunque sabía que era mi fin, sólo quería comenzar de nuevo con él siempre.

No Me Llores (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora